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09. Preludio a la Fundación

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

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computerizadas. Cambian de longitud, anchura, curvatura y forma para adaptarse a <strong>la</strong> velocidad<br />

del jet, a <strong>la</strong> velocidad y dirección del viento, a <strong>la</strong> temperatura, y a media docena de variantes<br />

más. Las a<strong>la</strong>s no se desprenderían a menos que el propio jet estuviera sometido a tal presión<br />

que se partiera.<br />

Hubo una rociada de agua contra <strong>la</strong> ventanil<strong>la</strong> de Seldon y éste observó:<br />

—Está lloviendo.<br />

—Ocurre con frecuencia —contestó el piloto.<br />

Seldon miró hacia fuera. En Helicón o en cualquier otro mundo se hubieran visto luces..., <strong>la</strong><br />

iluminada obra del hombre. Sólo Trantor estaba a oscuras.<br />

... Aunque no del todo. En un punto distante vislumbró el destello de <strong>la</strong> luz de un faro. Quizá<br />

los salientes más altos de Arriba tenían luces de aviso.<br />

Como siempre, Dors se fijó en <strong>la</strong> inquietud de Seldon y le cogió <strong>la</strong> mano.<br />

—Estoy segura de que el piloto sabe lo que hace, Hari —dijo.<br />

—También yo intento estar seguro de ello, Dors, pero me gustaría que compartiera sus<br />

conocimientos con nosotros. —Seldon lo dijo en voz lo bastante alta para que el otro lo oyera.<br />

—No me importa compartirlos —admitió el piloto—. En primer lugar, estamos subiendo y dentro<br />

de unos minutos nos encontraremos por encima del banco de nubes. Una vez allí, no habrá<br />

lluvia y podremos ver <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s.<br />

Había calcu<strong>la</strong>do <strong>la</strong> respuesta perfectamente porque unas estrel<strong>la</strong>s empezaron a bril<strong>la</strong>r por entre<br />

los jirones de nubes que aún quedaban; luego, el resto, deslumbrante, apareció, mientras el<br />

piloto apagaba <strong>la</strong>s luces del interior de <strong>la</strong> cabina. Sólo <strong>la</strong> tenue iluminación de su conso<strong>la</strong><br />

permanecía para competir, y el cielo resp<strong>la</strong>ndecía.<br />

—Es <strong>la</strong> primera vez, después de dos años, que veo <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s. ¿No son maravillosas? Bril<strong>la</strong>n de<br />

tal modo, ¡y hay tantas!<br />

—Trantor es el que se encuentra más cerca del centro de <strong>la</strong> Ga<strong>la</strong>xia, más que <strong>la</strong> mayoría de los<br />

mundos —ac<strong>la</strong>ró el piloto.<br />

Dado que Helicón estaba en un rincón de <strong>la</strong> Ga<strong>la</strong>xia y su campo este<strong>la</strong>r era débil y poco<br />

impresionante, Seldon se encontró sin pa<strong>la</strong>bras.<br />

—Qué silencioso se ha vuelto el vuelo —observó Dors.<br />

—Oh, sí : —asintió Seldon—. ¿Qué fuerza mueve al jet, Mr. Levanian?<br />

—Un motor de microfusión y un ligero chorro de gas caliente.<br />

—Ignoraba que tuviéramos motores de microfusión en los jets. Se hab<strong>la</strong>ba de ello, pero...<br />

—Hay unos pocos, pequeños, como éste. Hasta el momento, sólo los tenemos en Trantor y<br />

únicamente son utilizados por altos cargos del Gobierno.<br />

—Los precios para estos viajes deben ser muy elevados.<br />

—Muy elevados, señor.<br />

—¿Cuánto le cobra, pues a Mr. Hummin?<br />

—No se le cobra nada por este vuelo. Mr. Hummin es un buen amigo de <strong>la</strong> compañía<br />

propietaria de estos jets.<br />

—¿Por qué no hay más jets de microfusión? —siguió preguntando Seldon.<br />

—En primer lugar, porque son demasiado caros y con los existentes se cubren <strong>la</strong>s demandas.<br />

—¿No habría mayor demanda si fueran mayores?<br />

—Tal vez sí, pero <strong>la</strong> compañía no ha conseguido fabricar motores de microfusión lo bastante<br />

resistentes para los grandes jets.<br />

Seldon recordó a Hummin quejándose de que <strong>la</strong> innovación tecnológica había llegado a muy bajo<br />

nivel. «Decadencia», murmuró.<br />

—¿Cómo dices? —preguntó Dors.<br />

—Nada. Estaba recordando algo que Hummin me comentó una vez.<br />

Miró hacia <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s y prosiguió:<br />

—¿Nos dirigimos hacia el Oeste, Mr. Levanian?<br />

—Sí, ¿cómo lo ha adivinado?<br />

—Porque he pensado que si nos dirigíamos hacia el Este tendríamos que empezar a ver el<br />

amanecer.<br />

Pero el alba, persiguiendo al p<strong>la</strong>neta, acabó alcanzándoles y <strong>la</strong> luz del sol, verdadera luz so<strong>la</strong>r,<br />

iluminó <strong>la</strong>s paredes de <strong>la</strong> cabina. Aunque duró poco, ya que el jet giró hacia abajo y se metió<br />

entre <strong>la</strong>s nubes. El oro y el azul desaparecieron y fueron sustituidos por un gris opaco. Tanto<br />

Seldon como Dors protestaron, decepcionados, al verse privados de aquellos pocos segundos

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