INTERPRETACION MARXISTA - Universidad de Chile

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elación con el aumento de la población, no sería éste un argumento justificativo ni de razón. El conventillo es una ignomia” 111 . A continuación, Recabarren transcribía un artículo de El Mercurio donde se manifestaba: “La cuarta parte de la población de Santiago vive en habitaciones insalubres e impropias para la vida humana. A esta conclusión, profundamente desconsoladora y grave, llegamos agregando al total de habitantes que figura en los 1.251 conventillos mencionados en el Anuario Estadístico de 1909, la población que se alberga en ranchos, cuartos redondos y conventillos no empadronados en este documento. Podemos decir, pues, que hay en Santiago 100.000 personas que viven en un ambiente deletéreo, en medio de miasmas ponzoñosas, respirando aires impuros y sufriendo la influencia y el contagio de infecciones y epidemias (...). Cien mil personas que viven, en término medio, de cuatro por pieza en 25.000 habitaciones, contándose a veces hasta ocho individuos en cada una (...) Se hacinan familias, perros, zorzales, gallinas y hasta alojados. Con la mano se toca el techo, con las narices no se huele nada porque habría que precaver el desmayo” 112 . Manuel Rojas, uno de los mejores novelistas latinoamericanos, describe en Hijo de Ladrón la miserable vida en los conventillos chilenos: “ el padre llega casi todos los días borracho, grita, escandaliza, pega a la mujer, a los niños y a veces al tío, al yerno o al allegado: nunca se sabe cuándo habrá de comer y qué (...) La mujer lava o mendiga; los niños comen lo que les dan los vecinos, que no siempre pueden dar y que a veces queriendo, tampoco pueden” 113 . Otras novelas, como El Roto, de Joaquín Edwards Bello, La viuda del conventillo, de Alberto Romero, Hijuna, La fábrica y camarada, de Carlos Sepúlveda Leyton y La sangre y la esperanza, de Nicomedes Guzmán, describen, asimismo, las diversas formas de explotación de los trabajadores urbanos. El análisis sociológico de esta novelística, tarea que aún está por realizarse, contribuiría sin duda a reconstruir la vida cotidiana de los trabajadores de las primeras décadas del presente siglo. Organización y luchas del movimiento obrero El movimiento obrero se estructura orgánicamente hacía 1900. Durante del siglo pasado los núcleos proletarios sostuvieron importantes combates, desde las luchas de los mineros de Chañarcillo, hasta la huelga general de 1890, pero no lograron crear organizaciones sindicales ni partidos proletarios. La influencia del movimiento obrero mundial, en especial de los anarquistas y socialistas, contribuyó a la gestación primaria de las organizaciones de clase del proletariado chileno. Las Sociedades en Resistencia, inspiradas en el movimiento anarquista, pueden ser consideradas como las primeras organizaciones sindicales chilenas. En 1898, año en que se realizó por primera vez un acto en recordación del día de los mártires de Chicago, los obreros de la maestranza de ferrocarriles formaron la primera sociedad en resistencia. Organismos similares crearon los carpinteros, panaderos, tranviarios, zapateros, mueblistas, gráficos y obreros del carbón, contando con activistas destacado como el relojero Marcos Yáñez, el mueblista Belarmino Orellana, el gráfico Eugenio Sagredo Jimenéz; Luis Morales, organizador de los obreros del carbón y Manuel Guerra, fundador de la Asociación de Tripulantes de Vapores en 1901, continuadora de la lucha de la Unión Marítima, “entidad que promovió uniones análogas en puertos chilenos y peruanos, y que llega a ser la sección chilena de la Liga Marítima Internacional” 114 . El mecánico Magno Espinoza fue uno de los militantes que más contribuyó a la creación y el fortalecimiento de las sociedades de resistencia. Junto a él, actuaron Luis Olea y el dirigente anarquista Alejandro Escobar Carballo, creando en 1902 las sociedades en resistencia de los marítimos, carpinteros y estucadores. Orientaron, asimismo, la huelga de los obreros de imprentas en septiembre de 1902. El periódico El Faro manifestaba: “La huelga tipográfica llevada a cabo por la sociedad de resistencia “Federación de Obreros de Imprenta” es una prueba elocuente de lo que puede el espíritu de rebeldía de los hombres convencidos de sus derechos para que los demás gremios del país, que hasta el presente han permanecido apáticos por la conquista de la emancipación humana, esperando de los gobernantes o de las momias mutualistas (Sociedades de socorros mutuos) en las cuales eternamente han vegetado sin provecho práctico alguno, el 48

mejoramiento económico que les corresponde como elaboradoras en toda clase de riqueza social” 115 . Estas primeras organizaciones de la clase obrera, que había logrado superar los estrechos marcos del mutualismo, tuvieron que entrar en polémica con las viejas sociedades mutuales, contrarias a la creación de las sociedades en resistencia. El periódico obrero El Siglo XX señalaba: “Actualmente existen en Santiago alrededor de 40 sociedades de socorros mutuos. ¿Cual ha sido la labor de estas sociedades?, ¿cuál la concesión arrancada a los capitalistas para mejorar la condición material de los trabajadores? (...) Lo esencial en las sociedades es asegurar el pago de las cuotas de sus miembros, sin importarles un ardite si ese individuo tiene o no los recursos para cubrirlas (...) Estas sociedades se encuentran impotentes para defender los fueros de intereses del proletariado” 116 . Las Sociedades en Resistencia entregaron una experiencia de organización muy importante: la descentralización, rotación de sus dirigentes y, sobre todo, a la autonomía de las bases sindicales para resolver sin necesidad de consultar con las instancias llamadas “superiores”, virtudes que asfixiarán más tarde los partidos imponiendo el verticalsimo y la centralización. Las Mancomunales, al igual que las sociedades en resistencia, fueron las primeras organizaciones sindicales chilenas. Se gestaron en una etapa de ascenso del movimiento obrero, estructurándose por gremio, por provincia y, finalmente, a nivel nacional; es decir, era una organización de trabajadores de carácter territorial, experiencia que volverá a aplicarse, en cierta medida, en los cordones industriales de 1971-1973. Según los estatutos, sus miembros debían pertenecer a la clase obrera, tener 16 años como mínimo, asistir a reuniones, dar una cuota del 5% del salario mensual para ahorro y pagar una cuota de 20 centavos mensuales. Estos modestos ingresos permitían a las mancomunales ofrecer servicios de carácter mutualista como, por ejemplo, los reproducidos por el periódico “El Trabajo” de Iquique (16-01-1904): “Este socorro mutuo comprender el auxiliar a los miembros activos del gremio en caso de enfermedad, la inhumación modesta y decente de sus restos y la protección en caso de incendio”. Otros postulados pueden apreciarse en la Declaración de Principios de la Combinación Mancomunal de Antofagasta: “ la creación de un centro combinal deliberativo que se denominará Congreso Obrero, la ilustración de los combinados por medio de las conferencias en la que se les explicará el buen uso que deben hacer de sus derechos sociales; para la mejor difusión de ideas consagradas, se manifestaran éstas por medio de publicaciones impresas...” 117 . Los dirigentes debían ser “ trabajadores en servicio”. Eran organismos combativos que aplicaban la táctica de acción directa, donde actuaban anarquistas, demócratas y socialistas, además de independientes que constituían la mayoría. Crisóstomo Pizarro rescata uno de los aspectos fundamentales de las Sociedades en Resistencia y las Mancomunales: “Atendiendo a las divisiones estructurales funcionales, a la radicación de la autoridad central y la toma de decisiones para acordar la huelga, resulta evidente que la Sociedades en Resistencias (y Mancomunales) representaban un modelo de organización más espontáneo, con un nuevo grado de codificación de sus normas de funcionamiento y, en general, más desestructuradas” 118 . Cabría agregar que las Sociedades en Resistencia y las Mancomunales no fueron estrictamente sindicatos en el sentido que éstos tenderán a partir de la década de 1930, pero se constituyeron inequívocamente en una sólida organización capaz de defender los intereses de la clase trabajadora. El 1º de mayo de 1900 se formó la primera mancomunal con los obreros portuarios de Iquique. Dos años después agrupaba a 6.000 afiliados, extendiendo su influencia en todo el Norte Grande. Sus principales dirigentes fueron Abdón Díaz y Luis Varela, editores del periódico El Trabajo. En 1902, la mancomunal presidida por Gregorio Trincado, dirigió una huelga que paralizó durante 60 días el puerto de Iquique. A raíz de esta huelga, Luis Emilio Recabarren, en ese entonces secretario general del Partido Democrático, dirigió una carta a Abdón Díaz el 14 de febrero de 1902 en la que manifestaba: “He recibido con suma complacencia un telegrama firmado usted como presidente de la Mancomunal de Obreros de Iquique (...) La emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos, como ha dicho el sociólogo alemán Carlos Marx (...) La huelga iniciada allí es el primer paso; ya no es posible retroceder, la marcha está emprendida, debe llegarse hasta el final de la jornada (...) Prosigan impertérritos en la guerra cruda 49

mejoramiento económico que les correspon<strong>de</strong> como elaboradoras en toda clase <strong>de</strong> riqueza<br />

social” 115 .<br />

Estas primeras organizaciones <strong>de</strong> la clase obrera, que había logrado superar los estrechos<br />

marcos <strong>de</strong>l mutualismo, tuvieron que entrar en polémica con las viejas socieda<strong>de</strong>s mutuales,<br />

contrarias a la creación <strong>de</strong> las socieda<strong>de</strong>s en resistencia. El periódico obrero El Siglo XX señalaba:<br />

“Actualmente existen en Santiago alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> 40 socieda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> socorros mutuos. ¿Cual ha sido la<br />

labor <strong>de</strong> estas socieda<strong>de</strong>s?, ¿cuál la concesión arrancada a los capitalistas para mejorar la condición<br />

material <strong>de</strong> los trabajadores? (...) Lo esencial en las socieda<strong>de</strong>s es asegurar el pago <strong>de</strong> las cuotas <strong>de</strong><br />

sus miembros, sin importarles un ardite si ese individuo tiene o no los recursos para cubrirlas (...)<br />

Estas socieda<strong>de</strong>s se encuentran impotentes para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r los fueros <strong>de</strong> intereses <strong>de</strong>l proletariado” 116 .<br />

Las Socieda<strong>de</strong>s en Resistencia entregaron una experiencia <strong>de</strong> organización muy<br />

importante: la <strong>de</strong>scentralización, rotación <strong>de</strong> sus dirigentes y, sobre todo, a la autonomía <strong>de</strong> las<br />

bases sindicales para resolver sin necesidad <strong>de</strong> consultar con las instancias llamadas “superiores”,<br />

virtu<strong>de</strong>s que asfixiarán más tar<strong>de</strong> los partidos imponiendo el verticalsimo y la centralización.<br />

Las Mancomunales, al igual que las socieda<strong>de</strong>s en resistencia, fueron las primeras<br />

organizaciones sindicales chilenas. Se gestaron en una etapa <strong>de</strong> ascenso <strong>de</strong>l movimiento obrero,<br />

estructurándose por gremio, por provincia y, finalmente, a nivel nacional; es <strong>de</strong>cir, era una<br />

organización <strong>de</strong> trabajadores <strong>de</strong> carácter territorial, experiencia que volverá a aplicarse, en cierta<br />

medida, en los cordones industriales <strong>de</strong> 1971-1973.<br />

Según los estatutos, sus miembros <strong>de</strong>bían pertenecer a la clase obrera, tener 16 años como<br />

mínimo, asistir a reuniones, dar una cuota <strong>de</strong>l 5% <strong>de</strong>l salario mensual para ahorro y pagar una cuota<br />

<strong>de</strong> 20 centavos mensuales. Estos mo<strong>de</strong>stos ingresos permitían a las mancomunales ofrecer servicios<br />

<strong>de</strong> carácter mutualista como, por ejemplo, los reproducidos por el periódico “El Trabajo” <strong>de</strong> Iquique<br />

(16-01-1904): “Este socorro mutuo compren<strong>de</strong>r el auxiliar a los miembros activos <strong>de</strong>l gremio en<br />

caso <strong>de</strong> enfermedad, la inhumación mo<strong>de</strong>sta y <strong>de</strong>cente <strong>de</strong> sus restos y la protección en caso <strong>de</strong><br />

incendio”. Otros postulados pue<strong>de</strong>n apreciarse en la Declaración <strong>de</strong> Principios <strong>de</strong> la Combinación<br />

Mancomunal <strong>de</strong> Antofagasta: “ la creación <strong>de</strong> un centro combinal <strong>de</strong>liberativo que se <strong>de</strong>nominará<br />

Congreso Obrero, la ilustración <strong>de</strong> los combinados por medio <strong>de</strong> las conferencias en la que se les<br />

explicará el buen uso que <strong>de</strong>ben hacer <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>rechos sociales; para la mejor difusión <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as<br />

consagradas, se manifestaran éstas por medio <strong>de</strong> publicaciones impresas...” 117 . Los dirigentes <strong>de</strong>bían<br />

ser “ trabajadores en servicio”. Eran organismos combativos que aplicaban la táctica <strong>de</strong> acción<br />

directa, don<strong>de</strong> actuaban anarquistas, <strong>de</strong>mócratas y socialistas, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> in<strong>de</strong>pendientes que<br />

constituían la mayoría. Crisóstomo Pizarro rescata uno <strong>de</strong> los aspectos fundamentales <strong>de</strong> las<br />

Socieda<strong>de</strong>s en Resistencia y las Mancomunales: “Atendiendo a las divisiones estructurales<br />

funcionales, a la radicación <strong>de</strong> la autoridad central y la toma <strong>de</strong> <strong>de</strong>cisiones para acordar la huelga,<br />

resulta evi<strong>de</strong>nte que la Socieda<strong>de</strong>s en Resistencias (y Mancomunales) representaban un mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong><br />

organización más espontáneo, con un nuevo grado <strong>de</strong> codificación <strong>de</strong> sus normas <strong>de</strong><br />

funcionamiento y, en general, más <strong>de</strong>sestructuradas” 118 . Cabría agregar que las Socieda<strong>de</strong>s en<br />

Resistencia y las Mancomunales no fueron estrictamente sindicatos en el sentido que éstos ten<strong>de</strong>rán<br />

a partir <strong>de</strong> la década <strong>de</strong> 1930, pero se constituyeron inequívocamente en una sólida organización<br />

capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r los intereses <strong>de</strong> la clase trabajadora.<br />

El 1º <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1900 se formó la primera mancomunal con los obreros portuarios <strong>de</strong><br />

Iquique. Dos años <strong>de</strong>spués agrupaba a 6.000 afiliados, extendiendo su influencia en todo el Norte<br />

Gran<strong>de</strong>. Sus principales dirigentes fueron Abdón Díaz y Luis Varela, editores <strong>de</strong>l periódico El<br />

Trabajo. En 1902, la mancomunal presidida por Gregorio Trincado, dirigió una huelga que paralizó<br />

durante 60 días el puerto <strong>de</strong> Iquique. A raíz <strong>de</strong> esta huelga, Luis Emilio Recabarren, en ese<br />

entonces secretario general <strong>de</strong>l Partido Democrático, dirigió una carta a Abdón Díaz el 14 <strong>de</strong><br />

febrero <strong>de</strong> 1902 en la que manifestaba: “He recibido con suma complacencia un telegrama firmado<br />

usted como presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la Mancomunal <strong>de</strong> Obreros <strong>de</strong> Iquique (...) La emancipación <strong>de</strong> los<br />

trabajadores <strong>de</strong>be ser obra <strong>de</strong> los trabajadores mismos, como ha dicho el sociólogo alemán Carlos<br />

Marx (...) La huelga iniciada allí es el primer paso; ya no es posible retroce<strong>de</strong>r, la marcha está<br />

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