09. Preludio a la Fundación

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots. La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

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parte de Trantor. Y no te hará daño. No está pasado, ni es malo, ni nada por el estilo. Lo único que tiene es un sabor áspero y fuerte y, de verdad, te lo aseguro, acabarás por acostumbrarte a él. He conocido a trantorianos que escupen nuestra buena comida y aducen que notan la falta del gusto casero. —¿Hay mucho cultivo en Trantor? —preguntó Seldon. Una rápida mirada en derredor le hizo ver que no había nadie sentado en su inmediata vecindad y prosiguió, hablando a media voz—: Siempre he oído decir que se necesitan veinte mundos contiguos para proporcionar los centenares de naves de carga precisas para alimentar, cada día, a Trantor. —Lo sé. Y otros tantos centenares para llevarse la basura. Mas si deseas que la historia sea realmente buena, puedes decir que las mismas naves que traen la comida se llevan la basura. Es cierto que importamos considerable cantidad de comida, pero, sobre todo, artículos de lujo. Y exportamos enorme cantidad de basura, cuidadosamente procesada para que resulte inofensiva, y sirva como importante fertilizante orgánico..., que es tan importante para otros mundos como la comida para nosotros. Pero esto no es sino una pequeña fracción del todo. —¿Lo es? —Sí. Además de los peces en el mar, hay huertas y granjas por todas partes. Y los frutales, las aves y los conejos, y amplias granjas de microorganismos..., llamadas, en general, granjas de levadura, aunque la levadura es parte minoritaria de los cultivos. Y nuestras basuras suelen emplearse aquí mismo, en casa, para mantener todos esos cultivos. De hecho, Trantor se parece mucho a una enorme y rebosante colonia espacial. ¿Has visitado alguna de ellas? —En efecto. —Las colonias espaciales son, en esencia, ciudades cerradas con todo artificialmente ciclado, con ventilación artificial, día y noche artificiales, y demás. Trantor se diferencia de ellas en que, incluso la mayor colonia espacial tiene diez millones de habitantes y Trantor reúne cuatro mil veces esta cantidad. Por supuesto, nuestra gravedad es real. Y ninguna colonia espacial puede comparársenos en microalimentación. Además, tenemos tanques de levadura, esteras de hongos y vastos estanques de algas, grandes, más allá de lo que puedas imaginar. Y somos fuertes en sabores artificiales, añadidos con generosidad. Éstos son los que le dan ese gusto a lo que estás comiendo. Seldon había consumido la mayor parte de su bocadillo y ya no le pareció tan malo como al primer bocado. —¿Y no puede hacerme daño? —A veces ataca la flora intestinal y, de vez en cuando, un pobre extranjero se ve afligido por la diarrea, pero suelen ser casos muy aislados, y uno también se habitúa. Pero bueno, bebe tu batido, lo más probable será que no te guste. Contiene un antidiarreico que debería mantenerte a salvo, incluso, si estás predispuesto a sufrir ese mal. —No me hables de eso, Hummin —se quejó Seldon—. Uno puede sentirse mal por sugestión. —Acaba tu batido y déjate de sugestiones. Terminaron el resto de la comida en silencio y pronto volvieron a estar en camino. 13 De nuevo, circulaban a gran velocidad por el túnel. Seldon decidió plantear la pregunta que le obsesionaba desde hacía una hora o más. —¿Por qué dices que el Imperio Galáctico se está muriendo? Hummin se volvió a mirarle. —Como periodista —contestó—, tengo estadísticas que me han llovido de todas partes y que ya me salen hasta por las orejas. Pero me está permitido publicar muy poco. La población de Trantor disminuye. Veinticinco años atrás era de casi cuarenta y cinco mil millones. »Esta disminución se debe, en parte, a que ya no hay tantos nacimientos. Si bien es cierto que la natalidad en Trantor nunca fue muy alta. Si miras a tu alrededor mientras viajas por Trantor, no verás muchos niños, a pesar de su enorme población. Y cada vez hay menos. Después está la emigración. La gente se va de Trantor en mayor número que los que llegan. —Considerando su gran población —dijo Seldon— no me sorprende. —Pero, de todos modos, no es corriente y no había ocurrido antes. También, los negocios están estancados en toda la Galaxia. La gente cree que todo está bien y que las dificultades de los siglos pasados han terminado porque no hay insurrecciones y las cosas parecen tranquilas. No obstante, también las luchas políticas, los alzamientos y el desasosiego son indicios de cierta

vitalidad. Pero ahora se está produciendo un cansancio general. Todo aparece tranquilo, y no ocurre así porque la gente esté satisfecha y viva con prosperidad, sino porque se siente cansada y se ha rendido. —Bueno, eso no lo sé —dudó Seldon. —Yo sí. Y el fenómeno antigrav del que hemos hablado antes es otro caso que viene a cuento. Tenemos pocos ascensores gravíticos en funcionamiento, pero no se construyen más. Es un riesgo poco rentable y parece que no hay interés en hacerlo provechoso. La velocidad de avances tecnológicos va disminuyendo a lo largo de los siglos y ahora ya se arrastra. En algunos casos, ha parado del todo. ¿No te has fijado en ello? Después de todo, tú eres un matemático. —No puedo decir que me haya interesado por ese asunto. —Nadie lo hace. Es algo aceptado. Los científicos, en estos días, suelen afirmar que las cosas son imposibles, poco prácticas, inútiles. Cualquier especulación resulta condenada al instante. Tú, por ejemplo..., ¿qué piensas de la psicohistoria? Que es interesante en teoría pero inútil en la práctica. ¿Estoy en lo cierto? —Sí y no. —Seldon parecía molesto—. Es inútil desde cualquier punto de vista práctico, pero no lo creo así porque mi sentido aventurero haya decaído, te lo aseguro. En realidad, es inútil. —Ésa es, por lo menos, tu impresión —observó Hummin con cierto sarcasmo—, dada la atmósfera de decadencia en que el Imperio entero vive. —Esta atmósfera de decadencia es tú impresión —protestó Seldon, furioso—. ¿No puede ocurrir que estés equivocado? Hummin pareció sorprendido y pensativo por un instante; luego dijo: —Sí, podría estar equivocado —concedió—. Hablo guiándome sólo por mi intuición, por deducciones. Lo que necesito es una técnica operante de psicohistoria. Seldon se encogió de hombros y no picó el anzuelo. —No poseo esa técnica para poder dártela —dijo—. Pero vamos a suponer que tienes razón. Supongamos que el Imperio está cayendo y que, en un momento dado, se detendrá y se deshará. La especie humana seguirá existiendo. —¿En qué condiciones, hombre? Durante casi doce mil años, Trantor, bajo gobernantes fuertes, ha mantenido el paso. Ha habido interrupciones: alzamientos, guerras civiles localizadas, abundantes tragedias..., pero, en general, y en grandes áreas, se ha mantenido la paz. ¿Por qué Helicón es tan pro-Imperio? Me estoy refiriendo a tu mundo. Pues debido a que es pequeño y sería devorado por sus vecinos si el Imperio no lo mantuviese seguro. —¿Estás prediciendo guerra y anarquía universales si el Imperio cae? —Por supuesto. El Emperador no me gusta, ni las instituciones imperiales, pero no tengo sustituto para ellos. No sé qué otra cosa puede mantener la paz y no estoy dispuesto a ceder hasta que no lo descubra y lo tenga a mano. —Hablas como si controlaras la galaxia. Tú no estás dispuesto a ceder. Tú debes tener algo más en la mano. ¿Quién eres tú para hablar así? —Hablo en términos generales, en sentido figurado. No me preocupa Chetter Hummin personalmente. Podría decirse que el Imperio durará lo que yo; incluso quizás aparezcan indicios de mejora durante mi tiempo. Las decadencias no siguen un camino recto. Tal vez pasen mil años antes del estallido final y puedes imaginar que para entonces estaré muerto y, desde luego, no dejaré descendencia. Respecto de las mujeres, no hay más que contactos casuales y no tengo hijos ni pienso tenerlos. No he dado rehenes a la fortuna... Me he ocupado de ti después de tu conferencia, Seldon. Tú tampoco tienes hijos. —Tengo padres y dos hermanos, pero ningún hijo... —Sonrió débilmente—. En un momento dado, me sentí muy ligado a una mujer, pero a ella le pareció que me interesaban más mis matemáticas.. —¿Y era así? —A mí no me daba esa sensación, a ella sí. O sea, que me dejó. —¿Y has estado solo desde entonces? —Sí, todavía me acuerdo demasiado del dolor que sentí. —Bien pues, parece que ambos pudiéramos esperar a que todo pase y dejar que sean otros, después de nosotros, los que sufran. Antes, estaba dispuesto a aceptar, pero ya no. Porque ahora tengo un instrumento; ahora mando yo. —¿Qué instrumento? —preguntó Seldon, aunque intuía la respuesta. —¡Tú!

parte de Trantor. Y no te hará daño. No está pasado, ni es malo, ni nada por el estilo. Lo<br />

único que tiene es un sabor áspero y fuerte y, de verdad, te lo aseguro, acabarás por<br />

acostumbrarte a él. He conocido a trantorianos que escupen nuestra buena comida y aducen que<br />

notan <strong>la</strong> falta del gusto casero.<br />

—¿Hay mucho cultivo en Trantor? —preguntó Seldon. Una rápida mirada en derredor le hizo<br />

ver que no había nadie sentado en su inmediata vecindad y prosiguió, hab<strong>la</strong>ndo a media voz—:<br />

Siempre he oído decir que se necesitan veinte mundos contiguos para proporcionar los<br />

centenares de naves de carga precisas para alimentar, cada día, a Trantor.<br />

—Lo sé. Y otros tantos centenares para llevarse <strong>la</strong> basura. Mas si deseas que <strong>la</strong> historia sea<br />

realmente buena, puedes decir que <strong>la</strong>s mismas naves que traen <strong>la</strong> comida se llevan <strong>la</strong> basura.<br />

Es cierto que importamos considerable cantidad de comida, pero, sobre todo, artículos de<br />

lujo. Y exportamos enorme cantidad de basura, cuidadosamente procesada para que resulte<br />

inofensiva, y sirva como importante fertilizante orgánico..., que es tan importante para otros<br />

mundos como <strong>la</strong> comida para nosotros. Pero esto no es sino una pequeña fracción del todo.<br />

—¿Lo es?<br />

—Sí. Además de los peces en el mar, hay huertas y granjas por todas partes. Y los frutales, <strong>la</strong>s<br />

aves y los conejos, y amplias granjas de microorganismos..., l<strong>la</strong>madas, en general, granjas<br />

de levadura, aunque <strong>la</strong> levadura es parte minoritaria de los cultivos. Y nuestras basuras suelen<br />

emplearse aquí mismo, en casa, para mantener todos esos cultivos. De hecho, Trantor se parece<br />

mucho a una enorme y rebosante colonia espacial. ¿Has visitado alguna de el<strong>la</strong>s?<br />

—En efecto.<br />

—Las colonias espaciales son, en esencia, ciudades cerradas con todo artificialmente cic<strong>la</strong>do, con<br />

venti<strong>la</strong>ción artificial, día y noche artificiales, y demás. Trantor se diferencia de el<strong>la</strong>s en que,<br />

incluso <strong>la</strong> mayor colonia espacial tiene diez millones de habitantes y Trantor reúne cuatro mil<br />

veces esta cantidad. Por supuesto, nuestra gravedad es real. Y ninguna colonia espacial puede<br />

comparársenos en microalimentación. Además, tenemos tanques de levadura, esteras de hongos y<br />

vastos estanques de algas, grandes, más allá de lo que puedas imaginar. Y somos fuertes en<br />

sabores artificiales, añadidos con generosidad. Éstos son los que le dan ese gusto a lo que<br />

estás comiendo.<br />

Seldon había consumido <strong>la</strong> mayor parte de su bocadillo y ya no le pareció tan malo como al<br />

primer bocado.<br />

—¿Y no puede hacerme daño?<br />

—A veces ataca <strong>la</strong> flora intestinal y, de vez en cuando, un pobre extranjero se ve afligido por <strong>la</strong><br />

diarrea, pero suelen ser casos muy ais<strong>la</strong>dos, y uno también se habitúa. Pero bueno, bebe tu batido,<br />

lo más probable será que no te guste. Contiene un antidiarreico que debería mantenerte a<br />

salvo, incluso, si estás predispuesto a sufrir ese mal.<br />

—No me hables de eso, Hummin —se quejó Seldon—. Uno puede sentirse mal por sugestión.<br />

—Acaba tu batido y déjate de sugestiones.<br />

Terminaron el resto de <strong>la</strong> comida en silencio y pronto volvieron a estar en camino.<br />

13<br />

De nuevo, circu<strong>la</strong>ban a gran velocidad por el túnel. Seldon decidió p<strong>la</strong>ntear <strong>la</strong> pregunta que le<br />

obsesionaba desde hacía una hora o más.<br />

—¿Por qué dices que el Imperio Galáctico se está muriendo?<br />

Hummin se volvió a mirarle.<br />

—Como periodista —contestó—, tengo estadísticas que me han llovido de todas partes y que<br />

ya me salen hasta por <strong>la</strong>s orejas. Pero me está permitido publicar muy poco. La pob<strong>la</strong>ción de<br />

Trantor disminuye. Veinticinco años atrás era de casi cuarenta y cinco mil millones.<br />

»Esta disminución se debe, en parte, a que ya no hay tantos nacimientos. Si bien es cierto que <strong>la</strong><br />

natalidad en Trantor nunca fue muy alta. Si miras a tu alrededor mientras viajas por Trantor, no<br />

verás muchos niños, a pesar de su enorme pob<strong>la</strong>ción. Y cada vez hay menos. Después está <strong>la</strong><br />

emigración. La gente se va de Trantor en mayor número que los que llegan.<br />

—Considerando su gran pob<strong>la</strong>ción —dijo Seldon— no me sorprende.<br />

—Pero, de todos modos, no es corriente y no había ocurrido antes. También, los negocios<br />

están estancados en toda <strong>la</strong> Ga<strong>la</strong>xia. La gente cree que todo está bien y que <strong>la</strong>s dificultades de<br />

los siglos pasados han terminado porque no hay insurrecciones y <strong>la</strong>s cosas parecen tranqui<strong>la</strong>s.<br />

No obstante, también <strong>la</strong>s luchas políticas, los alzamientos y el desasosiego son indicios de cierta

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