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09. Preludio a la Fundación

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

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—Perdóneme —le dijo—. ¿Qué hora es?<br />

—Las nueve. El día ha comenzado hace rato.<br />

Por lo que se refería a <strong>la</strong> hora oficial, Trantor seguía <strong>la</strong> galáctica, porque sólo así podía<br />

encajar con el comercio intereste<strong>la</strong>r y los negocios gubernamentales. No obstante, cada mundo<br />

tenía, además, su horario local y Seldon no se había acostumbrado tanto como para sentirse<br />

cómodo con <strong>la</strong>s referencias horarias trantorianas.<br />

—¿Media mañana? —sugirió.<br />

—Por supuesto.<br />

—Esta habitación no tiene ventanas —dijo él, a <strong>la</strong> defensiva.<br />

Dors se acercó a <strong>la</strong> cama, a<strong>la</strong>rgó <strong>la</strong> mano y oprimió un pequeño botón oscuro en <strong>la</strong> pared. En el<br />

techo, exactamente por encima de su almohada, aparecieron unos números rojos: 0903.<br />

El<strong>la</strong> sonrió, sin <strong>la</strong> menor superioridad.<br />

—Cuánto lo siento —se excusó—, pero supuse que Chetter Hummin le habría dicho que vendría<br />

a buscarle a <strong>la</strong>s nueve. Lo que le ocurre es que está tan acostumbrado a saberlo todo que suele<br />

olvidarse que los demás, a veces, no saben tanto... Yo no debí utilizar <strong>la</strong> identificación<br />

radiholográfica. Imagino que no <strong>la</strong> tienen en Helicón y es posible que le haya a<strong>la</strong>rmado a usted.<br />

Seldon se tranquilizó. La joven parecía natural y amistosa y <strong>la</strong> referencia a Hummin le hizo<br />

sentirse seguro.<br />

—Está equivocada respecto a Helicón —le advirtió—, Miss...<br />

—Por favor, llámeme Dors.<br />

—Está equivocado respecto de Helicón, Dors. Tenemos radiholografía, pero nunca he podido<br />

permitirme el lujo de un equipo. Ni nadie que yo conozca, así que carezco de experiencia en ese<br />

campo. Sin embargo, no tardé en darme cuenta de lo que era.<br />

Seldon <strong>la</strong> observó. No muy alta, tenía <strong>la</strong> tal<strong>la</strong> normal en una mujer. Su cabello era rubio<br />

rojizo, no demasiado intenso, y lo peinaba en rizos cortos pegados a <strong>la</strong> cabeza (había visto varias<br />

mujeres en Trantor con el cabello arreg<strong>la</strong>do así. Por lo visto, se trataba de una moda local, de <strong>la</strong><br />

que se habrían reído en Helicón). No podía decirse que fuera una belleza despampanante,<br />

aunque resultaba agradable a <strong>la</strong> vista, ayudada además por una boca de <strong>la</strong>bios gordezuelos que<br />

esbozaban un gesto humorístico. Esbelta y bien formada, parecía muy joven. (Demasiado joven,<br />

pensó con inquietud, para serle útil.)<br />

—Qué, ¿apruebo el examen? —preguntó el<strong>la</strong>, que parecía poseer, al igual que Hummin, el don de<br />

adivinar los pensamientos, se dijo Seldon, o quizás era que a él le faltaba <strong>la</strong> habilidad de<br />

disimu<strong>la</strong>rlos.<br />

—Lo siento —se excusó—. Parece como si <strong>la</strong> estudiara pero, en realidad, <strong>la</strong> estaba evaluando. Me<br />

encuentro en un lugar extraño. No conozco a nadie, y no tengo amigos.<br />

—Por favor, doctor Seldon, considéreme una amiga. Mr. Hummin me ha encargado que me<br />

ocupe de usted.<br />

—Puede que sea demasiado joven para ese encargo.<br />

—Descubrirá que no lo soy.<br />

—Bueno, me esforzaré por darle el menor trabajo posible. ¿Puede, por favor, repetirme su<br />

nombre?<br />

—Dors Venabili. —Deletreó el apellido y pronunció <strong>la</strong> segunda sí<strong>la</strong>ba con fuerza—. Por favor, como<br />

ya te he dicho, llámame Dors y si no tienes algo que objetar, te l<strong>la</strong>maré Hari. Aquí, en <strong>la</strong><br />

Universidad, somos bastante informales, y hay un esfuerzo por parte de todos por olvidar<br />

nuestro status, ya sea heredado o profesional.<br />

—No tengo el menor inconveniente en que me l<strong>la</strong>mes Hari.<br />

—Bien. Me dejaré de formalismos. Por ejemplo, el instinto de <strong>la</strong> formalidad, si es que existe, me<br />

obliga a pedirte permiso para sentarme. Prescindiendo de él, me limitaré a hacerlo.<br />

Y se acomodó en <strong>la</strong> única sil<strong>la</strong> que había. Seldon se ac<strong>la</strong>ró <strong>la</strong> garganta.<br />

—Parece c<strong>la</strong>ro que no estoy en posesión de mis facultades habituales. Debí haberte pedido que te<br />

sentaras. —Y se dejó caer sobre su arrugada cama deseando haber tenido tiempo para estirar<strong>la</strong> un<br />

poco..., pero el<strong>la</strong> lo había cogido por sorpresa.<br />

—Bien, esto es lo que vamos a hacer —dijo Dors, amable—. Primero, Hari, iremos a<br />

desayunar a uno de los cafés de <strong>la</strong> Universidad. Luego, te conseguiré una habitación en una<br />

de <strong>la</strong>s residencias... Una habitación mejor que ésta. Hummin me ha encargado que te<br />

proporcione una tarjeta de crédito a su nombre, pero me llevará un par de días conseguir<strong>la</strong><br />

de <strong>la</strong> burocracia universitaria. Hasta ese momento, me haré responsable de tus gastos y podrás

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