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DOS MITOS ESPAÑOLES EN ESCENA: EL CID Y LA CELESTINA EN LA COMEDIA DEL SIGLO DEORO, DE IGNACIO ARELLANOEn ambas el Cid es también unpersonaje secundario, pues elconflicto recae en Peláez, quiense debate entre sus obligacioneshonrosas y su debilidad. A este ciclotambién pertenece El noble siemprees valiente de Enríquez Gómez,donde aparece un Cid orgulloso yaparentemente rebelde hacia su rey.Por su parte, el cuarto y último ciclorecoge el tema de las hijas del Cid y laafrenta de Corpes: en dicho robledallos infantes de Carrión humillarona Sol y Elvira como venganza porque su padre había atestiguado sucobardía. Sobre la dramatizaciónde este episodio, Arellano solo haencontrado El honrador de sus hijasde Francisco Polo.Otras representacionescidianas menos conocidas aparecenen El Auto sacramental del Cid y enlas comedias burlescas. En el citadoauto, siguiendo la técnica alegórica,el Cid se convierte en figura deCristo, mientras que su padre, elconde Lozano y Jimena representana Dios Padre, el Demonio y la Iglesiarespectivamente. Todo lo contrariosucede en las comedias burlescasque, siguiendo el «mundo al revés»,presentan un Cid disparatado que,por ejemplo, en la comedia anónimaLos condes de Carrión, aparece comoun viejo ridículo, vestido en ropade dormir y llevando un orinal, quemuestra obscenamente su interéspor sus propias hijas. Como se ve, lapresencia cidiana en la comedia delxvii, salvo casos particulares comoLas mocedades del Cid de Guillén deCastro, tiene un lugar marginal, alpunto que: «provocó mayor interésel héroe caballeresco Orlando que elhistórico-legendario Cid» (pp. 40-41).La segunda parte del libroestá dedicada al rastreo de las huellasde la Celestina creada por Franciscode Rojas en su Tragicomedia deCalisto y Melibea, la cual tuvo unasimilar fortuna que el Cid. En sucaso, las razones para su marginaciónse hallan en el decoro que se imponeRevista STUDIUM VERITATIS, Año 11, N. <strong>17</strong>, 2013 (pp.539-545)— 543 —

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