INTERPRETACION MARXISTA - Universidad de Chile
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Francisco Rivas Vicuña fue otro portavoz del proteccionismo burgués. En su Política Nacional (1913) propuso como meta central del desarrollo la creación del capital nacional a base de la nacionalización y explotación de los recursos naturales por inversionistas locales. Las salitreras, el carbón y Tierra del Fuego, a juicio de Rivas Vicuñas, deberían pasar a manos nacionales. Señala que la economía nacional debe orientarse principalmente a la producción de materias primas pero desarrollando una industria manufacturera que le reporte un valor agregado a las mismas. Denuncia los términos desiguales de intercambio entre nuestras exportaciones a bajo costo y el retorno de mercaderías elaboradas a alto precio: "Nos damos el placer de entregarle al extranjero una materia prima, que es nuestra, para que él con un pequeño gasto la transforme y nos cobre 5, 6 o 10 veces el valor que nos pagó" 300 . La ideología proteccionista en las primeras décadas del siglo XX tuvo otros exponentes que plantearon la necesidad de fomentar la industria local y de revertir el pacto neocolonial entre la burguesía criolla y el capital foráneo. Entre ellos se destacan Malaquías Concha en El Programa de la Democracia, 1905, Agustín Ross con su obra Chile 1851-1910; sesenta años de cuestiones monetarias, de estudios financieros y de problemas bancarios, 1910; Emilio Rodríguez Mendoza en Rumbos y Orientaciones, 1914, y Guillermo Subercaseaux con sus trabajos Los ideales nacionalistas ante el doctrinarismo de nuestros partidos políticos históricos, 1918, y El sistema monetario y la organización bancaria de Chile, 1920. Desde un punto de vista diferente, el proteccionismo también fue abordado por Alejandro Bustamante en su Catecismo Socialista, de 1900. Este es uno de los primeros autores socialistas que vincula las ideas del proteccionismo y del fomento con la de transformación social; es decir, postula un cambio de régimen económico-social donde el Estado tenga una mayor intervención en beneficio de los asalariados: "Si el Estado subvenciona las industrias útiles, invenciones y obras nacionales de general importancia, si todos concurriésemos en su apoyo, ya personal, ya colectivamente, daríamos un glorioso impulso a las industrias, haríamos la eterna felicidad de nuestros operarios, que redundaría sobre nosotros mismos, con gran economía en el consumo directo de nuestras mismas obras. Realizado esto, industria y capital quedarían en el suelo nativo (...) Aparte de esto y por razón directa, se hace indispensable un fuerte recargo aduanero a las industrias extranjeras, para que, en la imposibilidad de la internación, nos reporten como utilidad vital la enseñanza y construcción de sus útiles de comercio por medio de sucursales constructoras, ubicadas en nuestro territorio (...) La amplia protección de la industria nacional y la supresión de impuestos para la materia prima; con esto las teorías pasarán de hecho a la más grata realización de una esperanza, largo tiempo acariciada por el pueblo" 301 . Los Precursores del Pensamiento nacional-antiimperialista La reflexión teórica en torno a la cuestión nacional, el cuestionamiento a una soberanía sólo formal, el planteamiento de una independencia económica y la búsqueda de una mayor integración a escala continental, recuperando el ideal bolivariano, fueron importantes vertientes que permitieron la emergencia de un pensamiento nacional antiimperialistas, en el período que estamos analizando. El pensamiento nacionalista surgió en el siglo XIX, alcanzando su máxima expresión en la política de Balmaceda que se fundamentaba en la necesidad de poner freno a la penetración de capitases británicos en salitre. Este proyecto no alcanzó a realizarse puesto que la clase dominante criolla, comprometida con los intereses imperialista se coaligaron para derrocarlo" 302 . Del mismo modo, durante el siglo XIX hubo una importante corriente que adhirió al ideal de unidad continental expresado en Francisco Bilbao y Benjamín Vicuña Mackenna, quienes denunciaron las intervenciones yanquis en Nuestra América. El peligro expansionista norteamericano fue ampliamente conocido en Chile a fines del siglo XIX. De hecho, en periódicos chilenos aparecieron una docena de artículos de José Martí entre 1884 y 1895. En ellos, el ilustre americanista exponía las luchas revolucionarias de Cuba y Puerto Rico y exhortaba a mantener una actitud vigilante frente a Estados Unidos. 303 104
En esta misma perspectiva, en 1902 El Mercurio publicó artículos de Rubén Darío y de Manuel Ugarte que sugieren la unidad de nuestras repúblicas para contrarrestar la emergente hegemonía norteamericana. 304 El jurista liberal Marcial Martínez (1833 -1918) fue un destacado latinoamericanista y uno de los primeros intelectuales que advirtió la penetración creciente de los Estados Unidos en nuestra América. Junto a su contemporáneo Benjamin Vicuña Mackenna emprendió una campaña de unidad continental después del intento de España de invadir el Perú y del bombardeo a Valparaíso en 1866. Fruto de esto es su ensayo La Unión Americana de 1868. Después de la Guerra Civil de 1891 asumió la defensa de los perseguidos por Jorge Montt. Como parlamentario fue un defensor de la nacionalización del salitre. En un Informe presentado al Senado en 1894 planteo el término a la enajenación a los depósitos calicheros y que el Fisco debe hacerse cargo de la producción salitrera y destinar sus utilidades al mejoramiento de los servicios, públicos, de la instrucción y la enseñanza, la construcción de obras y el fomento industrial. 305 Marcial Martínez frisaba los ochenta años cuando emprendió una singular campaña contra el expansionismo yanqui. Con motivo de la visita del expresidente norteamericano Teodoro Rooseveltt en noviembre de 1913, el gobierno le encomendó hacer el discurso de recepción al exmandatario por su condición de antiguo diplomático en Washington. Sorpresivamente, su discurso fue abiertamente desafiante al monroísmo: "La declaración Monroe vivió, es decir, ha dejado de existir. Es un documento anticuado, y de suponerlo vigente es un chocante anacronismo. Las condiciones sociales, económicas, políticas y aún etnológicas de 1823 han absolutamente desaparecido; y no es posible, sin incurrir en notoria aberración, pretender aplicar al presente un sistema que ha caducado de hecho" 306 . Citando a un autor norteamericano manifestó que aplicar una "nueva Doctrina Monroe" en los países latinoamericanos equivalía a implantar una política "imperialista" o "hegemónica" 307 . Después de este temerario discurso, Martínez se dedicó a fundamentar públicamente su posición antiimperialista: El 30 de noviembre de 1913 en El Mercurio publicó una carta abierta a Julio Pérez, donde manifestaba que la declaración de 1823 se había convertido en un "Polichinela o arlequín político, que se presta a toda clase de farsas (...) Actualmente pretende cubrirse con la máscara de la Doctrina Monroe una nueva política que tiende a buscar la complicidad de las Repúblicas latinas para ayudar a los Estados Unidos a realizar sus planes en México y en Centro América" 308 . En un artículo en el semanario inglés de Valparaíso The South Pacific Mail y reproducido en castellano el 31 de Diciembre de 1913 nuevamente abordó el tema: "Lo que ahora se quiere es que los Estados Unidos por si sólos, o en liga con otras potencias americanas, y aún con el beneplácito de potencias europeas, puedan intervenir (sin que se calcule adonde puede llegar la intervención), en todas las perturbaciones que ocurran en este hemisferio (...) A la nueva política no le cabe otro nombre que el de imperialismo o hegemonía. Yo le llamaré... Napoleonismo" 309 . En un intercambio epistolar con el maestro positivista Juan Enrique Lagarrigue, Martínez descartó que la declaración de Monroe haya tenido alguna importancia histórica para América Latina: "Algunos escritores latinoamericanos han dicho que la titulada doctrina Monroe prestó en el pasado, algún servicio, a lo que llamaremos América Latina (...) yo estoy en situación de demostrar que esta hipótesis es infundada, porque, en realidad de verdad, la platónica declaración de Mr. James Monroe no sirvió a nuestros padres absolutamente de nada" 310 . En la misma carta, publicada en El Mercurio el 28 de febrero de 1914, desenmascaraba los objetivos económicos del imperialismo y el entreguismo de sus anfitriones criollos: "Sería preciso ser ciego, para no ver que esta obra de penetración ha de llevar mancomunada la acción económica con la política. La colosal empresa tiende a implantar, en todo el continente americano, la hegemonía de Estados Unidos (...) Para realizar este plan vienen a nuestra casa las comisiones de altos políticos y expertos comerciantes americanos. El fin de estas embajadas es fijar bien las ideas, sobre el lucro que pueda obtenerse en estas naciones. Los americanos del sur reciben, bajo palio, a esos misioneros, como si nos trajeran el Vellocino de oro" 311 . 105
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En esta misma perspectiva, en 1902 El Mercurio publicó artículos <strong>de</strong> Rubén Darío y <strong>de</strong><br />
Manuel Ugarte que sugieren la unidad <strong>de</strong> nuestras repúblicas para contrarrestar la emergente<br />
hegemonía norteamericana. 304<br />
El jurista liberal Marcial Martínez (1833 -1918) fue un <strong>de</strong>stacado latinoamericanista y uno<br />
<strong>de</strong> los primeros intelectuales que advirtió la penetración creciente <strong>de</strong> los Estados Unidos en nuestra<br />
América. Junto a su contemporáneo Benjamin Vicuña Mackenna emprendió una campaña <strong>de</strong><br />
unidad continental <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l intento <strong>de</strong> España <strong>de</strong> invadir el Perú y <strong>de</strong>l bombar<strong>de</strong>o a Valparaíso<br />
en 1866. Fruto <strong>de</strong> esto es su ensayo La Unión Americana <strong>de</strong> 1868. Después <strong>de</strong> la Guerra Civil <strong>de</strong><br />
1891 asumió la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> los perseguidos por Jorge Montt. Como parlamentario fue un <strong>de</strong>fensor<br />
<strong>de</strong> la nacionalización <strong>de</strong>l salitre. En un Informe presentado al Senado en 1894 planteo el término a<br />
la enajenación a los <strong>de</strong>pósitos calicheros y que el Fisco <strong>de</strong>be hacerse cargo <strong>de</strong> la producción<br />
salitrera y <strong>de</strong>stinar sus utilida<strong>de</strong>s al mejoramiento <strong>de</strong> los servicios, públicos, <strong>de</strong> la instrucción y la<br />
enseñanza, la construcción <strong>de</strong> obras y el fomento industrial. 305<br />
Marcial Martínez frisaba los ochenta años cuando emprendió una singular campaña contra<br />
el expansionismo yanqui. Con motivo <strong>de</strong> la visita <strong>de</strong>l expresi<strong>de</strong>nte norteamericano Teodoro<br />
Rooseveltt en noviembre <strong>de</strong> 1913, el gobierno le encomendó hacer el discurso <strong>de</strong> recepción al exmandatario<br />
por su condición <strong>de</strong> antiguo diplomático en Washington. Sorpresivamente, su discurso<br />
fue abiertamente <strong>de</strong>safiante al monroísmo: "La <strong>de</strong>claración Monroe vivió, es <strong>de</strong>cir, ha <strong>de</strong>jado <strong>de</strong><br />
existir. Es un documento anticuado, y <strong>de</strong> suponerlo vigente es un chocante anacronismo. Las<br />
condiciones sociales, económicas, políticas y aún etnológicas <strong>de</strong> 1823 han absolutamente<br />
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sistema que ha caducado <strong>de</strong> hecho" 306 . Citando a un autor norteamericano manifestó que aplicar una<br />
"nueva Doctrina Monroe" en los países latinoamericanos equivalía a implantar una política<br />
"imperialista" o "hegemónica" 307 .<br />
Después <strong>de</strong> este temerario discurso, Martínez se <strong>de</strong>dicó a fundamentar públicamente su<br />
posición antiimperialista: El 30 <strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> 1913 en El Mercurio publicó una carta abierta a<br />
Julio Pérez, don<strong>de</strong> manifestaba que la <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> 1823 se había convertido en un "Polichinela o<br />
arlequín político, que se presta a toda clase <strong>de</strong> farsas (...) Actualmente preten<strong>de</strong> cubrirse con la<br />
máscara <strong>de</strong> la Doctrina Monroe una nueva política que tien<strong>de</strong> a buscar la complicidad <strong>de</strong> las<br />
Repúblicas latinas para ayudar a los Estados Unidos a realizar sus planes en México y en Centro<br />
América" 308 .<br />
En un artículo en el semanario inglés <strong>de</strong> Valparaíso The South Pacific Mail y reproducido<br />
en castellano el 31 <strong>de</strong> Diciembre <strong>de</strong> 1913 nuevamente abordó el tema: "Lo que ahora se quiere es<br />
que los Estados Unidos por si sólos, o en liga con otras potencias americanas, y aún con el<br />
beneplácito <strong>de</strong> potencias europeas, puedan intervenir (sin que se calcule adon<strong>de</strong> pue<strong>de</strong> llegar la<br />
intervención), en todas las perturbaciones que ocurran en este hemisferio (...) A la nueva política no<br />
le cabe otro nombre que el <strong>de</strong> imperialismo o hegemonía. Yo le llamaré... Napoleonismo" 309 .<br />
En un intercambio epistolar con el maestro positivista Juan Enrique Lagarrigue, Martínez<br />
<strong>de</strong>scartó que la <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> Monroe haya tenido alguna importancia histórica para América<br />
Latina: "Algunos escritores latinoamericanos han dicho que la titulada doctrina Monroe prestó en el<br />
pasado, algún servicio, a lo que llamaremos América Latina (...) yo estoy en situación <strong>de</strong> <strong>de</strong>mostrar<br />
que esta hipótesis es infundada, porque, en realidad <strong>de</strong> verdad, la platónica <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> Mr.<br />
James Monroe no sirvió a nuestros padres absolutamente <strong>de</strong> nada" 310 . En la misma carta, publicada<br />
en El Mercurio el 28 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1914, <strong>de</strong>senmascaraba los objetivos económicos <strong>de</strong>l imperialismo<br />
y el entreguismo <strong>de</strong> sus anfitriones criollos: "Sería preciso ser ciego, para no ver que esta obra<br />
<strong>de</strong> penetración ha <strong>de</strong> llevar mancomunada la acción económica con la política. La colosal empresa<br />
tien<strong>de</strong> a implantar, en todo el continente americano, la hegemonía <strong>de</strong> Estados Unidos (...) Para<br />
realizar este plan vienen a nuestra casa las comisiones <strong>de</strong> altos políticos y expertos comerciantes<br />
americanos. El fin <strong>de</strong> estas embajadas es fijar bien las i<strong>de</strong>as, sobre el lucro que pueda obtenerse en<br />
estas naciones. Los americanos <strong>de</strong>l sur reciben, bajo palio, a esos misioneros, como si nos trajeran<br />
el Vellocino <strong>de</strong> oro" 311 .<br />
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