09. Preludio a la Fundación
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
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EL AMO DEL SOL<br />
AMO DEL SOL CATORCE. — ...Un dirigente del Sector Mycogenio del antiguo Trantor... Como ocurre<br />
con todos los dirigentes de este Sector congénito, se sabe muy poco de. él. El hecho de que aparezca<br />
en esta historia se debe enteramente a su interre<strong>la</strong>ción con Hari Seldon en el curso de La<br />
Huida...<br />
Enciclopedia Galáctica<br />
35<br />
Sólo había dos asientos detrás del compartimiento del piloto y cuando Seldon se acomodó sobre<br />
el tapizado, que cedió bajo su peso, de debajo surgió un tejido elástico que le envolvió <strong>la</strong>s<br />
piernas, cintura y pecho, al tiempo que un capuchón caía sobre su frente y oídos. Se sintió<br />
aprisionado y cuando se volvió hacia su izquierda con enorme dificultad, pudo ver que Dors<br />
estaba envuelta de igual forma.<br />
El piloto ocupó su asiento y comprobó sus instrumentos.<br />
—Soy Endor Levantan, para servirles —les comunicó—. Están envueltos así porque habrá una<br />
enorme aceleración al despegar. Una vez arriba, y en vuelo, quedarán libres. No necesitan<br />
decirme sus nombres. No es cosa mía.<br />
Se volvió en el asiento para sonreírles y su rostro de gnomo se arrugó al distender los <strong>la</strong>bios.<br />
—¿Alguna dificultad psicológica, jóvenes? —preguntó.<br />
—Soy del Mundo Exterior y estoy acostumbrada a vo<strong>la</strong>r —contestó Dors.<br />
—Lo mismo que yo —dijo Seldon con cierta altivez.<br />
—Excelente, jóvenes. Desde luego, éste no es un jet ordinario y puede que no estén<br />
acostumbrados a vo<strong>la</strong>r de noche, pero confío en que sabrán soportarlo.<br />
También él se hal<strong>la</strong>ba sujeto por un envoltorio, pero Seldon se dio cuenta de que tenía los brazos<br />
enteramente libres.<br />
Un ronroneo apagado resonó en el interior del jet, aumentando en intensidad hasta terminar en un<br />
zumbido estridente. Sin que resultara desagradable, por el momento, amenazaba con serlo, y<br />
Seldon hizo un gesto como sacudiendo <strong>la</strong> cabeza para apartar el ruido de sus oídos, pero un mero<br />
intento no hizo más que tensar <strong>la</strong> red que le sujetaba <strong>la</strong> cabeza.<br />
El jet dio un salto (fue <strong>la</strong> única pa<strong>la</strong>bra que Seldon pudo encontrar para describir el momento)<br />
en el aire y se sintió empujado con fuerza contra el respaldo y el asiento de su butaca.<br />
A través del parabrisas que el piloto tenía de<strong>la</strong>nte, Seldon vio, estremecido de horror, <strong>la</strong> superficie<br />
p<strong>la</strong>na de una pared... y, después, una abertura redonda en esa misma pared. Era simi<strong>la</strong>r a <strong>la</strong> que<br />
se había abierto para el aero-taxi el día en que él y Hummin habían abandonado el Sector<br />
Imperial, pero aunque ésta era lo suficiente ancha para el cuerpo del jet, resultaba obvio que no<br />
dejaba espacio para <strong>la</strong>s a<strong>la</strong>s.<br />
Seldon volvió <strong>la</strong> cabeza cuanto pudo hacia <strong>la</strong> derecha y lo hizo a tiempo de ver cómo el a<strong>la</strong> de<br />
su <strong>la</strong>do se encogía y desaparecía.<br />
El jet penetró en <strong>la</strong> abertura, fue atraído por el campo electromagnético y <strong>la</strong>nzado después a lo<br />
<strong>la</strong>rgo de un túnel iluminado. La aceleración era constante y se percibían chasquidos ocasionales<br />
que Seldon imaginó podían producirse al paso de imanes individuales.<br />
Después, en menos de diez minutos, el jet fue proyectado de cabeza a <strong>la</strong> atmósfera y a <strong>la</strong> súbita y<br />
envolvente oscuridad de <strong>la</strong> noche.<br />
El aparato desaceleró al salir del campo magnético y Seldon volvió a sentirse ap<strong>la</strong>stado contra su<br />
envoltura por espacio de unos segundos en que se quedó sin aliento.<br />
Luego, <strong>la</strong> presión cedió y <strong>la</strong> envoltura desapareció por completo.<br />
—¿Cómo estáis, jóvenes? —preguntó <strong>la</strong> animada voz del piloto.<br />
—No lo sé —confesó Seldon, y se volvió hacia Dors—. ¿Estás bien?<br />
—Por supuesto. Creo que Mr. Levanian ha exagerado un poco para ver si éramos realmente del<br />
Mundo Exterior. ¿No es así, Mr. Levanian?<br />
—Hay personas a quienes les gusta lo excitante —comentó Levanian—. ¿Y a ustedes?<br />
—Hasta cierto punto —respondió Dors.<br />
Y Seldon, asintiendo, añadió:<br />
—Como diría cualquier persona sensata: habría sido menos divertido para usted, señor, si<br />
hubiera arrancado <strong>la</strong>s a<strong>la</strong>s del jet.<br />
—Imposible que ocurriera. Ya les dije que éste no era un jet corriente. Las a<strong>la</strong>s están totalmente