09. Preludio a la Fundación
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
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de verdadera luz so<strong>la</strong>r.<br />
Cuando estuvieron debajo de <strong>la</strong>s nubes, Arriba apareció inmediatamente a sus pies y su<br />
superficie, por lo menos en aquel punto, era una mezc<strong>la</strong> de grutas, bosques y manchones de<br />
hierba: lo que Clowzia había contado a Seldon que podía encontrarse en Arriba.<br />
Pero tampoco tuvieron demasiado tiempo para observarlo. Debajo de ellos apareció una abertura,<br />
bordeada por letras que decían MYCOGEN.<br />
Se <strong>la</strong>nzaron dentro.<br />
36<br />
Aterrizaron en un jetpuerto que parecía desierto a los ojos asombrados de Seldon. El piloto,<br />
cumplida su misión, estrechó <strong>la</strong>s manos de Hari y de Dors, y se elevó como un chorro metiéndose<br />
en el agujero que se abrió para él.<br />
Parecía como si no tuvieran otra cosa que hacer más que esperar. Había bancos donde podían<br />
sentarse cien personas quizá, pero Seldon y Dors Venabili eran <strong>la</strong>s dos únicas allí. El puerto,<br />
rectangu<strong>la</strong>r, estaba rodeado de muros en los que debía haber muchos túneles que podían<br />
abrirse para recibir o devolver jets, pero ninguno salió después de que el suyo hubo partido ni<br />
tampoco llegó mientras esperaban.<br />
No había gente que viajara, ni indicio alguno de vida; el propio <strong>la</strong>tir de Trantor había<br />
enmudecido.<br />
A Seldon se le hizo opresiva aquel<strong>la</strong> soledad. Se volvió a Dors y preguntó:<br />
—¿Qué es lo que debemos hacer aquí? —preguntó—. ¿Tienes alguna idea?<br />
—Hummin me dijo que el Amo del Sol Catorce vendría a esperarnos. Es lo único que sé.<br />
—¿Amo del Sol Catorce? ¿Qué será eso?<br />
—Un ser humano, supongo. Sin embargo, por el nombre no puedo imaginar si será hombre o<br />
mujer.<br />
—Un nombre curioso.<br />
—Lo curioso se encuentra en <strong>la</strong> mente del que lo oye. A veces, los que no me conocen,<br />
suponen que soy un hombre.<br />
—¡Qué idiotas! —observó Seldon, sonriendo.<br />
—Nada de esto. Si juzgan por mi nombre, tienen razón. Parece ser que en muchos mundos es un<br />
nombre de varón.<br />
—Nunca lo había oído.<br />
—Porque no eres un gran viajero galáctico. El nombre «Hari» es bastante corriente en todas<br />
partes, aunque una vez conocí a una mujer l<strong>la</strong>mada «Haré», pronunciado como tu nombre pero<br />
escrito con e final. Creo recordar que en Mycogen los nombres particu<strong>la</strong>res son para <strong>la</strong>s<br />
familias..., y están numerados.<br />
—Pero, Amo del Sol parece excesivo.<br />
—¿Qué importancia tiene presumir un poco? En Cinna, «Dors» procede de una antigua expresión<br />
local que significa «regalo de primavera».<br />
—¿Porque naciste en primavera?<br />
—No. Vi <strong>la</strong> luz del día en pleno verano de Cinna, pero a mi familia les pareció un nombre<br />
simpático, prescindiendo de <strong>la</strong> tradición y de su ya olvidado significado.<br />
—En tal caso, quizás Amo del Sol...<br />
Una voz profunda y severa anunció:<br />
—Ése es mi nombre, miembros de <strong>la</strong> tribu.<br />
Seldon, sobresaltado, miró a su izquierda. Sin que ellos se dieran cuenta un coche descubierto se<br />
les había acercado. Era cuadrado y arcaico, con aspecto de furgoneta de reparto. Sentado ante<br />
los controles se hal<strong>la</strong>ba un hombre alto y viejo, vigoroso al parecer, a pesar de <strong>la</strong> edad. Altivo y<br />
majestuoso, bajó del coche.<br />
Vestía una <strong>la</strong>rga túnica b<strong>la</strong>nca, de mangas voluminosas, sujetas a <strong>la</strong>s muñecas. Por debajo de <strong>la</strong><br />
túnica asomaban unas b<strong>la</strong>ndas sandalias de <strong>la</strong>s que sobresalía el dedo gordo, mientras que su<br />
cabeza, maravillosamente formada, estaba completamente afeitada. Contempló calmosamente a los<br />
dos, con sus profundos ojos azules<br />
—Os saludo, miembros de <strong>la</strong> tribu —les dijo.<br />
Seldon, maquinalmente correcto, respondió:<br />
—Os saludamos, señor. —Y sinceramente desconcertado, preguntó—: ¿Por dónde habéis<br />
entrado?