09. Preludio a la Fundación
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
—Lo comprendo —dijo éste.<br />
—El problema, Hari, está en que el ser humano es fácil de identificar. Puedo seña<strong>la</strong>rte alguno.<br />
Es fácil ver qué <strong>la</strong>stimará a un ser humano y qué no lo hará; re<strong>la</strong>tivamente fácil, por lo menos.<br />
Pero, ¿qué es <strong>la</strong> Humanidad? ¿Qué podemos indicar cuando hab<strong>la</strong>mos de <strong>la</strong> Humanidad? ¿Cómo<br />
podemos definir el concepto de «daño a <strong>la</strong> Humanidad»? ¿Cuándo, una serie de acciones, hará más<br />
bien que mal a <strong>la</strong> Humanidad como un todo, y cómo puede uno saberlo? El robot que presentó<br />
como primera <strong>la</strong> Ley Zeroth, murió..., quedó permanentemente desactivado porque fue forzado<br />
a una actuación que, a su entender, salvaría a <strong>la</strong> Humanidad, pero que no podía tener <strong>la</strong> seguridad<br />
de que <strong>la</strong> salvara. Por ello, quedó desactivado, dejando en mis manos el cuidado de <strong>la</strong> Ga<strong>la</strong>xia.<br />
«Desde entonces, lo he intentado. He intervenido lo menos posible, confiando en los propios seres<br />
humanos para que juzgaran lo que era por su bien. Ellos podían juzgar; yo, no. Podían confundir<br />
su meta; yo, no. Podían dañarse involuntariamente unos a otros o a ellos mismos; yo me<br />
desactivaría si lo hiciera. La Ley Zeroth no admite daño involuntario.<br />
«Pero, a veces, me he visto obligado a emprender alguna acción. Que siga funcionando aún,<br />
significa que he sido discreto y moderado. No obstante, cuando el Imperio ha empezado a<br />
degenerar y desmembrarse, he tenido que intervenir con más frecuencia desde hace unas<br />
décadas. Ahora, que tengo que representar el papel de Demerzel, he de esforzarme por<br />
gobernar de tal forma que impida <strong>la</strong> ruina..., pero, a veces, sigo funcionando.<br />
«Cuando presentaste tu comunicación en <strong>la</strong> Convención Decenal, me di cuenta al instante de<br />
que en <strong>la</strong> psicohistoria teníamos una herramienta que haría posible identificar lo que era bueno<br />
y malo para <strong>la</strong> Humanidad. Con el<strong>la</strong>, <strong>la</strong>s decisiones no serían tomadas a ciegas. Incluso, yo podría<br />
llegar a confiar en los seres humanos para que tomaran sus propias decisiones y volver de nuevo<br />
a reservarme para <strong>la</strong>s grandes emergencias. Así que arreglé con rapidez el que Cleon se enterara<br />
de tu discurso y te l<strong>la</strong>mara a su presencia. Luego, cuando oí tu negativa sobre el valor de <strong>la</strong><br />
psicohistoria, me sentí obligado a pensar en algún medio de hacer que lo intentaras al menos.<br />
¿Lo comprendes, Hari?<br />
—Lo comprendo, Hummin —dijo Seldon, algo más que desanimado.<br />
—Para ti, debo seguir siendo Hummin, en <strong>la</strong>s raras ocasiones en que pueda verte. Te<br />
proporcionaré toda <strong>la</strong> información que poseo si es algo que precises, y en mi persona de Demerzel,<br />
encontrarás toda <strong>la</strong> protección que pueda darte. Como Daneel, jamás hables de mí.<br />
—Nunca lo haría —se apresuró a asegurar Seldon—. Dado que necesito tu ayuda, no quisiera<br />
arruinar <strong>la</strong>s cosas entrometiéndome en tus p<strong>la</strong>nes.<br />
—Sí, sé que no querrías hacerlo. —Daneel sonrió, cansado—. Después de todo, eres lo bastante<br />
orgulloso como para querer todo el mérito por tu psicohistoria. No querrías que nadie<br />
supiera... jamás... que necesitabas <strong>la</strong> ayuda de un robot.<br />
Seldon se ruborizó.<br />
—Yo no...<br />
—Lo eres, aunque lo ocultes cuidadosamente a tus propios ojos. Y es importante, porque estoy<br />
poniendo un mínimo refuerzo a esta emoción secreta tuya para que nunca puedas hab<strong>la</strong>r de mí a<br />
otros. Ni siquiera se te ocurrirá que puedes hacerlo.<br />
—Sospecho que Dors sabe...<br />
—Sabe quién soy. Tampoco el<strong>la</strong> puede hab<strong>la</strong>r de mí a otros. Ahora que ambos conocéis mi<br />
naturaleza, podéis hab<strong>la</strong>r con libertad de mí entre vosotros, pero a nadie más.<br />
Daneel se puso en pie.<br />
—Hari, ahora tengo que hacer mi trabajo. Dentro de poco, tú y Dors seréis devueltos al Sector<br />
Imperial.<br />
—El niño Raych debe ir conmigo. No puedo abandonarle. Y hay un joven dahlita, l<strong>la</strong>mado<br />
Yugo Amaryl...<br />
—Lo comprendo. Raych irá también y puedes hacer lo que quieras con tus amigos. Todos<br />
vosotros seréis tratados debidamente. Y trabajarás en tu psicohistoria. Tendrás un equipo.<br />
Dispondrás de <strong>la</strong>s computadoras necesarias y de todo el material de referencia. Yo «intervendré»<br />
tan poco como me sea posible y, si hay cierta resistencia en tus puntos de vista que no llegara al<br />
extremo de poner en peligro <strong>la</strong> misión, tendrás que resolverlo tú solo.<br />
—¡Espera, Hummin! —dijo Seldon, insistente—. ¿Y si después de toda tu ayuda y todos mis<br />
esfuerzos resulta que <strong>la</strong> psicohistoria no puede hacerse práctica? ¿Y si fracaso?<br />
—En tal caso —respondió Daneel—, tengo un segundo p<strong>la</strong>n en marcha. Uno en el que llevo<br />
trabajando desde hace tiempo, en un mundo aparte, de forma separada. También éste es muy