09. Preludio a la Fundación
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
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¿Cómo puedes encontrarte bien en cualquier parte del mundo, ser amigo de todos, influir en<br />
cada uno, prescindiendo de sus peculiaridades individuales? Y, sobre todo, ¿cómo has conseguido<br />
manipu<strong>la</strong>r a Cleon también? Y si a él se le tiene por maleable y fácil de manejar, ¿cómo<br />
pudiste gobernar a su padre que, según todo el mundo, era un tirano, duro y arbitrario? ¿Cómo<br />
pudiste hacer todo eso?<br />
«Además, hay otra cosa, ¿cómo es que Mannix IV de Wye pudo dedicar décadas a organizar<br />
un ejército sin rival, o a entrenarle para que sobresalga en todo, y, no obstante, desarticu<strong>la</strong>rlo<br />
cuando su hija intenta servirse de él? ¿Cómo pudiste persuadirles de que todos ellos <strong>la</strong><br />
traicionaran, como habías hecho tú?<br />
—Puede que sólo signifique el hecho de que soy una persona hábil, acostumbrada a tratar con<br />
gente de todo tipo, que me encuentro en una buena posición por haber hecho favores a gente<br />
crucial y en disposición de hacer favores adicionales en el futuro. Nada de lo que he hecho, al<br />
parecer, es de carácter sobrenatural.<br />
—¿Nada de lo que has hecho? ¿Ni siquiera neutralizar a todo el Ejército de Wye?<br />
—No deseaban servir a una mujer.<br />
—Ellos tenían que saber desde hace años que, en cualquier momento en que Mannix dejara el<br />
poder, o en el caso de su muerte, Rashelle sería alcalde hereditario. No obstante, nunca<br />
mostraron señales de descontento..., hasta que tú creíste necesario que lo sintieran. Dors te<br />
describió en un momento dado como un hombre muy persuasivo. Y lo eres. Más persuasivo<br />
de lo que cualquier hombre pueda ser. Pero no eres más persuasivo de lo que un robot inmortal,<br />
con extraños poderes mentales, pudiera ser. Bien, Hummin, ¿qué me dices a esto?<br />
—¿Qué es lo que esperas de mi, Hari? ¿Que admita que soy un robot? ¿Que mi aspecto de ser<br />
humano es sólo apariencia? ¿Que soy inmortal? ¿Que soy una maravil<strong>la</strong> mental?<br />
Seldon se inclinó hacia Hummin, sentado en <strong>la</strong> mesa, frente a él.<br />
—Sí, Hummin. Eso es lo que espero de ti. Espero que me digas <strong>la</strong> verdad, y tengo <strong>la</strong> fuerte<br />
sospecha de que esto que acabas de esbozar es <strong>la</strong> verdad. Tú, Hummin, eres el robot que Mamá<br />
Rittah l<strong>la</strong>mó Da-Nee, amigo de Ba-Lee. Tienes que admitirlo. No te queda más alternativa.<br />
92<br />
Fue como si se hal<strong>la</strong>ran sentados en una pequeña Universidad propia. Allí, en pleno Wye, con el<br />
Ejército desarmado por <strong>la</strong>s Fuerzas Imperiales, guardaban silencio. Allí, en medio de los<br />
acontecimientos que todo Trantor, y quizá toda <strong>la</strong> Ga<strong>la</strong>xia contemp<strong>la</strong>ba, estaba esa diminuta<br />
burbuja de total ais<strong>la</strong>miento, dentro de <strong>la</strong> cual, Seldon y Hummin libraban su juego de ataque y<br />
defensa... Seldon tratando con todas sus ansias de forzar una nueva realidad, Hummin sin<br />
hacer nada por aceptar esa nueva realidad.<br />
Seldon no temía ser interrumpido. Estaba seguro de que <strong>la</strong> burbuja en <strong>la</strong> que se encontraba<br />
tenía unos límites que no podían ser traspasados, que <strong>la</strong>s fuerzas de Hummin, no, <strong>la</strong>s del robot,<br />
mantendrían a todo el mundo a distancia hasta que el juego hubiera terminado.<br />
—Eres una persona ingeniosa, Seldon —dijo Hummin al fin—. Sin embargo, no acierto a ver<br />
por qué debo admitir que soy un robot y por qué no me queda más alternativa que hacerlo.<br />
Todo lo que has dicho puede ser verdad en cuanto a hechos: tu propio comportamiento, el de<br />
Dors, el de Amo del Sol, de los Tisalver, de los generales de Wye..., todo, todo puede haber<br />
ocurrido como has dicho, pero esto no significa que tu interpretación del sentido de los<br />
acontecimientos sea cierta. Seguro que todo lo ocurrido tiene una explicación natural. Confiaste<br />
en mí porque aceptaste lo que te dije. Dors sintió que tu seguridad era importante porque intuía<br />
que <strong>la</strong> psicohistoria era algo crucial, y eso fue así por el hecho de ser el<strong>la</strong> una historiadora. Amo<br />
del Sol y Tisalver me debían favores de los que tú nada sabes. Los generales de Wye estaban<br />
resentidos de que una mujer los gobernara. Nada más. ¿Por qué tenemos que pensar en algo<br />
sobrenatural?<br />
—Oye, Hummin, ¿crees de verdad que el Imperio se desmorona y considera realmente importante<br />
permitir que así ocurra sin hacer nada por salvarlo, o, por lo menos, por mitigar su caída?<br />
—En efecto.<br />
Seldon se dio cuenta de que lo decía con sinceridad.<br />
—¿Y deseas realmente que yo resuelva los detalles de <strong>la</strong> psicohistoria y sientes que tú mismo no<br />
puedes hacerlo?<br />
—Carezco de esa capacidad.<br />
—¿Y crees que sólo yo puedo encargarme de <strong>la</strong> psicohistoria..., aunque yo a veces dude de mí