09. Preludio a la Fundación

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots. La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

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—La excusa habitual —murmuró Dors con una sonrisa. Seldon se recostó, con una sensación de satisfactorio bienestar. —Hace dos años que vives en Trantor, Dors, y deberías comprender ciertas cosas que yo no entiendo. En tu opinión, ¿crees que este curioso sistema social de los mycogenios forma parte del punto de vista supernaturalista que tienen? —¿ Supernaturalista? —Sí. ¿Lo habías oído decir? —¿Qué quieres decir con «supernaturalista»? —Lo que es obvio. Una creencia en entidades que son independientes de la ley natural, que no están obligadas por la conservación de la energía, por ejemplo, o por la existencia de una acción constante. —Ya. Estás preguntando si Mycogen es una comunidad religiosa. —¿Religiosa? —se asombró Seldon. —Sí. Es un término arcaico, pero nosotros, los historiadores, lo empleamos... Nuestros estudios están repletos de términos arcaicos. «Religioso» no es que sea equivalente a «supernaturalista», aunque contiene ricos elementos super-naturalísticos... No podría, sin embargo, responder a tu pregunta específica porque nunca me he dedicado a una especial investigación de Mycogen. Aunque, por lo poco que he visto del lugar y por mi conocimiento de las religiones en la Historia, no me sorprendería que la sociedad mycogenia fuera de carácter religioso. —En tal caso, ¿te sorprendería que las leyendas mycogenias fueran también de carácter religioso? —No, no me sorprendería. —Y, por tanto, no estarán basadas en la Historia. —No necesariamente. El núcleo de las leyendas podría ser auténticamente histórico, si dejamos aparte la distorsión y la mezcla naturalista. —¡Ah! —se limitó a decir Seldon, aparentemente sumido en sus pensamientos. Al fin Dors rompió el silencio. —No es tan raro, ¿sabes? En muchos mundos hay un considerable elemento religioso. Se ha ido haciendo más fuerte en los últimos siglos, a medida que el Imperio se volvía más turbulento. En mi mundo de Cinna, una cuarta parte de la población, por lo menos, es triteísta. Seldon volvió a sentirse dolorosa y lamentablemente consciente de su ignorancia de la Historia. —¿Hubo tiempos en la historia pasada en que la religión fuese más relevante que hoy? — preguntó. —Desde luego. Además, constantemente surgen nuevas variantes. La religión mycogenia, que desconozco, podría ser relativamente nueva y estar restringida al propio Mycogen. No sabría decírtelo sin hacer un estudio profundo. —Pero estamos llegando a la cuestión, Dors. En tu opinión, ¿tienden las mujeres a ser más religiosas que los hombres? Dors Venabili alzó las cejas. —No estoy segura de que podamos asumir algo tan simple como esto... —Reflexionó un instante—. Sospecho que aquellos elementos de la población que tengan una menor participación en el mundo material, natural, tienden más a encontrar solaz en lo que tú llamas supernaturismo: los pobres, los desheredados, los pisoteados. Hasta donde el supernaturismo coincide con la Religión, puede que sean más religiosos. Es obvio que habrá muchas excepciones en ambos campos. Muchos de los ricos, poderosos y satisfechos pueden tener una religión; muchos de los oprimidos, no tenerla. —Pero, en Mycogen —terció Seldon—, donde las mujeres son tratadas como seres inferiores..., ¿no sería lógico suponer que practicarían la religión más que los hombres?, ¿que estarían más sometidas a esas leyendas que la sociedad ha conservado? —No apostaría mi vida por ello, Han, aunque estoy dispuesta a apostar la paga de una semana. —Bien —aceptó Seldon, pensativo. Dors le sonrió. —He aquí un poco de tu psicohistoria, Hari. Regla número 47.854: los oprimidos son más religiosos que los satisfechos. Seldon agitó la cabeza. —No te burles de la psicohistoria, Dors —protestó—. Sabes que no voy a la zaga de pequeñas

eglas sino de inmensas generalizaciones, y mediante la manipulación. No busco una religiosidad comparativa como resultado de cien reglas especificas. Quiero algo de lo que, una vez manipulado mediante algún sistema de lógica matemática, pueda decir: «Muy bien, este grupo de gente tenderá a ser más religioso que este otro siempre y cuando se sigan los siguientes criterios, y que, por consiguiente, cuando la Humanidad tropiece con estos estímulos, reaccione con estas respuestas. —¡Qué horrible! —exclamó Dors— Estás describiendo a los seres humanos como simples aparatos mecánicos. Pulse este botón y conseguirá ese rictus. —No, porque habrá muchos botones pulsados a un tiempo, en grados variables, y requerirán tantas respuestas de diferente tipo que las predicciones generales del futuro serán de naturaleza estadística, lo cual hará que el ser humano siga siendo un agente ubre. —¿Cómo puedes saberlo? —No lo sé —confesó Seldon—. Lo siento así Considero que es como las cosas deben ser. Si soy capaz de encontrar los axiomas, las Leyes Fundamentales de la Humanística, por así decirlo, y el necesario enfoque matemático, habré encontrado mi psicohistoria. He demostrado que, en teoría, se puede... —Pero no es práctica, ¿verdad? —Siempre digo lo mismo. Una sonrisa curvó los labios de Dors. —¿Es eso lo que estás haciendo, Hari?, ¿buscando alguna solución a este problema? —No lo sé. Te juro que no lo sé. Pero Chetter Hummin está tan impaciente por encontrar la solución, que, por alguna razón, estoy impaciente por complacerle. ¡Es un hombre tan persuasivo! —Sí, lo sé. Seldon dejó pasar el comentario, aunque su rostro se ensombreció. —Hummin —prosiguió— insiste en la decadencia del Imperio, en que éste se derrumbará, que la psicohistoria es su única esperanza de salvación, o de mejora, y que, la Humanidad, sin ella, será destruida o, por lo menos, sufrirá una prolongada aflicción. Parece que me carga a mí la responsabilidad de evitarlo. Ahora bien, el Imperio me sobrevivirá, eso desde luego, pero si quiero seguir mi vida tranquilo, debo desprenderme de esta responsabilidad. Tengo que convencerme, y convencer a Hummin, que la psico-historia no es la salida práctica; que, pese a la teoría, no puede desarrollarse. Así que debo seguir todas las pistas que pueda y demostrar que cada una de ellas tiene algún fallo. —¿Pistas? ¿Cómo retroceder en la Historia a la época en que la sociedad humana era más pequeña que ahora? —Mucho más pequeña, y bastante menos compleja. —Y demostrar que la solución sigue sin ser práctica. —En efecto. —¿Y quién va a describirte el mundo primitivo? Si los mycogenios tienen alguna imagen coherente de la primitiva Galaxia, Amo del Sol jamás se lo revelaría a un tribal. Ningún mycogenio lo haría. Ésta es una sociedad muy introvertida (¿cuántas veces lo he dicho ya?), y sus miembros sospechan de las tribus hasta la paranoia. No nos dirán nada. —Tendré que hallar el modo de persuadir a algún mycogenio para que me hable. Las Hermanas, por ejemplo. —Ni siquiera querrán oírte, macho que eres, como Amo del Sol no querrá escucharme a mí. Incluso si te hablaran, ¿qué sabrían ellas sino alguna frase que otra? —Debo empezar por alguna parte. —Bien, pensemos. Hummin dice que debo protegerte y yo lo interpreto en el sentido de que debo ayudarte cuanto pueda. ¿Qué sé yo de religión? No se parece en nada a mi especialidad. Siempre he tratado con fuerzas económicas más que con fuerzas filosóficas, pero la Historia no puede ser dividida en pequeñas y ordenadas divisiones independientes. Por ejemplo, las religiones tienden a acumular riqueza cuando la suerte las sonríe y esto tiende, a la larga, a falsear el desarrollo económico de una sociedad... Ahí, por incidencia, se encuentra una de las numerosas reglas de la historia humana que deberás deducir de tus Leyes Humanísticas Básicas, o como les llames. Pero... La voz de Dors se apagó cuando ella se perdió en sus reflexiones. Seldon la observaba con atención. Los ojos de Dors se pusieron vidriosos como si mirara en lo más profundo de sí misma. —No es una regla invariable —explicó ella al fin—, pero me parece que, en muchas ocasiones,

—La excusa habitual —murmuró Dors con una sonrisa.<br />

Seldon se recostó, con una sensación de satisfactorio bienestar.<br />

—Hace dos años que vives en Trantor, Dors, y deberías comprender ciertas cosas que yo no<br />

entiendo. En tu opinión, ¿crees que este curioso sistema social de los mycogenios forma parte del<br />

punto de vista supernaturalista que tienen?<br />

—¿ Supernaturalista?<br />

—Sí. ¿Lo habías oído decir?<br />

—¿Qué quieres decir con «supernaturalista»?<br />

—Lo que es obvio. Una creencia en entidades que son independientes de <strong>la</strong> ley natural, que no<br />

están obligadas por <strong>la</strong> conservación de <strong>la</strong> energía, por ejemplo, o por <strong>la</strong> existencia de una acción<br />

constante.<br />

—Ya. Estás preguntando si Mycogen es una comunidad religiosa.<br />

—¿Religiosa? —se asombró Seldon.<br />

—Sí. Es un término arcaico, pero nosotros, los historiadores, lo empleamos... Nuestros estudios<br />

están repletos de términos arcaicos. «Religioso» no es que sea equivalente a «supernaturalista»,<br />

aunque contiene ricos elementos super-naturalísticos... No podría, sin embargo, responder a tu<br />

pregunta específica porque nunca me he dedicado a una especial investigación de Mycogen.<br />

Aunque, por lo poco que he visto del lugar y por mi conocimiento de <strong>la</strong>s religiones en <strong>la</strong><br />

Historia, no me sorprendería que <strong>la</strong> sociedad mycogenia fuera de carácter religioso.<br />

—En tal caso, ¿te sorprendería que <strong>la</strong>s leyendas mycogenias fueran también de carácter<br />

religioso?<br />

—No, no me sorprendería.<br />

—Y, por tanto, no estarán basadas en <strong>la</strong> Historia.<br />

—No necesariamente. El núcleo de <strong>la</strong>s leyendas podría ser auténticamente histórico, si dejamos<br />

aparte <strong>la</strong> distorsión y <strong>la</strong> mezc<strong>la</strong> naturalista.<br />

—¡Ah! —se limitó a decir Seldon, aparentemente sumido en sus pensamientos.<br />

Al fin Dors rompió el silencio.<br />

—No es tan raro, ¿sabes? En muchos mundos hay un considerable elemento religioso. Se ha ido<br />

haciendo más fuerte en los últimos siglos, a medida que el Imperio se volvía más turbulento. En<br />

mi mundo de Cinna, una cuarta parte de <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción, por lo menos, es triteísta.<br />

Seldon volvió a sentirse dolorosa y <strong>la</strong>mentablemente consciente de su ignorancia de <strong>la</strong> Historia.<br />

—¿Hubo tiempos en <strong>la</strong> historia pasada en que <strong>la</strong> religión fuese más relevante que hoy? —<br />

preguntó.<br />

—Desde luego. Además, constantemente surgen nuevas variantes. La religión mycogenia, que<br />

desconozco, podría ser re<strong>la</strong>tivamente nueva y estar restringida al propio Mycogen. No sabría<br />

decírtelo sin hacer un estudio profundo.<br />

—Pero estamos llegando a <strong>la</strong> cuestión, Dors. En tu opinión, ¿tienden <strong>la</strong>s mujeres a ser más<br />

religiosas que los hombres?<br />

Dors Venabili alzó <strong>la</strong>s cejas.<br />

—No estoy segura de que podamos asumir algo tan simple como esto... —Reflexionó un<br />

instante—. Sospecho que aquellos elementos de <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción que tengan una menor<br />

participación en el mundo material, natural, tienden más a encontrar so<strong>la</strong>z en lo que tú l<strong>la</strong>mas<br />

supernaturismo: los pobres, los desheredados, los pisoteados. Hasta donde el supernaturismo<br />

coincide con <strong>la</strong> Religión, puede que sean más religiosos. Es obvio que habrá muchas excepciones en<br />

ambos campos. Muchos de los ricos, poderosos y satisfechos pueden tener una religión; muchos<br />

de los oprimidos, no tener<strong>la</strong>.<br />

—Pero, en Mycogen —terció Seldon—, donde <strong>la</strong>s mujeres son tratadas como seres inferiores...,<br />

¿no sería lógico suponer que practicarían <strong>la</strong> religión más que los hombres?, ¿que estarían más<br />

sometidas a esas leyendas que <strong>la</strong> sociedad ha conservado?<br />

—No apostaría mi vida por ello, Han, aunque estoy dispuesta a apostar <strong>la</strong> paga de una<br />

semana.<br />

—Bien —aceptó Seldon, pensativo.<br />

Dors le sonrió.<br />

—He aquí un poco de tu psicohistoria, Hari. Reg<strong>la</strong> número 47.854: los oprimidos son más religiosos<br />

que los satisfechos.<br />

Seldon agitó <strong>la</strong> cabeza.<br />

—No te burles de <strong>la</strong> psicohistoria, Dors —protestó—. Sabes que no voy a <strong>la</strong> zaga de pequeñas

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