09. Preludio a la Fundación
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
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abajo.<br />
Se quedó asombrado. Ligeramente dulzona, pese a ello, dejaba un regusto algo amargo, pero no<br />
encontraba el verdadero sabor.<br />
—¿Puedo tomar otra? —pidió.<br />
—Coge media docena —ofreció Gota de Lluvia Cuarenta y Tres tendiéndole un puñado—. Nunca<br />
parecen tener el mismo sabor dos veces seguidas y casi carecen de calorías; prueba.<br />
El<strong>la</strong> tenía razón. Seldon dejó que <strong>la</strong> golosina permaneciera un momento en <strong>la</strong> boca; trató de<br />
<strong>la</strong>mer<strong>la</strong> cuidadosamente; trató de darle un mordisco. Pero, pese al cuidado puesto en morder, se<br />
deshacía. Una vez separado un fragmento, el resto desaparecía al instante Cada sabor era<br />
indefinible y no del todo parecido al anterior.<br />
—Lo peor es que —explicó <strong>la</strong> Hermana, feliz—, muy de vez en cuando, encuentras una excepcional<br />
y jamás puedes olvidar<strong>la</strong>, pero tampoco vuelves a encontrar otra igual. Comí una cuando tenía<br />
nueve años... —Su expresión perdió su arrobo y dijo—: Es una gran cosa. Te enseña <strong>la</strong> brevedad<br />
de <strong>la</strong>s cosas del mundo.<br />
Seldon lo interpretó como una señal. Ya habían paseado bastante sin rumbo fijo. Se había<br />
acostumbrado a él y le hab<strong>la</strong>ba. Y ahora <strong>la</strong> conversación había llegado a su punto. ¡Ahora!<br />
44<br />
—Vengo de un mundo que vive al aire libre, Hermana —dijo Seldon—, como todos los mundos,<br />
excepto Trantor. Llueve o no llueve, los ríos bajan perezosos o se desbordan, <strong>la</strong> temperatura es<br />
alta o baja. Eso significa que <strong>la</strong>s cosechas son buenas o ma<strong>la</strong>s. No obstante, aquí, el ambiente<br />
está realmente contro<strong>la</strong>do. Las cosechas no tienen más remedio que ser buenas. Qué afortunado<br />
es Mycogen.<br />
Esperó. Cabían diversas respuestas y su línea de acción dependería de <strong>la</strong> respuesta que<br />
obtuviera.<br />
Ahora, el<strong>la</strong> le hab<strong>la</strong>ba con plena libertad y parecía haber perdido <strong>la</strong> primitiva inhibición respecto<br />
de su masculinidad, así que el <strong>la</strong>rgo paseo había servido su propósito.<br />
—El ambiente no es tan fácil de contro<strong>la</strong>r —observó Gota de Lluvia Cuarenta y Tres—. En<br />
ocasiones, tenemos infecciones virales y, a veces, se presentan mutaciones inesperadas y no<br />
deseadas. En ocasiones, también hay cultivos enteros que se agostan o que no valen nada.<br />
—Me sorprendes. ¿Y qué pasa entonces?<br />
—Por lo general, no queda más remedio que destruir el cultivo estropeado, incluso aquellos que<br />
simplemente pueden ser susceptibles de estropearse. Bandejas y depósitos deben esterilizarse por<br />
completo e incluso eliminados a veces.<br />
—Viene a ser como <strong>la</strong> cirugía —comentó Seldon—: cortáis el tejido dañado.<br />
—Sí.<br />
—¿Qué hacéis para evitar esas cosas?<br />
—¿Qué podemos hacer? Llevamos a cabo una comprobación constantemente para evitar que<br />
puedan surgir mutaciones, que aparezcan nuevos virus, cualquier contaminación accidental o<br />
alteración del ambiente. Muy pocas veces detectamos algo malo, pero tomamos medidas drásticas<br />
si lo hacemos. El resultado es que los años malos son pocos e incluso éstos afectan sólo de<br />
manera fraccionada. El peor año que hemos tenido alcanzó una media de sólo un 1 %, aunque<br />
fue suficiente para producir malestar. El problema estriba en que ni <strong>la</strong> más cuidadosa<br />
previsión, ni los más inteligentes programas de computadoras p<strong>la</strong>nteados pueden predecir lo<br />
que es esencialmente impredecible.<br />
(Seldon sintió un involuntario estremecimiento. Era como si le estuviera hab<strong>la</strong>ndo de<br />
psicohistoria..., sólo que le hab<strong>la</strong>ba de los productos de <strong>la</strong>s microgranjas de una pequeña<br />
fracción de <strong>la</strong> Humanidad, mientras que él tenía presente todo el poderoso Imperio Galáctico en<br />
cada una de todas sus actividades.)<br />
—Seguro que no todo es inesperado, impredecible —observó, inevitablemente descorazonado—.<br />
Hay fuerzas que nos guían y que cuidan de todos nosotros.<br />
La Hermana se envaró. Se volvió para mirarle, como si quisiera estudiarle con sus ojos de<br />
mirada penetrante. Pero lo único que dijo, fue:<br />
—¿Cómo?<br />
—Me parece que al hab<strong>la</strong>r de virus y mutaciones, hab<strong>la</strong>mos de lo natural, de fenómenos que están<br />
sometidos a leyes naturales. Esto deja de <strong>la</strong>do lo sobrenatural, ¿no? Deja fuera aquello que no<br />
está sometido a <strong>la</strong>s leyes naturales y que, por tanto, <strong>la</strong> ley natural puede contro<strong>la</strong>r.