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09. Preludio a la Fundación

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

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MYCOGEN<br />

MYCOGEN. — ... Un sector del antiguo Trantor... Sepultado en el pasado de sus propias leyendas.<br />

Mycogen causó poco impacto en el p<strong>la</strong>neta. Auto-satisfecho y autoseparado hasta cierto punto...<br />

Enciclopedia Galáctica<br />

31<br />

Cuando Seldon despertó, se encontró con un nuevo rostro que le observaba solemnemente.<br />

Por un momento, entornó los ojos.<br />

—¿Hummin? —preguntó.<br />

Éste le sonrió vagamente.<br />

—Así que me recuerdas.<br />

—Sólo fue durante un día, hace cosa de dos meses, pero te recuerdo. No te detuvieron,<br />

pues, ni te molestaron..<br />

—Como puedes ver, aquí estoy, sano y salvo, pero no ha sido demasiado fácil llegar hasta<br />

aquí. —Y miró a Dors que estaba algo apartada.<br />

—Me alegra verte —dijo Seldon—. Por cierto, ¿te importa...? —Y señaló con el dedo hacia el<br />

cuarto de baño.<br />

—Tómate el tiempo que necesites —accedió Hummin—. Desayuna.<br />

Hummin no lo acompañó en el desayuno. Ni Dors tampoco. Ni hab<strong>la</strong>ron. Hummin revisaba un<br />

libro-pelícu<strong>la</strong> en actitud absorta. Dors se contemp<strong>la</strong>ba <strong>la</strong>s uñas con aire crítico para,<br />

después, sacar una microcomputadora y empezar a tomar notas con una estilográfica.<br />

Seldon los contemp<strong>la</strong>ba, pensativo, sin intentar el inicio de una conversación. El silencio podía<br />

estar causado por alguna reserva trantoriana habitual en <strong>la</strong> habitación de un enfermo. Estaba<br />

seguro de encontrarse perfectamente bien, pero ellos, quizá, no se daban cuenta.<br />

Cuando hubo tragado el último bocado y <strong>la</strong> última gota de leche (a <strong>la</strong> que era obvio que se<br />

había acostumbrado porque ya no encontraba ningún sabor raro) Hummin se dirigió a él.<br />

—¿Cómo te encuentras, Seldon?<br />

—Perfectamente bien, Hummin. Lo bastante como para levantarme y empezar a hacer cosas.<br />

—Me alegra oírlo. Dors Venabili tuvo mucha culpa al permitir que ocurriera todo esto.<br />

—No, yo insistí en ir a Arriba —dec<strong>la</strong>ró Seldon.<br />

—Te creo, pero debió acompañarte a toda costa.<br />

—Le dije que no quería que lo hiciera.<br />

—No es cierto, Hari —protestó Dors—. No me defiendas con mentiras.<br />

Seldon insistió, enfadado.<br />

—Pero no te olvides de que fue Dors quien subió en mi busca venciendo toda c<strong>la</strong>se de<br />

resistencia y que, esto es indudable, me salvó <strong>la</strong> vida. Y no estoy disfrazando <strong>la</strong> verdad. ¿Has<br />

añadido esto a tu evaluación, Hummin?<br />

Dors volvió a interrumpirle, c<strong>la</strong>ramente disgustada.<br />

—Por favor, Hari. Chetter Hummin tiene toda <strong>la</strong> razón al pensar que debí haber impedido que<br />

subieras a Arriba o haber ido contigo. Respecto a mis actos subsiguientes, ya me ha felicitado.<br />

—Sin embargo —observó Hummin—, todo ha pasado y podemos olvidarlo. Hablemos ahora de lo<br />

que ocurrió en Arriba, Seldon.<br />

Éste miró a su alrededor.<br />

—¿No es arriesgado hacerlo? —preguntó con caute<strong>la</strong>.<br />

Hummin se permitió una leve sonrisa.<br />

—Dors ha encerrado esta habitación en un Campo de Distorsión. Tengo <strong>la</strong> casi seguridad de que<br />

ningún agente imperial en <strong>la</strong> Universidad, si lo hubiera, es lo bastante experto para penetrarlo.<br />

Eres un tipo suspicaz, Seldon.<br />

—No por naturaleza. Escuchándote en el parque, y después... Además, eres muy persuasivo,<br />

Hummin. Antes de que terminaras, yo estaba dispuesto a pensar que había un Eto Demerzel<br />

acechando en <strong>la</strong>s sombras.<br />

—A veces creo que puede estar —dijo Hummin gravemente.<br />

—-Si así fuera, yo no lo reconocería. ¿Qué aspecto tiene?<br />

—Eso importa poco. No le verías a menos que él quisiera que le vieras y, para entonces, todo<br />

habría terminado, supongo..., que es lo que debemos evitar. Hablemos ahora del mini-jet que<br />

viste.

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