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09. Preludio a la Fundación

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

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Se llevaban un carro de instrumentos, que comprobaban uno a uno, con lo que, a Seldon, le pareció<br />

innecesaria cachaza.<br />

—¿Es tu p<strong>la</strong>neta también frío? —preguntó Leggen.<br />

—Parte de él sí —afirmó Seldon—; mas de donde procedo, en Helicón, es tibio y suele llover a<br />

menudo.<br />

—Una pena. No te gustará el clima de Arriba.<br />

—Creo que me arreg<strong>la</strong>ré para soportarlo el tiempo que permanezca arriba.<br />

Cuando estuvieron listos, el grupo penetró en el ascensor que tenía un letrero: PARA USO<br />

OFICIAL SOLAMENTE.<br />

—El cartel es debido a que va Arriba —explicó una de <strong>la</strong>s jóvenes—, y se supuso que <strong>la</strong> gente, en<br />

general, no debe subir sin una buena razón.<br />

A Seldon no le habían presentado a <strong>la</strong> joven, pero había oído que <strong>la</strong> l<strong>la</strong>maban Clowzia. Ignoraba<br />

si era su nombre, su apellido, o un apodo.<br />

El ascensor no parecía distinto de los que Seldon había utilizado allí o en Trantor, o en su tierra,<br />

Helicón (exceptuando, naturalmente, el ascensor gravítico que él y Hummin había empleado), a<br />

pesar de ello, le impresionaba <strong>la</strong> idea de que iba a llevarle fuera de los confines del p<strong>la</strong>neta, al<br />

vacío superior, y eso hacía que se sintiera como en una nave espacial.<br />

Seldon sonrió para sí. Era una fantasía tonta.<br />

El ascensor vibró un poco y eso obligó a Seldon a recordar lo que Hummin le había dicho sobre <strong>la</strong><br />

decadencia galáctica. Leggen, junto con los otros hombres y una de <strong>la</strong>s mujeres, parecía<br />

conge<strong>la</strong>do en <strong>la</strong> espera, como si hubieran suspendido todo pensamiento y actividad hasta que<br />

pudieran salir de allí, pero Clowzia seguía mirándole como si le encontrara terriblemente<br />

impresionante.<br />

Seldon se le acercó y se inclinó hacia el<strong>la</strong>.<br />

—¿Vamos a subir muy alto? —murmuró, para no perturbar al resto.<br />

—¿Alto? —repitió el<strong>la</strong>. Hab<strong>la</strong>ba en un tono de voz normal, sin que, por lo visto, le importara que<br />

los otros necesitaran silencio. Parecía muy joven y a Seldon se le ocurrió que podía ser una<br />

estudiante no graduada. Una aprendiza, tal vez.<br />

—Tardaremos mucho. Arriba debe estar a muchos pisos de altura.<br />

Durante un momento, <strong>la</strong> joven pareció desconcertada.<br />

—Oh, no —dijo luego—. Nada de alto. Es que hemos salido de muy abajo. La universidad se<br />

encuentra en un nivel bajo. Gastamos mucha energía y, como estamos a mucha profundidad,<br />

sale más barata.<br />

De pronto Leggen anunció:<br />

—Bueno, ya hemos llegado. Saquemos el equipo.<br />

El ascensor se detuvo con un estremecimiento y <strong>la</strong> gran puerta se abrió con rapidez. La<br />

temperatura bajó al instante y Seldon se metió <strong>la</strong>s manos en los bolsillos, agradecido de llevar<br />

puesto el jersey. Un viento frío alborotó sus cabellos y pensó que un sombrero le hubiera ido<br />

bien. Mientras lo pensaba, Leggen se sacó algo de un pliegue del jersey, lo abrió y se lo puso en <strong>la</strong><br />

cabeza. Los otros hicieron lo mismo.<br />

Sólo Clowzia vaciló. Se detuvo antes de ponerse el suyo, y luego se lo ofreció a Seldon.<br />

Éste negó con un movimiento de cabeza.<br />

—No puedo aceptar tu sombrero, Clowzia —murmuró.<br />

—Cógelo. Yo tengo el cabello <strong>la</strong>rgo y muy espeso. El tuyo es corto y un poco... fino.<br />

A Seldon le hubiera encantado negarse con firmeza, y en otro momento lo hubiera hecho, pero, en<br />

ese momento, lo aceptó.<br />

—Gracias. Si se te enfría <strong>la</strong> cabeza, te lo devolveré.<br />

Tal vez no fuera tan joven. Esa impresión <strong>la</strong> producía su rostro redondo, casi infantil. Y ahora<br />

que había l<strong>la</strong>mado su atención sobre el cabello, vio que era de un encantador tono rojizo. Jamás,<br />

en Helicón, había visto una cabellera como aquél<strong>la</strong>.<br />

Fuera estaba nub<strong>la</strong>do, como <strong>la</strong> vez que fue llevado hacia el pa<strong>la</strong>cio por el exterior. Pero el<br />

tiempo era mucho más frío que entonces, así que decidió que era debido a <strong>la</strong>s seis semanas<br />

que llevaban de invierno. Las nubes eran más espesas de lo que habían estado en <strong>la</strong> otra<br />

ocasión y el día era, decididamente, más oscuro y amenazador..., ¿o lo causaría <strong>la</strong> proximidad<br />

de <strong>la</strong> noche? ¿Cómo no subirían a realizar un trabajo importante sin dejar un amplio período de<br />

luz diurna para llevarlo a cabo? ¿O esperaban terminarlo con mucha rapidez?<br />

Le hubiera gustado preguntarlo, mas pensó que, quizá, no les gustaría ser interrogados en aquel

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