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09. Preludio a la Fundación

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

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SALVAMENTO<br />

LEGGEN, JENARR. — ... Su contribución a <strong>la</strong> meteorología, aunque considerable, palideció, ante lo que<br />

se conoce desde entonces como <strong>la</strong> Controversia Leggen. Que sus actos pusieron a Hari Seldon en<br />

peligro es indiscutible, pero persiste el argumento, y siempre ha estado presente, de si aquellos<br />

actos fueron provocados por circunstancias no intencionadas o formaban parte de una<br />

conspiración deliberada. Las pasiones ardieron en ambos <strong>la</strong>dos, e incluso los más minuciosos<br />

estudios no han llegado a conclusiones definitivas. Sin embargo, <strong>la</strong>s sospechas que se alzaron<br />

ayudaron a envenenar <strong>la</strong> carrera y <strong>la</strong> vida privada de Leggen en los años subsiguientes...<br />

Enciclopedia Galáctica<br />

25<br />

La luz del día no había desaparecido del todo, cuando Dors Venabili fue en busca de Jenarr<br />

Leggen. Éste respondió a su angustiado saludo con un gesto y un gruñido.<br />

—Bien —dijo con cierta impaciencia—. ¿Cómo anduvo?<br />

Leggen, que estaba introduciendo datos en su computadora, repitió:<br />

—¿Cómo anduvo quién?<br />

—Mi estudiante de <strong>la</strong> biblioteca, Hari. El doctor Hari Seldon. Subió contigo. ¿Te sirvió de<br />

algo?<br />

Leggen apartó <strong>la</strong>s manos de <strong>la</strong>s tec<strong>la</strong>s de su computadora y giró en redondo.<br />

—¿Ese sujeto de Helicón? No me sirvió de nada. No demostró el mejor interés. Permaneció<br />

mirando el panorama en un lugar donde no existe panorama que mirar. Un tipo raro en verdad.<br />

¿Por qué te empeñaste en enviármelo?<br />

—No fue idea mía. Él quería ir. No lo comprendo. Parecía muy interesado... ¿Dónde está<br />

ahora?<br />

Leggen se encogió de hombros.<br />

—¿Cómo quieres que yo lo sepa? Por alguna parte.<br />

—¿Adonde fue después de bajar contigo? ¿Te lo dijo?<br />

—No bajó con nosotros. Te repito que nada de aquello le interesaba.<br />

—Entonces, ¿cuándo bajó?<br />

—Lo ignoro. Yo no lo vigi<strong>la</strong>ba; tenía muchísimo que hacer. Hace un par de días debió estal<strong>la</strong>r<br />

un temporal de viento o caer algún chaparrón fuerte, algo inesperado. Nada de lo que<br />

registraron nuestros instrumentos ofrecía una explicación lógica de aquello o de por qué el sol<br />

que se esperaba hoy no apareció. Ahora, estoy tratando de encontrarle sentido y tú me estás<br />

molestando.<br />

—¿Quieres decir que no le viste bajar?<br />

—Mira. No pensaba en él. El muy idiota ni siquiera iba correctamente vestido y pude darme cuenta<br />

de que, al cabo de media hora, no resistiría el frío... Entonces, le hice ponerse uno de mis jerseys,<br />

aunque no iba a servirle de gran cosa para <strong>la</strong>s piernas y los pies. Así que le dejé el ascensor abierto<br />

y le expliqué que éste lo llevaría abajo y luego subiría automáticamente. Todo era muy sencillo.<br />

Estoy seguro de que sintió frío y bajó; después, el ascensor volvió a subir y, más tarde, todos<br />

los demás descendimos juntos.<br />

—Pero no sabes con exactitud en qué momento bajó.<br />

—No, no lo sé. Ya te lo he dicho. Estaba ocupado. Desde luego, no se encontraba con nosotros<br />

cuando bajamos. La noche empezaba a caer y, además, amenazaba cellisca. Así que debió haber<br />

bajado.<br />

—¿Lo vio alguien más?<br />

—No lo sé. Tal vez Clowzia. Estuvo un momento con él. ¿Por qué no se lo preguntas a el<strong>la</strong>?<br />

Dors encontró a Clowzia en su habitación. En aquel momento salía de tomar una ducha caliente.<br />

—Hacía mucho frío allá arriba —comentó.<br />

—¿Estuviste con Hari Seldon Arriba? —preguntó Dors<br />

Clowzia levantó <strong>la</strong>s cejas.<br />

—Sí, un momento —contestó—. Quería darse un paseo y se interesaba por <strong>la</strong><br />

vegetación de Arriba. Es un chico muy agudo, Dors. Todo parecía interesarle, así que le<br />

fui contando lo que pude hasta que Leggen me l<strong>la</strong>mó. Estaba de un humor de mil<br />

diablos. El tiempo no se comportaba como él deseaba y...

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