09. Preludio a la Fundación
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
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LA BIBLIOTECA<br />
VENABILI, DORS. — ...Historiadora, nacida en Cinna... Su vida pudo haber continuando un curso<br />
tranquilo de no haber sido por el hecho, después de haber pasado dos años en <strong>la</strong> facultad de <strong>la</strong><br />
Universidad de Streeling, de que se encontró involucrada con el joven Hari Seldon durante La<br />
Huida...<br />
Enciclopedia Galáctica<br />
16<br />
La habitación en que Hari Seldon entró era mayor que <strong>la</strong> de Hummin en el Sector<br />
Imperial. Se trataba de un dormitorio, con una esquina adaptada como <strong>la</strong>vabo y sin el<br />
menor indicio de facilidades de cocina. No tenía ventanas, aunque en el techo había una<br />
rejil<strong>la</strong> de venti<strong>la</strong>ción que emitía un zumbido continuo.<br />
Seldon miró a su alrededor, decepcionado. Hummin interpretó aquel<strong>la</strong> mirada con su<br />
habitual seguridad.<br />
—Es sólo por esta noche, Seldon. Mañana por <strong>la</strong> mañana, alguien te insta<strong>la</strong>rá en <strong>la</strong><br />
Universidad y estarás mucho más cómodo.<br />
—Perdóname, Hummin, ¿cómo lo sabes?<br />
—Porque yo lo arreg<strong>la</strong>ré. Conozco una o dos personas aquí —respondió, y sonrió<br />
brevemente, sin humor—, y puedo hacer que me devuelvan uno o dos favores. Ahora, pasemos<br />
a los detalles. —Miró fijamente a Seldon y dijo—: Todo lo que dejaste en <strong>la</strong> habitación del<br />
hotel se ha perdido. ¿Había algo irremp<strong>la</strong>zable allí?<br />
—Nada realmente irremp<strong>la</strong>zable. Algunos objetos personales que apreciaba por su asociación con<br />
mi vida pasada, pero si los he perdido, perdidos están. Había, desde luego, notas de mi disertación.<br />
Algún cálculo. La propia disertación.<br />
—Que, de momento, es conocida públicamente hasta el momento en que sea retirada de <strong>la</strong><br />
circu<strong>la</strong>ción por considerar<strong>la</strong> peligrosa..., como así ocurrirá. No obstante, creo poder hacerme con<br />
una copia, estoy seguro. En todo caso, podrás reconstruir<strong>la</strong>, ¿verdad?<br />
—Puedo. Por eso he dicho que no había nada realmente irremp<strong>la</strong>zable. También he perdido casi<br />
mil créditos, algunos libros, ropa, mis billetes de regreso a Helicón, cosas así.<br />
—Todo eso puede remp<strong>la</strong>zarse... Ahora, me arreg<strong>la</strong>ré para que tengas un título de crédito a mi<br />
nombre, con cargo a mi cuenta. Te servirá para gastos corrientes.<br />
—Me parece excesivamente generoso por tu parte; no puedo aceptarlo.<br />
—No tienes nada de generoso, dado que así espero salvar el Imperio. Debes aceptarlo.<br />
—Pero, Hummin, ¿qué gastos puedes permitirte? Ten en cuenta que lo utilizaré con <strong>la</strong> conciencia<br />
remordiéndome incómoda.<br />
—Lo que necesites para tu supervivencia o para una comodidad razonable puedo permitírmelo,<br />
Seldon. Desde luego, no querría que trataras de comprar el Gimnasio Universitario o entregaras<br />
millones de créditos en propinas.<br />
—No debes preocuparte, pero con mi nombre en evidencia ...<br />
—Mejor que así sea. Al Gobierno Imperial le está prohibido el ejercer cualquier control de<br />
seguridad sobre <strong>la</strong> Universidad o sobre sus miembros. Hay una libertad total. Aquí puedes<br />
discutir de cualquier tema, y decir cualquier cosa.<br />
—¿Y qué hay de <strong>la</strong> violencia, de un crimen, por ejemplo?<br />
—Eso lo manejan <strong>la</strong>s propias autoridades de <strong>la</strong> Universidad, razonable y minuciosamente...,<br />
pero, de hecho, no existen ni crímenes, ni violencia. Los estudiantes y <strong>la</strong> facultad aprecian su<br />
libertad y comprenden sus condiciones. Excesivo desorden, un principio de revuelta y<br />
derramamiento de sangre harían que el Gobierno se creyera con derecho a romper el acuerdo, no<br />
escrito, y enviara sus tropas aquí. Pero nadie lo desea, ni siquiera el propio Gobierno, así que se<br />
mantiene un delicado equilibrio. En otras pa<strong>la</strong>bras, ni el propio Demerzel puede hacer que te<br />
saquen de <strong>la</strong> Universidad sin un motivo mayor del que haya podido darle cualquier miembro de<br />
<strong>la</strong> Universidad en un siglo y medio al menos. Por el contrario, si fueras atraído fuera de los<br />
límites por un estudiante-agente...<br />
—¿Cómo puedo saberlo con seguridad? Tal vez sí. Cualquier individuo corriente puede ser<br />
amenazado, o manejado o simplemente comprado..., y, en ade<strong>la</strong>nte, pertenecer al servicio de<br />
Demerzel, o de quien sea, c<strong>la</strong>ro. Así que debo insistir en esto: estás a salvo, dentro de lo<br />
razonable, pero nadie está a salvo por completo. Debes tener mucho cuidado. Sin embargo, a pesar