24.06.2015 Views

09. Preludio a la Fundación

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Tierra, fue un héroe, así que debió haberse unido a los terríco<strong>la</strong>s. ¿Por qué hizo él esto? ¿Qué<br />

motivos le impulsaron a ello? Esto es lo que no puedo decir.<br />

—Querrás decir por qué ello 1 hizo esto? ¿Qué motivos lo impulsaron a ello? —murmuró<br />

Hummin.<br />

—Tal vez sí, no lo sé bien. Teniéndote sentado frente a mí —dijo Seldon— encuentro difícil<br />

servirme de un pronombre inanimado. Mamá Rittah estaba convencida de que el robot<br />

heroico, su robot heroico, existía aún, y que él volvería cuando se le necesitara. Tuve <strong>la</strong><br />

impresión de que no había nada imposible en <strong>la</strong> idea de un robot inmortal o, por lo menos, uno<br />

que fuera inmortal mientras sus circuitos y piezas de recambio se mantuvieran en buen uso.<br />

—¿Incluso el cerebro? —preguntó Hummin.<br />

—Incluso el cerebro. En realidad, no sé nada sobre robots, pero me supongo que un cerebro<br />

nuevo podría ser grabado de nuevo partiendo del viejo... Y Mamá Rittah sugirió extraños<br />

poderes mentales. Entonces, yo pensé: así debe ser. En ciertos aspectos, puedo parecer un<br />

romántico, pero no lo soy tanto como para pensar que un solo robot, pasando de un mundo a<br />

otro, pueda llegar a alterar el curso de <strong>la</strong> Historia. Un robot no podía asegurar <strong>la</strong> victoria de<br />

Tierra, ni <strong>la</strong> derrota de Aurora...; a menos que hubiera algo peculiar, algo extraño, en el<br />

robot.<br />

—¿Te has parado a pensar, Hari, que tratas con leyendas, leyendas que han sido distorsionadas a<br />

lo <strong>la</strong>rgo de los siglos y los milenios, hasta el extremo, incluso, de extender un velo sobrenatural<br />

sobre acontecimientos totalmente corrientes? ¿Puedes llegar a creer en un robot que no sólo<br />

parezca humano, sino que también viva eternamente y tenga poderes mentales? ¿No estás,<br />

acaso, empezando a creer en lo superhumano?<br />

—Conozco muy bien lo que son <strong>la</strong>s leyendas y no soy propenso a dejarme dominar por el<strong>la</strong>s y<br />

creer en cuentos de hadas. Pero cuando están respaldadas por ciertos hechos extraños que yo<br />

he visto, e incluso experimentado...<br />

—¿Como cuáles?<br />

—Hummin, te conocí y confié en ti desde el primer momento. Sí, me ayudaste contra aquel par<br />

de matones cuando no necesitabas hacerlo, y eso fue algo que me predispuso en tu favor,<br />

porque, en aquel momento, no me di cuenta de que estaban a tu servicio, haciendo lo que tú<br />

les habías ordenado que hicieran... Pero, dejemos esto.<br />

—No —dijo Hummin con, por fin, un tono de voz divertido.<br />

—Confié en ti. Fui convencido con suma facilidad de no regresar a casa, a Helicón, y de<br />

convertirme en un vagabundo sobre <strong>la</strong> faz de Trantor. Creí, sin discutirlo, cuanto tú me dijiste.<br />

Me puse por entero en tus manos. Ahora, volviendo <strong>la</strong> vista atrás, me veo como si yo no fuera<br />

yo. No soy persona que se deje arrastrar con facilidad; sin embargo, me arrastraste. Y lo<br />

peor es que ni siquiera me pareció raro comportarme de un modo tan contrario a mi forma<br />

de ser.<br />

—Tú te conoces mejor, Hari.<br />

—Y no hablemos sólo de mí. ¿Cómo te explicas que Dors Venabili, una bel<strong>la</strong> mujer, con<br />

carrera propia, lo abandonara todo a fin de unírseme en <strong>la</strong> huida? ¿Cómo es que arriesgaba su<br />

vida para salvar <strong>la</strong> mía pareciendo adoptar, como una especie de deber sagrado, <strong>la</strong> tarea de<br />

protegerme, y con sólo esa idea en <strong>la</strong> cabeza? ¿No ocurrió así porque tú se lo pediste?<br />

—Sí, yo se lo pedí, Hari.<br />

—No obstante, no me parece el tipo de persona que cambie tan radicalmente su vida sólo<br />

porque alguien le pida que lo haga. Tampoco puedo creer que fuera porque se hubiera<br />

enamorado locamente de mí, a primera vista, y <strong>la</strong> pasión <strong>la</strong> arrastrara. ¡Ojalá hubiera sido así!,<br />

pero, emocionalmente, parece muy dueña de sí, y te hablo con franqueza, como yo mismo<br />

respecto de el<strong>la</strong>.<br />

—Es una mujer maravillosa —comentó Hummin—. No te censuro.<br />

—¿Cómo podía ser —prosiguió Seldon— que Amo del Sol Catorce, un monstruo de<br />

arrogancia, que dirige un pueblo intransigente y pagado de sí, estuviera dispuesto a aceptar<br />

a unos tribales como Dors y yo, y nos tratara tan bien como unos mycogenios podían tratar a<br />

alguien? Cuando quebrantamos todas <strong>la</strong>s reg<strong>la</strong>s, cometidos todos los sacrilegios imaginables,<br />

¿cómo pudo ser que le convencieras aun de que nos dejara marchar?<br />

«¿Cómo pudiste convencer a los Tisalver, con sus mezquinos prejuicios, para que nos acogieran?<br />

1 En inglés, los objetos y los animales tienen un pronombre personal (It) distinto al del hombre (He); de<br />

ahí lo expresado por Hummin

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!