09. Preludio a la Fundación
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
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inconfundible sabor a huevo, y le sirvieron carne, agradablemente ahumada. La bebida de<br />
choco<strong>la</strong>te (Trantor adoraba el choco<strong>la</strong>te, algo que no molestaba nada a Seldon) era,<br />
probablemente, sintética, pero resultaba sabrosa, y los bollos, muy buenos.<br />
Se creyó en el deber de decirlo:<br />
—Ha sido un desayuno muy agradable. La comida, el entorno, todo.<br />
—Me encanta que lo creas así.<br />
Seldon miró a su alrededor. Había una hilera de ventanas en una de <strong>la</strong>s paredes y aunque <strong>la</strong><br />
verdadera luz del sol no entraba (se preguntó si, pasado cierto tiempo, aprendería a sentirse<br />
satisfecho con <strong>la</strong> luz so<strong>la</strong>r difusa y dejaría de buscar rayos de sol en <strong>la</strong>s habitaciones), el lugar<br />
estaba bastante bien iluminado. En realidad, aparecía lleno de luz porque <strong>la</strong> computadora<br />
atmosférica había decidido, por lo visto, que ya era hora de un día c<strong>la</strong>ro y soleado.<br />
Las mesas estaban preparadas para cuatro y <strong>la</strong> mayor parte de el<strong>la</strong>s estaban ocupadas, pero Dors<br />
y Seldon pudieron sentarse solos en <strong>la</strong> suya. Dors había l<strong>la</strong>mado a alguno de los hombres y<br />
mujeres y los había presentado. Todos se habían mostrado sumamente correctos pero ninguno se<br />
sentó con ellos. Parecía indudable que Dors deseaba que así fuera, aunque Seldon no comprendía<br />
cómo se <strong>la</strong>s había arreg<strong>la</strong>do para conseguirlo.<br />
—No me has presentado a ningún matemático, Dors —comentó él.<br />
—No he visto a ninguno de los que conozco. La mayoría de los matemáticos empiezan muy<br />
temprano y a <strong>la</strong>s ocho ya están en c<strong>la</strong>se. Mi impresión personal es que cualquier estudiante lo<br />
bastante atrevido para elegir matemáticas quiere sacarse de encima esta parte del curso lo antes<br />
posible.<br />
—Deduzco que no eres matemática.<br />
—Cualquier cosa excepto «mates» —protestó Dors riendo—. ¡Cualquier cosa! Mi especialidad es<br />
Historia. Ya he publicado algunos estudios sobre el nacimiento de Trantor..., quiero decir, sobre<br />
el reino primitivo, no éste de ahora. Supongo que terminará siendo mi campo de<br />
especialización... El Trantor Real.<br />
—¡Magnífico! —exc<strong>la</strong>mó Seldon.<br />
—¿Magnífico? —repitió Dors, mirándole inquisitiva---. ¿También estás interesado por el Trantor<br />
Real?<br />
—En cierto modo, sí. En eso y en otros temas parecidos. En realidad, nunca he estudiado<br />
Historia y debía haberlo hecho.<br />
—¿Por qué debías hacerlo? De estudiar Historia, no te habría quedado tiempo para <strong>la</strong>s<br />
matemáticas y los matemáticos son muy necesarios..., en especial para esta Universidad. Estamos<br />
hasta aquí de historiadores —y con <strong>la</strong> mano señaló más arriba de <strong>la</strong>s cejas—, y de economistas<br />
y de especialistas en Ciencias Políticas, pero andamos escasos de «ciencias» y «matemáticas».<br />
Chetter Hummin me lo comentó en una ocasión. Lo l<strong>la</strong>maba <strong>la</strong> decadencia de <strong>la</strong> Ciencia y parecía<br />
pensar que se trataba de un fenómeno general.<br />
—Desde luego, cuando digo que hubiera debido estudiar Historia, no quiero decir que hiciera de<br />
el<strong>la</strong> <strong>la</strong> especialidad de mi vida, sino que debiera haber<strong>la</strong> estudiado lo bastante para que me<br />
sirviera en mis matemáticas. Mi campo de especialización es el análisis matemático de <strong>la</strong><br />
estructura social.<br />
—Suena fatal.<br />
—Y lo es, en cierto modo. Resulta muy complicado y sin conocer bastante más sobre cómo<br />
evolucionaron <strong>la</strong>s sociedades, es prácticamente imposible. Verás, mi cuadro es demasiado<br />
estático, ¿sabes?<br />
—No lo sé porque no conozco nada sobre eso. Chetter me contó que estabas ampliando algo<br />
l<strong>la</strong>mado psicohistoria y que era muy importante. ¿Lo he dicho bien? ¿Psicohistoria?<br />
—Muy bien. Hubiera debido l<strong>la</strong>marlo «psicosociología» pero me pareció una pa<strong>la</strong>bra demasiado<br />
fea. O tal vez, sabía de forma instintiva que el conocimiento de <strong>la</strong> Historia era necesario y no<br />
había prestado suficiente atención a mis ideas.<br />
—Psicohistoria suena mucho mejor, pero no sé lo que es.<br />
—Apenas yo lo sé. —Reflexionó unos segundos, mirando a <strong>la</strong> mujer sentada frente a él y<br />
sintiendo que el<strong>la</strong> podía hacer su desierto menos parecido a un destierro. Se acordó de <strong>la</strong> otra<br />
mujer que trató unos años atrás, pero <strong>la</strong> borró de su mente con un esfuerzo deliberado. Si alguna<br />
vez encontraba otra compañera, tenía que ser una que conociera y comprendiera lo que era el<br />
saber, <strong>la</strong> erudición, y lo que todo ello exigía de una persona.<br />
—Chetter Hummin me comentó que el Gobierno no molesta ni interviene para nada en <strong>la</strong>