09. Preludio a la Fundación
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
que no le gustan. Simplemente, exageró un poco su disgusto y os entregó a mi cuidado,<br />
aceptando los argumentos que le ofrecí, que, de lo contrario, no hubiera tenido en cuenta.<br />
«Tampoco intervine excesivamente contigo. También desconfiabas de los imperiales. Así piensan,<br />
hoy en día, muchos seres humanos, lo que resulta un factor importante en <strong>la</strong> caída y deterioro<br />
del Imperio. Y mucho más importante: te sentías orgulloso de <strong>la</strong> psicohistoria como concepto,<br />
orgulloso de que se te hubiera ocurrido pensar en ello. No te hubiera importado que se<br />
demostrara que era una disciplina práctica. Esto hubiera alimentado tu orgullo aún más.<br />
Seldon frunció el ceño.<br />
—Perdona, Mr. Robot —protestó—, ¡ pero no creo que yo sea tal monstruo de orgullo!<br />
—No estoy diciendo que seas ningún monstruo de orgullo. Eres perfectamente consciente de que<br />
dejarse llevar por el orgullo no es útil ni admirable, así que tratas de dominarlo. Lo mismo<br />
podría desagradarte ser dominado por el <strong>la</strong>tido de tu corazón. No puedes evitar ni uno ni otro.<br />
Aunque ocultes tu orgullo a tus propios ojos en bien de tu tranquilidad mental, a mí no puedes<br />
ocultármelo. Ahí está, por más que tú lo disimules. Y yo no hice más que reforzarlo un poquito,<br />
y al momento te sentiste dispuesto a huir de Demerzel, acto que, un poco antes, habrías<br />
rechazado. Y sentiste ansia por trabajar en <strong>la</strong> psicohistoria con una intensidad que un poco<br />
antes habrías despreciado.<br />
»No hubo necesidad de tocar nada más y así, tú solo, has razonado el robotismo. De haber<br />
previsto tal posibilidad, pude haberlo impedido, pero mi previsión y mis habilidades no son<br />
infinitas. Aunque, en verdad, tampoco <strong>la</strong>mento haber fracasado. Tus argumentos han sido<br />
excelentes y es importante que sepas quién soy, y que me sirva de lo que soy para ayudarte.<br />
»Las emociones, mi querido Seldon, son un poderoso motor de <strong>la</strong>s acciones humanas, bastante<br />
más poderoso de lo que los mismos seres humanos creen, y no te puedes imaginar cuánto puede<br />
hacerse con una mera presión, ni lo que me disgusta hacerlo.<br />
Seldon respiraba con fuerza, disgustado por verse como un hombre empujado por el orgullo.<br />
—¿Por qué ese disgusto? —preguntó al robot.<br />
—Porque sería fácil que me excediera. Tuve que impedir que Rashelle convirtiera al Imperio en<br />
una anarquía feudal. Yo podía haber doblegado mentes rápidamente, y el resultado hubiese sido un<br />
levantamiento sangriento. Los hombres son hombres..., y los generales de Wye son casi todos<br />
hombres. No se necesita mucho para despertar resentimiento y el <strong>la</strong>tente miedo a <strong>la</strong>s mujeres en<br />
todo hombre. Es un asunto biológico que yo, como robot, no puedo comprender del todo.<br />
»No tuve más que forzar el sentimiento para provocar el fracaso del p<strong>la</strong>n de Rashelle. Si me<br />
hubiera extralimitado un milímetro de más, habría perdido lo que quería..., un ap<strong>la</strong>stamiento de <strong>la</strong><br />
revuelta sin sangre. Sólo deseaba que no opusieran resistencia cuando llegaran mis tropas.<br />
Daneel hizo una pausa, como tratando de elegir sus pa<strong>la</strong>bras.<br />
—No deseo meterme con <strong>la</strong> matemática de mi cerebro positrónico —continuó diciendo—. Es más<br />
de lo que puedo entender, aunque quizá no más de lo que tú pudieras si te empeñaras en ello. No<br />
obstante, estoy gobernado por <strong>la</strong>s Tres Leyes de <strong>la</strong> Robótica que, traducidas en pa<strong>la</strong>bras, son<br />
tradicionalmente, o lo fueron hace mucho tiempo, <strong>la</strong>s siguientes:<br />
»Una. Un robot no debe <strong>la</strong>stimar a un ser humano ni, por inacción, permitir que un ser humano<br />
sufra daños.<br />
»Dos. Un robot tiene que obedecer <strong>la</strong>s órdenes dadas por los seres humanos, excepto cuando<br />
estas órdenes entren en conflicto con <strong>la</strong> Primera Ley.<br />
»Tres. Un robot debe proteger su propia existencia, siempre y cuando dicha protección no<br />
entre en conflicto con <strong>la</strong>s Primera y Segunda Leyes.<br />
»Pero yo tuve un amigo..., hace veinte mil años. Otro robot. No como yo. No se le podía<br />
confundir con un ser humano; sin embargo, él era el que poseía los poderes mentales y fue a<br />
través suyo como yo gané los míos. Le pareció que debía establecerse una ley general por<br />
encima de <strong>la</strong>s Tres Leyes. La l<strong>la</strong>mó <strong>la</strong> Ley Zeroth, puesto que el cero viene antes del Uno. Es<br />
<strong>la</strong> siguiente:<br />
»Cero. Un robot puede no <strong>la</strong>stimar a <strong>la</strong> Humanidad ni, por inacción, permitir que <strong>la</strong> Humanidad<br />
sufra daños.<br />
»Así que <strong>la</strong> Primera Ley debería decir:<br />
»Una. Un robot puede no <strong>la</strong>stimar a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano<br />
se <strong>la</strong>stime, excepto cuando estas órdenes entraran en conflicto con <strong>la</strong> Ley Zeroth.<br />
»Y <strong>la</strong>s demás Leyes deben ser igualmente modificadas. ¿Comprendes? —Daneel pareció esperar<br />
ansioso <strong>la</strong> respuesta de Seldon.