24.06.2015 Views

09. Preludio a la Fundación

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

vitalidad. Pero ahora se está produciendo un cansancio general. Todo aparece tranquilo, y no<br />

ocurre así porque <strong>la</strong> gente esté satisfecha y viva con prosperidad, sino porque se siente<br />

cansada y se ha rendido.<br />

—Bueno, eso no lo sé —dudó Seldon.<br />

—Yo sí. Y el fenómeno antigrav del que hemos hab<strong>la</strong>do antes es otro caso que viene a cuento.<br />

Tenemos pocos ascensores gravíticos en funcionamiento, pero no se construyen más. Es un riesgo<br />

poco rentable y parece que no hay interés en hacerlo provechoso. La velocidad de avances<br />

tecnológicos va disminuyendo a lo <strong>la</strong>rgo de los siglos y ahora ya se arrastra. En algunos<br />

casos, ha parado del todo. ¿No te has fijado en ello? Después de todo, tú eres un matemático.<br />

—No puedo decir que me haya interesado por ese asunto.<br />

—Nadie lo hace. Es algo aceptado. Los científicos, en estos días, suelen afirmar que <strong>la</strong>s cosas son<br />

imposibles, poco prácticas, inútiles. Cualquier especu<strong>la</strong>ción resulta condenada al instante. Tú, por<br />

ejemplo..., ¿qué piensas de <strong>la</strong> psicohistoria? Que es interesante en teoría pero inútil en <strong>la</strong> práctica.<br />

¿Estoy en lo cierto?<br />

—Sí y no. —Seldon parecía molesto—. Es inútil desde cualquier punto de vista práctico, pero no<br />

lo creo así porque mi sentido aventurero haya decaído, te lo aseguro. En realidad, es inútil.<br />

—Ésa es, por lo menos, tu impresión —observó Hummin con cierto sarcasmo—, dada <strong>la</strong><br />

atmósfera de decadencia en que el Imperio entero vive.<br />

—Esta atmósfera de decadencia es tú impresión —protestó Seldon, furioso—. ¿No puede ocurrir<br />

que estés equivocado?<br />

Hummin pareció sorprendido y pensativo por un instante; luego dijo:<br />

—Sí, podría estar equivocado —concedió—. Hablo guiándome sólo por mi intuición, por<br />

deducciones. Lo que necesito es una técnica operante de psicohistoria.<br />

Seldon se encogió de hombros y no picó el anzuelo.<br />

—No poseo esa técnica para poder dárte<strong>la</strong> —dijo—. Pero vamos a suponer que tienes razón.<br />

Supongamos que el Imperio está cayendo y que, en un momento dado, se detendrá y se deshará.<br />

La especie humana seguirá existiendo.<br />

—¿En qué condiciones, hombre? Durante casi doce mil años, Trantor, bajo gobernantes fuertes,<br />

ha mantenido el paso. Ha habido interrupciones: alzamientos, guerras civiles localizadas,<br />

abundantes tragedias..., pero, en general, y en grandes áreas, se ha mantenido <strong>la</strong> paz. ¿Por qué<br />

Helicón es tan pro-Imperio? Me estoy refiriendo a tu mundo. Pues debido a que es pequeño y<br />

sería devorado por sus vecinos si el Imperio no lo mantuviese seguro.<br />

—¿Estás prediciendo guerra y anarquía universales si el Imperio cae?<br />

—Por supuesto. El Emperador no me gusta, ni <strong>la</strong>s instituciones imperiales, pero no tengo<br />

sustituto para ellos. No sé qué otra cosa puede mantener <strong>la</strong> paz y no estoy dispuesto a ceder hasta<br />

que no lo descubra y lo tenga a mano.<br />

—Hab<strong>la</strong>s como si contro<strong>la</strong>ras <strong>la</strong> ga<strong>la</strong>xia. Tú no estás dispuesto a ceder. Tú debes tener algo más<br />

en <strong>la</strong> mano. ¿Quién eres tú para hab<strong>la</strong>r así?<br />

—Hablo en términos generales, en sentido figurado. No me preocupa Chetter Hummin<br />

personalmente. Podría decirse que el Imperio durará lo que yo; incluso quizás aparezcan indicios<br />

de mejora durante mi tiempo. Las decadencias no siguen un camino recto. Tal vez pasen mil años<br />

antes del estallido final y puedes imaginar que para entonces estaré muerto y, desde luego, no<br />

dejaré descendencia. Respecto de <strong>la</strong>s mujeres, no hay más que contactos casuales y no tengo<br />

hijos ni pienso tenerlos. No he dado rehenes a <strong>la</strong> fortuna... Me he ocupado de ti después de tu<br />

conferencia, Seldon. Tú tampoco tienes hijos.<br />

—Tengo padres y dos hermanos, pero ningún hijo... —Sonrió débilmente—. En un momento<br />

dado, me sentí muy ligado a una mujer, pero a el<strong>la</strong> le pareció que me interesaban más mis<br />

matemáticas..<br />

—¿Y era así?<br />

—A mí no me daba esa sensación, a el<strong>la</strong> sí. O sea, que me dejó.<br />

—¿Y has estado solo desde entonces?<br />

—Sí, todavía me acuerdo demasiado del dolor que sentí.<br />

—Bien pues, parece que ambos pudiéramos esperar a que todo pase y dejar que sean otros,<br />

después de nosotros, los que sufran. Antes, estaba dispuesto a aceptar, pero ya no. Porque<br />

ahora tengo un instrumento; ahora mando yo.<br />

—¿Qué instrumento? —preguntó Seldon, aunque intuía <strong>la</strong> respuesta.<br />

—¡Tú!

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!