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RAP 18.1.indd - Revista d'Arqueologia de Ponent

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La contribución que se propone consiste en realizarun resumen crítico <strong>de</strong> los trabajos más importantessobre el tema. El espacio cronológico que nos interesaabarca básicamente el período <strong>de</strong>l último sigloya que el primer trabajo que aprovecha el concepto<strong>de</strong> prestigio y su relación con el intercambio seconsi<strong>de</strong>ra el libro <strong>de</strong> B. Malinowski (2005, primeraedición: 1922).El artículo se estructura en dos bloques. Vamos aplantear la primera parte <strong>de</strong>l trabajo enfocada a losantece<strong>de</strong>ntes intelectuales <strong>de</strong>l mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> bienes <strong>de</strong>prestigio. Intentaremos contextualizar el objetivo <strong>de</strong>ltrabajo comentando <strong>de</strong> manera breve las ten<strong>de</strong>nciasteóricas y metodológicas creadas para plantear el estudio<strong>de</strong>l intercambio como problema antropológico. Ensegundo lugar veremos como la economía <strong>de</strong> bienes<strong>de</strong> prestigio funciona en aproximaciones arqueológicasy qué críticas o sugerencias recibe hoy día.Como es un trabajo puramente teórico nos vemosobligados a presentar las cuestiones epistemológicasy metodológicas con más <strong>de</strong>talle. Queremos presentarlos principios <strong>de</strong> la <strong>de</strong>ducción histórica para compren<strong>de</strong>rmejor las bases <strong>de</strong> la economía <strong>de</strong> bienes<strong>de</strong> prestigio.Es bien sabido que un arqueólogo no investiga elpasado como algo existente fuera <strong>de</strong> él, sino que <strong>de</strong>s<strong>de</strong>el principio está creando su imagen narrativa (To p o l s k i1998, 11-12). Obviamente el pasado sí que existía perocreemos que no es posible su reconstrucción porqueno es posible la reconstrucción <strong>de</strong> algo que ya noexiste, ni hay manera <strong>de</strong> saber cómo era. Entonces sino po<strong>de</strong>mos reconstruir la historia, sólo nos queda laconstrucción narrativa <strong>de</strong>l pasado. Tampoco se pue<strong>de</strong>pensar en el pasado y en su relato narrativo como endos mundos in<strong>de</strong>pendientes porque si algo se escapa<strong>de</strong> la atención <strong>de</strong> los arqueólogos, <strong>de</strong>saparecerá. Comoun ejemplo muy ilustrativo, citado por Topolski ensu manual <strong>de</strong> metodología para historiadores (1998,14), pue<strong>de</strong> servir la novela Ulises <strong>de</strong> James Joyce enque se <strong>de</strong>scriben los acontecimientos ficticios <strong>de</strong> dospersonajes <strong>de</strong> sólo un día <strong>de</strong>l año 1904. Sin embargo,si un historiador hubiera tenido fuentes relacionadascon la vida <strong>de</strong> Leopold Bloom y Esteban Dedal, nohubiera podido <strong>de</strong>scribir todo lo que había pasadoen la conciencia <strong>de</strong> los personajes, ya que los arroyos<strong>de</strong> la conciencia pertenecen al pasado. La conclusiónes que no es posible <strong>de</strong>scribirlo (o como quierenotros: reconstruirlo) todo. En arqueología aún menos.Hemos <strong>de</strong> <strong>de</strong>cidirlo, como arqueólogos, cuáles sonlos hechos que consi<strong>de</strong>ramos importantes y cuálesno. La selección <strong>de</strong> fuentes <strong>de</strong>be estar subordinadaa la teoría entendida como un hilo conductor queor<strong>de</strong>na el material arqueológico.Utilizando la teoría nos encontramos con el problema<strong>de</strong> la actualización. La actualización, <strong>de</strong>finidacomo el hecho <strong>de</strong> interpretar la realidad pasada através <strong>de</strong> los conceptos actuales, es un fenómenomuy presente en los estudios arqueológicos. Sin embargo,en términos <strong>de</strong> epistemología se la consi<strong>de</strong>racomo un error. En casos extremos, se interpreta lasociedad pasada como estructuralmente idéntica quela mo<strong>de</strong>rna (Cz e b r e s z u k 2001, 23). La actualizaciónsurge <strong>de</strong> la falta <strong>de</strong> herramientas para investigar elpasado. Es cierto que el intento <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> nuestroentorno intelectual, con todo el bagaje conceptual para“trasladarse” a la época que nos interesa para enten<strong>de</strong>rla especificidad <strong>de</strong> los conceptos y conviccionesque allí funcionaban es uno <strong>de</strong> los problemas másarduos <strong>de</strong> la arqueología. No hay un método únicoy seguro para evitar la actualización. Una buenasolución ha presentado J. Czebreszuk formulando elpostulado <strong>de</strong> la arqueología “allí y entonces” (2001,24). Czebreszuk ve la necesidad <strong>de</strong> respon<strong>de</strong>r a laspreguntas sobre las instituciones en el lugar y en elespacio temporal concreto, sobre su estructura y orígenes.Pensando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio en las categorías yconceptos propios <strong>de</strong>l mundo antiguo nos acercamos<strong>de</strong> manera más efectiva a las cuestiones estudiadas.Sin embargo, el hecho <strong>de</strong> buscar una inspiraciónintelectual en el mundo mo<strong>de</strong>rno pue<strong>de</strong> dar buenosresultados, tal y como lo <strong>de</strong>muestra el <strong>de</strong>bate entreprimitivistas y mo<strong>de</strong>rnistas.El <strong>de</strong>bate tiene una larga tradición. Antes <strong>de</strong> laPrimera Guerra Mundial dos historiadores alemanes,K. Bücher y E. Meyer, se enfrentaron discutiendo si enel mundo antiguo existieron mecanismos económicospropios <strong>de</strong>l sistema capitalista mo<strong>de</strong>rno. El <strong>de</strong>bateseguía a lo largo <strong>de</strong>l siglo x x entre Herskovits y Firthfrente a Thurnwald y Malinowski (años cuarenta) yLeclair, Schnei<strong>de</strong>r y Burling frente a Polanyi, Daltony Sahlins (años sesenta), (Mo l i n a, Va l e n z u e l a 2007,57). A gran<strong>de</strong>s rasgos, los sustantivistas <strong>de</strong>cían que elpasado anterior al siglo xviii no se pue<strong>de</strong> analizar conuna perspectiva mo<strong>de</strong>rna. En cambio los mo<strong>de</strong>rnistaspercibían el principio <strong>de</strong> los conceptos como libremercado, beneficio, iniciativa privada o especulaciónya en el mundo antiguo. Los sustantivistas veían lanecesidad <strong>de</strong> estudiar las instituciones económicascaso por caso, mientras que los formalistas queríanaplicar la teoría económica en cualquier época olugar. El <strong>de</strong>bate inició un fermento intelectual en elestudio <strong>de</strong> las economías antiguas cuyas repercusionesse pue<strong>de</strong>n sentir incluso hoy día.En busca <strong>de</strong> la <strong>de</strong>finición <strong>de</strong> laeconomía <strong>de</strong> bienes <strong>de</strong> prestigioAntes que nada habría que acercarse al concepto<strong>de</strong> prestigio ya que es la categoría clave para nuestroestudio. La palabra prestigio (lat. praestigium) en laantigüedad significaba ilusiones o fantasmagorías, enla Edad Media se mantuvo con el mismo sentido, y,como afirma el Diccionario <strong>de</strong> sociología, <strong>de</strong>rivó en lamayor parte <strong>de</strong> las lenguas occi<strong>de</strong>ntales, primero a“presti(di)gitación”, y hacia el siglo x i x a “prestigio”en sentido <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>ración o reputación (Gi n e r etal. 1998, 599). Efectivamente, <strong>de</strong> acuerdo con el Diccionario<strong>de</strong> antropología, el término “prestigio” hacereferencia a la capacidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>spertar admiración yestima entre los <strong>de</strong>más miembros <strong>de</strong> una comunidad(1980, 134). Para la sociología y la antropología elprestigio tiene dos acepciones; la primera abarca elámbito <strong>de</strong> honor, realce, estimación, buen nombre,buen crédito, etc. y la segunda se acerca al respeto,al ascendiente y la autoridad por aprobación social,que merece algo o alguien (Uñ a, He r á n d e z 2004, 1120).Según K.-H. Hillmann, los factores o “dimensiones”por las cuales se atribuye y se <strong>de</strong>termina el prestigio8

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