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09. Preludio a la Fundación

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

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—No debes quejarte de nosotras, miembro de <strong>la</strong> tribu. Sería una injusticia. Me obligas a<br />

quebrantar <strong>la</strong> costumbre de mi pueblo. ¿Qué es lo que deseas de mí?<br />

Seldon sonrió, conciliador, y al momento le tendió <strong>la</strong> mano.<br />

—Dame <strong>la</strong> prenda que me has traído; <strong>la</strong> kirtle.<br />

El<strong>la</strong> a<strong>la</strong>rgó el brazo en silencio y depositó <strong>la</strong> kirtle en su mano. Seldon se inclinó ligeramente.<br />

—Gracias, Hermana —murmuró con cálida voz.<br />

Después, dirigió una rápida mirada en dirección de Dors, como diciendo: «¿Lo ves?» Pero Dors<br />

desvió <strong>la</strong> suya, indignada.<br />

La kirtle no tenía nada que <strong>la</strong> distinguiera, descubrió Seldon al desdob<strong>la</strong>r<strong>la</strong> (por lo visto, los<br />

bordados, su decoración, eran sólo para <strong>la</strong>s mujeres), aunque llevaba una faja terminada en<br />

bor<strong>la</strong>s que era probable se colocara de un modo determinado. Ya lo descubriría.<br />

—Pasaré al cuarto de baño —comentó— y me <strong>la</strong> pondré; no tardaré ni un minuto.<br />

Entró en el pequeño recinto y se encontró con que no podía cerrar <strong>la</strong> puerta porque también<br />

Dors quería entrar con él. Cuando ambos estuvieron dentro, se pudo cerrar <strong>la</strong> puerta.<br />

—¿Por qué lo has hecho? ¡Eres un bruto, Hari! —siseó Dors airada—. ¿Por qué has tratado así a<br />

<strong>la</strong> pobre mujer?<br />

—Tenía que obligar<strong>la</strong> a hab<strong>la</strong>rme —contestó Seldon impaciente—. Cuento con el<strong>la</strong> para<br />

informarme. Lo sabes de sobra. Siento haber tenido que mostrarme cruel..., ¿de qué otro modo<br />

podía haber disipado sus inhibiciones? —Después, le indicó que saliera.<br />

Cuando abandonó el cuarto de baño, vio que Dors también había vestido su kirtle.<br />

El<strong>la</strong>, pese a <strong>la</strong> calvicie que le prestaba su cubrecabeza y <strong>la</strong> inherente austeridad de su kirtle,<br />

conseguía aparecer de lo más atractiva. El corte de <strong>la</strong> túnica sugería <strong>la</strong> figura sin reve<strong>la</strong>r<strong>la</strong> lo<br />

más mínimo. Su faja, más ancha que <strong>la</strong> de él, tenía un tono de gris ligeramente distinto al de <strong>la</strong><br />

kirtle. Y lo mejor era que iba sujeta de<strong>la</strong>nte por dos botones de bril<strong>la</strong>nte pedrería azul. «Las<br />

mujeres consiguen embellecerse incluso en circunstancias difíciles», pensó Seldon.<br />

—Ahora pareces un verdadero mycogenio —comentó Dors, contemp<strong>la</strong>ndo a Hari—. Ambos<br />

estamos a punto para que <strong>la</strong>s Hermanas puedan llevarnos de compras.<br />

—Sí, pero después quiero que Gota de Lluvia Cuarenta y Tres me lleve a dar una vuelta por<br />

<strong>la</strong>s microgranjas.<br />

Los ojos de Gota de Lluvia Cuarenta y Tres se desorbitaron y dio un paso atrás.<br />

—Quiero ver<strong>la</strong>s —insistió Seldon con toda tranquilidad.<br />

Gota de Lluvia Cuarenta y Tres miró a Dors.<br />

—Mujer tribal...<br />

—Quizá no sabes nada de <strong>la</strong>s granjas, Hermana —<strong>la</strong> interrumpió Seldon.<br />

Pareció como si le hubiera pinchado el nervio. Levantó <strong>la</strong> barbil<strong>la</strong> con altivez aunque no se<br />

dirigió a él sino a Dors.<br />

—He trabajado en <strong>la</strong>s microgranjas. Todos los Hermanos y Hermanas lo hacemos en algún<br />

momento de nuestra vida.<br />

—Bien, llévame entonces a visitar<strong>la</strong>s —ordenó Seldon—. Y no volvamos a discutir. No soy un<br />

Hermano con el que te esté prohibido hab<strong>la</strong>r y con quien no puedas tener trato. Soy un<br />

miembro de tribu y un huésped de honor. Llevo este crubrecabeza y esta kirtle para no l<strong>la</strong>mar <strong>la</strong><br />

atención, pero soy un erudito y debo aprender mientras esté aquí. No puedo quedarme sentado<br />

en esta habitación contemp<strong>la</strong>ndo <strong>la</strong> pared. Quiero ver <strong>la</strong> única cosa que tenéis y que el resto de<br />

<strong>la</strong> Ga<strong>la</strong>xia no tiene..., vuestras microgranjas. Deberías sentirte orgullosa de mostrárme<strong>la</strong>s.<br />

—Estamos orgullosos de el<strong>la</strong>s —afirmó Gota de Lluvia Cuarenta y Tres, enfrentándose ahora a<br />

Seldon mientras le hab<strong>la</strong>ba—. Yo te <strong>la</strong>s mostraré, aunque no creas que vas a enterarte de<br />

nuestros secretos, si es eso lo que pretendes. Te mostraré <strong>la</strong>s microgranjas mañana por <strong>la</strong><br />

mañana. Lleva tiempo preparar una visita.<br />

—Esperaré hasta mañana, por <strong>la</strong> mañana. ¿Me lo prometes? ¿Cuento con tu pa<strong>la</strong>bra de honor?<br />

—Soy una Hermana y hago lo que digo —exc<strong>la</strong>mó Gota de Lluvia Cuarenta y Tres, abiertamente<br />

despectiva—. Mantendré mi pa<strong>la</strong>bra aunque se <strong>la</strong> haya dado a un miembro de tribu.<br />

Su voz se volvió g<strong>la</strong>cial al pronunciar <strong>la</strong>s últimas pa<strong>la</strong>bras, mientras sus ojos se agrandaban y<br />

parecían <strong>la</strong>nzar chispas. Seldon se preguntó qué estaría pasando por aquel<strong>la</strong> mente, y se sintió<br />

incómodo.<br />

43<br />

Seldon pasó una noche inquieta. Para empezar, Dors había anunciado que debía

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