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DIGNIDAD DEL HOMBRE EN LA GAUDIUM ET SPES3. «EL GÉNERO HUMANO, ADMIRADO DE SUS PROPIOSDESCUBRIMIENTOS Y DE SU PROPIO PODER» (GS 3)Resalta el Concilio la admiración que provoca en todos los hombres elpoder, sobre todo, en relación a los descubrimientos técnicos del génerohumano. A la vez, después de las guerras mundiales, resalta la posibilidaddel uso perverso de ese poder.Se pregunta, así, el mundo, por el futuro («la evolución delmundo presente»), por la Providencia, por la misión del hombre, el sentidode sus esfuerzos. Asimismo, se interroga acerca del modo de poder usarpositivamente ese poder que es la libertad.Es en este punto, donde el Concilio quiere ayudar y puede hacerlo:la buena noticia es el amor de Dios, y este mundo la necesita escuchar; hacefalta escuchar al Espíritu. Es necesaria la renovación del hombre para que elmundo cambie. 3 Pero el clima es el diálogo: «No puede dar mayor prueba3En nuestros días, el género humano, admirado de sus propios descubrimientos y desu propio poder, se formula con frecuencia preguntas angustiosas sobre la evoluciónpresente del mundo, sobre el puesto y la misión del hombre en el universo, sobre elsentido de sus esfuerzos individuales y colectivos, sobre el destino último de las cosasy de la humanidad. El Concilio, testigo y expositor de la fe de todo el Pueblo de Dioscongregado por Cristo, no puede dar prueba mayor de solidaridad, respeto y amor a todala familia humana que la de dialogar con ella acerca de todos estos problemas, aclarárselosa la luz del Evangelio y poner a disposición del género humano el poder salvador quela Iglesia, conducida por el Espíritu Santo, ha recibido de su Fundador. Es la personadel hombre la que hay que salvar. Es la sociedad humana la que hay que renovar. Es,por consiguiente, el hombre; pero el hombre todo entero, cuerpo y alma, corazón yconciencia, inteligencia y voluntad, quien será el objeto central de las explicaciones quevan a seguir.Al proclamar el Concilio la altísima vocación del hombre y la divina semilla que eneste se oculta, ofrece al género humano la sincera colaboración de la Iglesia para lograrla fraternidad universal que responda a esa vocación. No impulsa a la Iglesia ambiciónterrena alguna. Solo desea una cosa: continuar, bajo la guía del Espíritu, la obra mismade Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no parajuzgar, para servir y no para ser servido (GS 3).Revista STUDIUM VERITATIS, Año 11, N. <strong>17</strong>, 2013 (pp.<strong>17</strong>-52)— 21 —

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