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09. Preludio a la Fundación

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

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EL LIBRO<br />

HISTORIA DE LA MANO EN EL MUSLO. — ...Algo mencionado por Hari Seldon en un punto crucial de su<br />

búsqueda de un método para desarrol<strong>la</strong>r <strong>la</strong> psicohistoria. Por desgracia, sus publicaciones no nos<br />

indican lo que era <strong>la</strong> «historia» y cualquier especu<strong>la</strong>ción respecto a el<strong>la</strong> (y hay muchas) es fútil.<br />

Sigue siendo uno de los muchos e integrantes misterios sobre <strong>la</strong> carrera de Seldon.<br />

Enciclopedia Galáctica<br />

45<br />

Gota de Lluvia Cuarenta y Tres se quedó mirando a Seldon, con ojos alocados y respiración<br />

jadeante.<br />

—No puedo seguir aquí —dijo.<br />

Seldon miró a su alrededor.<br />

—Nadie nos molesta. Incluso el Hermano que nos ha dado <strong>la</strong>s golosinas no ha comentado nada<br />

sobre nosotros. Pareció tomarnos por una pareja perfectamente normal.<br />

—Porque no hay nada anormal en nosotros..., cuando estamos en penumbra, cuando mantienes<br />

<strong>la</strong> voz baja de modo que tu acento tribal se nota menos, y cuando yo parezco tranqui<strong>la</strong>. Pero<br />

ahora... —Su voz iba enronqueciendo.<br />

—Ahora, ¿qué?<br />

—Me siento nerviosa y tensa. Estoy... empapada en sudor.<br />

—¿Quién se va a fijar? Relájate. Cálmate.<br />

—No puedo re<strong>la</strong>jarme aquí. No puedo calmarme en un sitio donde pueden verme.<br />

—¿Adonde podemos ir, pues?<br />

—Hay pequeños cobertizos para descansar. He trabajado aquí. Sé dónde están.<br />

Echó a andar de prisa y Seldon <strong>la</strong> siguió. Subieron por una pequeña rampa, que a <strong>la</strong> escasa luz él<br />

no hubiera visto de no ser por el<strong>la</strong>, luego pasaron ante una hilera de puertas, ampliamente<br />

separadas.<br />

—La del extremo —murmuró el<strong>la</strong>—. Está vacía.<br />

Y así era, en efecto. Había un pequeño rectángulo luminoso que decía DESOCUPADO y <strong>la</strong><br />

puerta aparecía abierta.<br />

Gota de Lluvia Cuarenta y Tres miró rápidamente a su alrededor, indicó a Seldon que entrara y el<strong>la</strong><br />

lo hizo a continuación. Cerró <strong>la</strong> puerta y, al cerrar<strong>la</strong>, una pequeña luz en el techo iluminó el<br />

interior.<br />

—¿Hay algún medio de que el letrero de <strong>la</strong> puerta pueda indicar que no está libre? —preguntó<br />

Seldon.<br />

—Automáticamente, al cerrarse <strong>la</strong> puerta y encenderse <strong>la</strong> luz, el letrero cambia.<br />

Seldon percibía una suave corriente de aire que producía un leve sonido, pero, ¿en qué lugar de<br />

Trantor no se notaba lo mismo?<br />

La estancia no era grande; tenía un camastro con un colchón firme y eficiente y sábanas muy<br />

limpias. Había una mesa y una sil<strong>la</strong>, un pequeño refrigerador y algo que parecía una mesita<br />

caliente, quizás una pequeña p<strong>la</strong>ca para calentar comida.<br />

Gota de Lluvia Cuarenta y Tres se sentó en <strong>la</strong> sil<strong>la</strong>, muy tiesa, en un visible esfuerzo por re<strong>la</strong>jarse.<br />

Seldon, indeciso sobre cómo comportarse, permaneció de pie hasta que Gota de Lluvia le indicó,<br />

un poco impaciente, que se sentara en el camastro. Así lo hizo.<br />

—Si alguna vez llegara a saberse que he estado aquí con un hombre, aunque sea de una<br />

tribu, me convertiré en una verdadera paria —murmuró Gota de Lluvia Cuarenta y Tres con<br />

dulzura, como si hab<strong>la</strong>ra consigo misma.<br />

—Entonces, no nos quedemos aquí —exc<strong>la</strong>mó Seldon poniéndose en pie de un salto.<br />

—Siéntate. No puedo salir en el estado en que me encuentro. Me has estado preguntando sobre<br />

religión. ¿Qué es lo que buscas?<br />

A Seldon le pareció que el<strong>la</strong> había cambiado por completo. La pasividad y el servilismo habían<br />

desaparecido. No quedaba nada de su timidez, de su torpeza ante un varón. Lo miraba,<br />

ardientemente, a través de los ojos entornados.<br />

—Ya te lo he dicho. Conocimientos. Soy un estudioso. Mi profesión y mi deseo es saber. Quiero, en<br />

especial, comprender a <strong>la</strong> gente, así que necesito estudiar Historia. En muchos mundos, los<br />

antiguos documentos históricos, los verdaderos archivos históricos, se han transformado en mitos y<br />

leyendas, formando parte, con frecuencia, de una serie de creencias religiosas o supernaturalista.

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