24.06.2015 Views

09. Preludio a la Fundación

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

19<br />

Cleon I había terminado <strong>la</strong> cena que, por desgracia, había sido una formal ceremonia estatal.<br />

Esto significaba que debía dedicar su tiempo a varios funcionarios, a ninguno de los cuales<br />

conocía ni le interesaba, hablándoles con frases previstas para darle un impulso a cada uno y,<br />

así, activar su lealtad hacia <strong>la</strong> Corona. También significaba que <strong>la</strong> cena le había llegado tibia y<br />

enfriado aún más antes de que pudiera empezar a comer<strong>la</strong>.<br />

Tendría que encontrar algún medio de evitar algo así. Comer antes, tal vez, solo o con dos o tres<br />

íntimos con quienes podría sentirse re<strong>la</strong>jado y asistir luego al banquete oficial en el que le<br />

sirvieran, simplemente, una pera importada. Le encantaban <strong>la</strong>s peras. Sin embargo, de hacer eso<br />

ofendería a los invitados que tomarían <strong>la</strong> negativa del Emperador a comer como un insulto<br />

premeditado.<br />

Su esposa, desde luego, era una nulidad a ese respecto porque su presencia no haría sino<br />

exacerbar su infelicidad. Se había casado con el<strong>la</strong> por ser miembro de una poderosa familia<br />

disidente, de <strong>la</strong> que cabía esperar que enterrara <strong>la</strong> disidencia como resultado de <strong>la</strong> unión, aunque<br />

Cleon esperaba con devoción que el<strong>la</strong>, por lo menos, no lo hiciera. Estaba perfectamente<br />

satisfecho de permitir que viviera su propia vida en sus habitaciones excepto por los necesarios<br />

esfuerzos para conseguir un heredero, porque, a decir verdad, no le gustaba nada. Y ahora que el<br />

heredero ya había llegado, podía ignorar<strong>la</strong> por completo.<br />

Masticó una de <strong>la</strong>s nueces de un puñado que había cogido al levantarse de <strong>la</strong> mesa.<br />

—¡Demerzel! —l<strong>la</strong>mó.<br />

—¿Sire?<br />

Demerzel aparecía siempre en el mismo instante en que Cleon lo l<strong>la</strong>maba. O bien se pasaba <strong>la</strong><br />

vida rondando al alcance de su voz, o pegado a <strong>la</strong> puerta, o se acercaba porque su instinto<br />

servicial le alertaba de que oiría su l<strong>la</strong>mada a los pocos segundos; el caso era que aparecía y<br />

esto, pensó Cleon, era lo importante. Desde luego, había ocasiones en que Demerzel tenía que<br />

viajar para resolver algún asunto imperial. Cleon odiaba, siempre, dichas ausencias. Lo dejaban<br />

inquieto.<br />

—¿Qué pasó con aquel matemático? Se me ha olvidado el nombre.<br />

Demerzel, que sabía de sobras a qué hombre se refería el Emperador, pero que quizá quería<br />

saber cuánto recordaba éste, contestó:<br />

—¿En qué matemático estáis pensando, Sire?<br />

Cleon agitó <strong>la</strong> mano con impaciencia.<br />

—El adivino. Aquel que vino a verme.<br />

—¿El que mandamos a buscar?<br />

—Bueno, el que fueron a buscar. Pero que vino a verme. Creo recordar que ibas a ocuparte del<br />

asunto. ¿Lo has hecho?<br />

Demerzel se ac<strong>la</strong>ró <strong>la</strong> garganta.<br />

—Sire, lo he intentado.<br />

—¡Ah! Eso significa que has fracasado, ¿no? —En cierto modo, aquello agradó a Cleon. Demerzel<br />

era el único de sus ministros a quien no le importaba el fracaso. Los demás jamás lo admitían y<br />

como el fracaso era cosa corriente, resultaba difícil de corregir. Quizá Demerzel podía permitirse<br />

el lujo de ser más sincero porque fal<strong>la</strong>ba muy pocas veces. Si no fuera por Demerzel, pensó<br />

Cleon con tristeza, jamás hubiera conocido lo que era <strong>la</strong> honradez. Tal vez ningún Emperador<br />

llegó a conocer<strong>la</strong> nunca y quizás ésa era una de <strong>la</strong>s razones de que el Imperio...<br />

Apartó estos pensamientos de su mente y, molesto por el silencio del otro y deseando una<br />

admisión, dado que mentalmente había admirado <strong>la</strong> sinceridad de Demerzel, preguntó, tajante:<br />

—Bueno, has fracasado, ¿no es cierto?<br />

Demerzel no se inmutó.<br />

—Sire, he fracasado, en parte. Pensé que tenerle aquí, en Trantor, donde <strong>la</strong>s cosas están...,<br />

difíciles..., podía acarrearnos problemas. Resulta más fácil mantenerle convenientemente situado<br />

en su p<strong>la</strong>neta natal. Había decidido regresar a su p<strong>la</strong>neta al día siguiente, pero como siempre<br />

pueden surgir complicaciones, es decir, que decidiera permanecer en Trantor, arreglé que dos<br />

jóvenes matones le metieran en su nave aquel mismo día.<br />

—¿Conoces a matones, Demerzel? —Cleon parecía divertido.<br />

—Es importante, Sire, poder contactar con todo tipo de personas, porque cada uno tiene su<br />

propia variedad de actuación..., los matones como los demás. Sin embargo, resulta que no lo<br />

consiguieron.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!