09. Preludio a la Fundación
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
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Pero yo quiero hab<strong>la</strong>r contigo, Leggen, antes de que te marches. En primer lugar, comprendo que<br />
te preocupes por <strong>la</strong>s posibles repercusiones que este asunto pueda tener para ti. Pero yo te<br />
prometí que si el doctor Seldon se recuperaba, no diría nada. Parece que así ha sido, de modo<br />
que puedes estar tranquilo..., de momento. Sin embargo, me gustaría preguntarte algo más, y<br />
confío en que esta vez tenga tu absoluta y libre cooperación.<br />
—Lo intentaré, Venabili —repuso Leggen, inquieto.<br />
—¿Ocurrió algo inesperado durante vuestra permanencia en Arriba?<br />
—C<strong>la</strong>ro, perdí al doctor Seldon, error por lo que acabo de excusarme.<br />
—No, no me refiero a eso. ¿Ocurrió algo fuera de lo normal?<br />
—No, nada. En absoluto.<br />
Dors miró a Seldon y éste frunció el ceño. Le pareció que Dors trataba de confirmar su<br />
historia y buscar una versión independiente. ¿Acaso pensaba el<strong>la</strong> que él había imaginado<br />
<strong>la</strong> nave rastreadora? Le hubiera gustado objetar vivamente, pero el<strong>la</strong> había alzado <strong>la</strong><br />
mano para que cal<strong>la</strong>ra, como tratando de evitar esa posibilidad. Cedió y, en parte, fue<br />
debido a que, en realidad, deseaba dormir. Confió en que Leggen no tardara en<br />
marcharse.<br />
—¿Estás seguro? —insistió Dors—. ¿No hubo intrusiones del exterior?<br />
—No, c<strong>la</strong>ro que no. Oh...<br />
-¿Sí?<br />
—Hubo un mini-jet.<br />
—¿Te pareció peculiar?<br />
—No, desde luego que no.<br />
—¿Por qué no?<br />
—Esto se está pareciendo mucho a un interrogatorio, doctora Venabili. Y no me gusta.<br />
—Lo comprendo, doctor Leggen, pero todas estas preguntas tienen que ver con <strong>la</strong><br />
desastrosa aventura del doctor Seldon. Tal vez todo este asunto sea mucho más<br />
complicado de lo que habíamos pensado.<br />
—¿En qué sentido? —preguntó él, y su voz tuvo un tono distinto—. ¿Nuevas cuestiones que<br />
requerirán nuevas excusas? En tal caso, puede que crea necesario marcharme.<br />
—No, antes de que me expliques por qué no te parece raro un mini-jet de vigi<strong>la</strong>ncia.<br />
—Porque, mi querida amiga, varias estaciones meteorológicas de Trantor poseen mini-jets<br />
para el estudio directo de <strong>la</strong>s nubes en <strong>la</strong> atmósfera. Lo que ocurre es que nuestra estación<br />
no tiene ninguno.<br />
—¿Por qué no? Podría resultaros útil.<br />
—Por supuesto. Pero ni competimos con nadie, ni mantenemos secretos. Nosotros<br />
informamos de nuestros descubrimientos; ellos informan de los suyos. Por lo tanto, es<br />
de sentido común trabajar en especialidades y campos diferentes. Sería idiota duplicar los<br />
esfuerzos. El dinero y <strong>la</strong> energía humana que gastaríamos en mini-jets, puede ser aplicada en<br />
refractómetros mesónicos, en tanto que otros lo gastan en lo primero y ahorran en lo segundo.<br />
Después de todo, puede que haya competitividad y ma<strong>la</strong> intención entre los sectores, pero <strong>la</strong><br />
ciencia es una cosa, <strong>la</strong> única cosa, que nos mantiene unidos. Me figuro que lo sabes —añadió con<br />
ironía.<br />
—Desde luego que lo sé; mas es una curiosa coincidencia que alguien mande un mini-jet a tu<br />
estación justo el mismo día en que tú vas a trabajar en el<strong>la</strong>, ¿no crees?<br />
—En absoluto. Anunciamos que ese día, precisamente, íbamos a medir, y alguna otra estación<br />
debió pensar, con toda sensatez, que aprovecharían <strong>la</strong> ocasión para tomar medidas nefelométricas<br />
simultáneas (nubes, ya sabes). Los resultados, si son tomados en conjunto, suelen resultar mejores<br />
y ser más útiles que tomados por separado.<br />
De pronto, Seldon preguntó con voz incierta:<br />
—Entonces, ¿sólo tomaban medidas? —Y volvió a bostezar.<br />
—Sí —contestó Leggen—. ¿Qué otra cosa podían estar haciendo?<br />
Dors parpadeó, como solía hacer cuando trataba de pensar con rapidez.<br />
—Hasta aquí, todo concuerda. ¿A qué estación pertenecía este mini-jet?<br />
—No esperarás que pueda decírtelo.<br />
—Pensaba que cada mini-jet meteorológico llevaría el distintivo de su estación de procedencia.<br />
—C<strong>la</strong>ro, pero no me fijé, ¿sabes? Yo tenía un trabajo que hacer y dejé que ellos hicieran el<br />
suyo. Cuando manden su informe, sabré de dónde procedía.