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RAP 21.indb - Revista d'Arqueologia de Ponent

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José María Rodanés, Jesús V. Picazo, José Luis Peña, El foso <strong>de</strong>fensivo <strong>de</strong> la Primera Edad <strong>de</strong>l Hierro <strong>de</strong>l Cabezo <strong>de</strong> la Cruz (La Muela, Zaragoza)al río Aguasvivas, con una ocupación dilatada en eltiempo (siglos vi - i a.C.) pero posterior en su inicioal que estudiamos. Lo mismo suce<strong>de</strong> con los restosconservados <strong>de</strong>l cercano yacimiento <strong>de</strong> ContrebiaBelaisca en Botorrita, igualmente <strong>de</strong> cronología másreciente y <strong>de</strong> proporciones muy diferentes ya que suanchura se acercaría a los 14 m por una profundida<strong>de</strong>ntre 3 y 5 m (Rubio et al. 2008: 58-59).Los fosos son elementos con claros antece<strong>de</strong>ntesen el Calcolítico peninsular. Nos estamos refiriendo alos que se construyen con vocación <strong>de</strong>fensiva y formanparte <strong>de</strong> un sistema <strong>de</strong> protección más o menoscomplejo, como los ejemplos <strong>de</strong>l sur <strong>de</strong> España yPortugal (Zafra et al. 2003; Moret 1996: 129) frentea los que pudieran consi<strong>de</strong>rarse recintos <strong>de</strong> carácterdoméstico como los reseñados en la Meseta (Díaz<strong>de</strong>l Río 2003).Es fácil, a la luz <strong>de</strong> estos antece<strong>de</strong>ntes, presentarloscomo una muestra <strong>de</strong> indigenismo. En losmapas <strong>de</strong> dispersión (Berrocal 2004: fig. 7; Moret1996: mapa 9) se aglutinan con mayor intensidad enla mitad septentrional, más abundantes en el sectornorocci<strong>de</strong>ntal pero con una presencia notable en elcuadrante nor<strong>de</strong>ste y Valle <strong>de</strong>l Ebro, don<strong>de</strong> “los fososcomienzan a adquirir importancia en la poliorcética<strong>de</strong>fensiva <strong>de</strong>s<strong>de</strong> finales <strong>de</strong> la Edad <strong>de</strong>l Bronce, aunquees sobre todo a partir <strong>de</strong> la Edad <strong>de</strong>l Hierro yépoca Ibérica cuando alcanzan su primer momentogeneralizado como elemento básico para la protección<strong>de</strong> grupos humanos” (Rubio et al. 2008: 55).No obstante el origen y la dispersión no son tanclaros como a simple vista pudiera parecer. El mapa<strong>de</strong> dispersión es ciertamente aleatorio y las cronologíasdispares. Es cierta la proliferación occi<strong>de</strong>ntal y elalejamiento <strong>de</strong> los territorios mediterráneos, pero noes menos cierto que el Valle <strong>de</strong>l Ebro se encuentramuy próximo, bien comunicado y proyectado al mundooriental/colonial. Del mismo modo que no po<strong>de</strong>mosper<strong>de</strong>r <strong>de</strong> vista que el tipo <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa que tratamosya era conocido en el mundo fenicio antiguo comose ha documentado en Troyanos (Díes Cusí 2001: 83).El foso <strong>de</strong>bemos estudiarlo <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un contexto.Si lo analizamos individualmente pier<strong>de</strong> trascen<strong>de</strong>nciay ciertamente se convierte en un elemento que apareceen diferentes ámbitos y horizontes cronológicosy culturales diversos y sin relación aparente. Por ello<strong>de</strong>bemos prestar atención al resto <strong>de</strong> los elementosarquitectónicos que lo acompañan y en especial enlos que se integra; o lo que es lo mismo, el tipo <strong>de</strong>sistema <strong>de</strong>fensivo <strong>de</strong>l que forma parte y con el que,en cierto modo, se i<strong>de</strong>ntifica, al crear un conjuntodiferenciado <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong> los asentamientos que incluyentipos <strong>de</strong> fosos similares.El sistema <strong>de</strong>fensivo <strong>de</strong>l Cabezo <strong>de</strong> la Cruz escomplejo, tal como hemos comentado al inicio <strong>de</strong>esta exposición. Respon<strong>de</strong> a unas necesida<strong>de</strong>s concretasy nuevas exigencias <strong>de</strong> una sociedad que <strong>de</strong>cidirásu construcción incorporando elementos quepodríamos llamar indígenas, que forman parte <strong>de</strong>lacervo cultural <strong>de</strong>l sustrato, o si se quiere, que sedocumentan en yacimientos anteriores en la mismazona o en territorios próximos, junto con elementosinnovadores <strong>de</strong>rivados <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong> flujos entreel mundo colonial y las poblaciones <strong>de</strong>l Valle Medio<strong>de</strong>l Ebro, conformando un conjunto <strong>de</strong>fensivo conceptualmentenuevo.Pero la existencia <strong>de</strong> este enorme y costoso sistema<strong>de</strong>fensivo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los primeros momentos <strong>de</strong> laEdad <strong>de</strong>l Hierro, en fechas ligeramente posterioresal 800 cal BC, no es un hecho aislado sino que vaparejo a otros fenómenos como un creciente controly cierto grado <strong>de</strong> or<strong>de</strong>nación territorial que implicael mantenimiento <strong>de</strong> distancias regulares entreasentamientos <strong>de</strong> tamaño notable y rango similar, el<strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> una clase artesanal, la documentación<strong>de</strong> comercio y metalurgia junto a las activida<strong>de</strong>sagro-pastoriles con incorporación <strong>de</strong> nuevos cultivos(vid) y cabañas gana<strong>de</strong>ras (caballo) que nos indicanla existencia <strong>de</strong> una comunidad con importantes recursosy con capacidad <strong>de</strong>mográfica suficiente paraasumir toda la diversidad <strong>de</strong> tareas y funciones quetales activida<strong>de</strong>s requieren. Ambos factores, pujanzaeconómica y la existencia <strong>de</strong> una importante basepoblacional, sustentan la posibilidad <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo<strong>de</strong> cambios en la estructura social hacia formas <strong>de</strong>organización complejas.Este mo<strong>de</strong>lo parece reproducirse, con cronologíastempranas similares a las <strong>de</strong>l Cabezo <strong>de</strong> la Cruz,en otros yacimientos y zonas <strong>de</strong> la margen <strong>de</strong>recha<strong>de</strong>l río Ebro en su tramo medio: asentamientos <strong>de</strong>lvalle <strong>de</strong>l río Huecha (Royo 2005), en el propio ríoHuerva don<strong>de</strong> pudo existir una potente ocupaciónen el Castillo <strong>de</strong> Cuarte (Burillo y Royo 1994-1996),así como en el vecino valle <strong>de</strong>l río Ginel, pequeñoafluente <strong>de</strong>l Ebro, don<strong>de</strong> encontramos los importantesnúcleos <strong>de</strong> Los Castellazos (Mediana <strong>de</strong> Aragón)(Maestro 2007) y Cabezo Morrudo (Fuentes <strong>de</strong> Ebro)(Viladés 2007) ya cerca <strong>de</strong> la llanura <strong>de</strong> inundación <strong>de</strong>lEbro. Poblaciones que muy probablemente entraronen contacto e interactuaron con el mundo colonialoriental directamente o a través <strong>de</strong> intermediarios,iniciándose un proceso que conducirá a la aparición<strong>de</strong> las socieda<strong>de</strong>s ibéricas.Estas socieda<strong>de</strong>s asumirán y <strong>de</strong>sarrollarán losnuevos conceptos <strong>de</strong>fensivos en sus poblados, enlos que incorporan con cierta regularidad fosos <strong>de</strong>fensivoscomo señalan Moret (1996), Berrocal (2004)o Rubio, Peña y González (2008) que incluyen en suestudio treinta recintos con foso, siendo estructuras<strong>de</strong> especial relevancia en los asentamientos rurales enel Sistema Ibérico Central, don<strong>de</strong> Polo y Villagordo(2004) i<strong>de</strong>ntifican hasta 32 localizaciones con fososentre los 43 poblados analizados.En suma, la caracterización <strong>de</strong> un grupo <strong>de</strong> pobladosen el Valle Medio <strong>de</strong>l Ebro y entorno a partir<strong>de</strong> época ibérica, con cierta personalidad en la construcción<strong>de</strong> sus <strong>de</strong>fensas que incluyen regularmenteestructuras como los fosos, <strong>de</strong>be relacionarse con laexistencia anterior <strong>de</strong> poblados como el Cabezo <strong>de</strong>la Cruz en los que, ya en momentos tempranos <strong>de</strong> laPrimera Edad <strong>de</strong>l Hierro, confluyen claras influenciascoloniales junto a frecuentes elementos <strong>de</strong> substratoy suponen un claro antece<strong>de</strong>nte o son motivo <strong>de</strong>inspiración <strong>de</strong> construcciones posteriores.José María Rodanés VicenteJesús V. Picazo MillánJosé Luis Peña Monné218 <strong>Revista</strong> d’Arqueologia <strong>de</strong> <strong>Ponent</strong> 21, 2011, 211-220, ISSN: 1131-883-X

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