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09. Preludio a la Fundación

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

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—Pero no a mí. No obstante, me lo estás comunicando ahora. Es una buena noticia.<br />

—No del todo —objetó Seldon—. No he llegado a más que un simple principio. Sin embargo,<br />

es un principio.<br />

—¿La c<strong>la</strong>se de principio que puede explicarse a un no-matemático?<br />

—Creo que sí. Verás, Hummin, desde el principio, he visto <strong>la</strong> psicohistoria como una ciencia que<br />

depende de <strong>la</strong> interacción de veinticinco millones de mundos, cada uno con su pob<strong>la</strong>ción media<br />

de cuatro mil millones. Es demasiado. Resulta de todo punto imposible manejar algo tan<br />

complejo. Si fuera a tener éxito, si hubiera algún modo de encontrar una psicohistoria útil,<br />

tendría, primero, que encontrar un sistema más simple. Así que decidí retroceder en el tiempo<br />

y empezar a tratar con un solo mundo, un mundo que fuera el único ocupado por <strong>la</strong><br />

Humanidad en el oscuro pasado anterior a <strong>la</strong> colonización de <strong>la</strong> Ga<strong>la</strong>xia. En Mycogen, me<br />

hab<strong>la</strong>ron del mundo original de Aurora, y en Dahl del mundo original Tierra. Pensé que<br />

pudiera tratarse del mismo p<strong>la</strong>neta bajo nombres distintos, pero había un punto c<strong>la</strong>ve en el que se<br />

diferenciaban lo bastante, por lo menos, para que aquello fuera imposible. No tenía <strong>la</strong> menor<br />

importancia. Se sabía tan poco de ambos, y ese poco estaba tan oscurecido por el mito y <strong>la</strong><br />

leyenda, que no cabía <strong>la</strong> esperanza de servirme de <strong>la</strong> psicohistoria en conexión con ellos.<br />

Se calló para tomar un sorbo de zumo fresco, sin apartar los ojos del rostro de Hummin.<br />

—Bien, ¿qué más? —insistió Hummin.<br />

—Entretanto, Dors me había contado algo que yo l<strong>la</strong>mo <strong>la</strong> historia de <strong>la</strong>-mano-en-el-muslo. No<br />

tenía un significado innato, era, simplemente, un cuento humorístico y trivial. Pero, como<br />

resultado, Dors mencionó <strong>la</strong>s diferentes costumbres sexuales en los diversos mundos y en los<br />

varios Sectores de Trantor. Tuve <strong>la</strong> impresión de que trataba a los diferentes Sectores<br />

trantorianos como si fueran mundos separados. Pensé, distraído, que tendría que manejar<br />

veinticinco millones, más ochocientos. Me pareció una diferencia trivial y dejé de pensar en<br />

ello.<br />

»Pero, al viajar del Sector Imperial a Streeling, de éste a Mycogen, a Dahl y a Wye, observé por<br />

mí mismo lo diferentes que eran cada uno de ellos entre sí. La idea de Trantor, no como un<br />

mundo, sino como un complejo de mundos, fue creciendo en mi mente, aunque todavía no<br />

descubría el punto crucial.<br />

»Fue al escuchar a Rashelle... Verás, no estuvo mal que Wye me capturara al fin, y fue bueno que<br />

el atrevimiento de Rashelle <strong>la</strong> empujara a p<strong>la</strong>nes grandiosos que me confió... Cuando oí a<br />

Rashelle, como he dicho, me dijo que lo único que quería era Trantor y algunos de los mundos<br />

inmediatamente adyacentes. Era un Imperio en sí, aseguró, y desechaba los mundos exteriores<br />

como «vacíos y distantes».<br />

«Entonces, de improviso, fue cuando vi lo que había estado guardado oculto en mis<br />

pensamientos durante un tiempo considerable. Por un <strong>la</strong>do, Trantor poseía un sistema social<br />

extremadamente complejo, dado que se trataba de un mundo populoso formado por ochocientos<br />

pequeños mundos. Era, en sí, un sistema lo bastante complejo para dar sentido a <strong>la</strong> psicohistoria<br />

y, sin embargo, lo bastante simple, comparado con todo el Imperio, para hacer que <strong>la</strong><br />

psicohistoria fuera, quizá, práctica.<br />

»Y los Mundos Exteriores, los veinticinco millones de ellos, eran «vacíos o <strong>la</strong> nada, distantes».<br />

Desde luego, afectaban a Trantor, y Trantor les afectaba a ellos, pero todo eso eran efectos<br />

secundarios. Si pudiera hacer funcionar <strong>la</strong> psicohistoria como primera aproximación, sólo para<br />

Trantor, entonces, los efectos menores de los Mundos Exteriores podrían añadirse como<br />

modificaciones posteriores. ¿Comprendes lo que quiero decir? Yo buscaba un solo mundo en el<br />

que establecer una ciencia práctica de psicohistoria, y lo buscaba en el pasado lejano, cuando<br />

todo el tiempo el mundo único que yo quería se encontraba, ahora, bajo mis pies.<br />

—¡Maravilloso! —exc<strong>la</strong>mó Hummin, c<strong>la</strong>ramente aliviado y comp<strong>la</strong>cido.<br />

—Pero está todo por hacer, Hummin. Debo estudiar Trantor con suficiente detalle. Debo discurrir<br />

<strong>la</strong>s necesarias matemáticas con que tratarlos. Si tengo suerte y vivo una <strong>la</strong>rga vida, puedo<br />

obtener <strong>la</strong>s respuestas antes de morir. Si no, mis sucesores tendrán que seguirme. Tal vez el<br />

Imperio se derrumbe y se deshaga antes de que <strong>la</strong> psicohistoria sea una técnica útil.<br />

—Haré cuanto pueda por ayudarte.<br />

—Lo sé —reconoció Seldon.<br />

—¿Confías en mí, pues, pese a que soy Demerzel?<br />

—Por completo. Absolutamente. Pero que conste que lo hago porque tú no eres Demerzel.<br />

—Lo soy —insistió Hummin.

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