09. Preludio a la Fundación
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
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entendáis bien.<br />
—No se nos ha ocurrido pensar en atacar<strong>la</strong> —dec<strong>la</strong>ró Seldon sin inmutarse—, Rashelle..., ¿o debo<br />
decir Señora Alcaldesa?<br />
—Sigue con Rashelle. Tengo entendido que eres un buen luchador, Hari, y que tú, Dors, tienes<br />
gran habilidad con <strong>la</strong>s navajas, que, por cierto, hemos retirado de tu habitación. No deseo que<br />
confíes inútilmente en tus habilidades, dado que quiero a Hari vivo, ileso y amistoso.<br />
—Siempre he entendido a <strong>la</strong> perfección, Señora Alcaldesa —dijo Dors, con su falta de cordialidad<br />
bien patente—, que el auténtico gobernante de Wye, ahora y en los últimos cuarenta años, es<br />
Mannix, cuarto de su nombre, y que sigue vivo y en plena posesión de sus facultades. Entonces, yo<br />
me pregunto: ¿Quién es usted en realidad?<br />
—Exactamente quien digo que soy, Dors. Mannix IV es mi padre. Está, como dices, vivo y en<br />
posesión de sus facultades. Ante los ojos del Emperador y de todo el Imperio, él es el Alcalde de<br />
Wye, pero se encuentra agotado por <strong>la</strong> tensión del poder y ha decidido, por fin, dejarlo en mis<br />
manos, que se encuentran, igualmente, dispuestas a recibirlo. Soy su única hija y se me ha<br />
educado para gobernar. Mi padre es, por lo tanto, el Alcalde, legalmente y de nombre; yo lo soy<br />
de hecho. Es a mí, ahora, a quien <strong>la</strong>s Fuerzas Armadas han jurado lealtad, y, en Wye, eso es lo<br />
único que cuenta.<br />
Seldon asintió.<br />
—Sea como dice. Pero, de todos modos, que sea Mannix IV o Rashelle I, porque supongo que es<br />
<strong>la</strong> primera del nombre, no tienen por qué retenerme. Ya le he dicho que mi psicohistoria no es<br />
práctica y pienso que ni yo ni ningún otro llegaremos a conseguir<strong>la</strong>. Así se lo dije al Emperador.<br />
No puedo servirle ni a usted, ni a él.<br />
—Qué ingenuo eres. ¿Conoces <strong>la</strong> historia del Imperio?<br />
Seldon sacudió <strong>la</strong> cabeza.<br />
—Hace poco tiempo he llegado a desear conocer<strong>la</strong> mejor.<br />
—Yo conozco bien <strong>la</strong> Historia Imperial —le interrumpió Dors—, aunque <strong>la</strong> época pre-Imperial<br />
es mi especialidad, Señora Alcaldesa. Sin embargo, ¿qué importa que <strong>la</strong> conozcamos o no?<br />
—Si conoces tu Historia, sabrás que <strong>la</strong> Casa de Wye es antigua y honorable, descendiente de<br />
<strong>la</strong> dinastía Dacian.<br />
—Los dacianos gobernaron hace cinco mil años —observó Dors—. El número de descendientes<br />
en <strong>la</strong>s ciento cincuenta generaciones que han vivido y muerto desde entonces puede sumar <strong>la</strong><br />
mitad de <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción de <strong>la</strong> Ga<strong>la</strong>xia, si todas <strong>la</strong>s rec<strong>la</strong>maciones genealógicas, por descaradas que<br />
sean, son aceptadas.<br />
—Nuestras rec<strong>la</strong>maciones genealógicas, doctora Venabili —repuso el<strong>la</strong>, y el tono de voz de<br />
Rashelle fue, por primera vez, g<strong>la</strong>cial y hostil, y <strong>la</strong> mirada de sus ojos, acerada—, no son<br />
descaradas. Están perfectamente documentadas. La Casa de Wye se ha mantenido en el poder a<br />
lo <strong>la</strong>rgo de todas esas generaciones y ha habido ocasiones en que nosotros hemos ocupado el<br />
trono Imperial y gobernado como Emperadores.<br />
—La Historia suele referirse a los gobernantes de Wye como «anti-Emperadores», jamás<br />
reconocidos por el conjunto del Imperio.<br />
—Depende de quién escriba <strong>la</strong> Historia. En el futuro, nosotros lo haremos, porque el trono, que<br />
fue nuestro, volverá a nuestras manos de nuevo.<br />
—Para conseguir eso tienen que provocar una guerra civil.<br />
—Es un riesgo que no correremos —afirmó Rashelle, al tiempo que volvía a sonreír—. Esto es lo<br />
que debo explicaros para que sepáis por qué quiero <strong>la</strong> ayuda del doctor Seldon, a fin de evitar<br />
dicha catástrofe. Mi padre, Mannix IV, ha sido un hombre de paz toda su vida. Leal a<br />
quienquiera que estuviera gobernando en el Pa<strong>la</strong>cio Imperial, ha mantenido a Wye como un pi<strong>la</strong>r<br />
fuerte y próspero de <strong>la</strong> economía trantoriana para bien del Imperio.<br />
—Tengo entendido que el Emperador no ha confiado más en él porque haya sido así —<br />
observó Dors.<br />
—Tenlo por seguro que no. Los Emperadores que han ocupado el Pa<strong>la</strong>cio en vida de mi padre<br />
saben que son unos usurpadores, pertenecientes a un linaje de usurpadores. Los usurpadores<br />
no pueden permitirse confiar en los verdaderos gobernantes. A pesar de eso, mi padre ha<br />
mantenido <strong>la</strong> paz. Por supuesto, él ha formado y entrenado unas magníficas Fuerzas de<br />
Seguridad para así poder mantener <strong>la</strong> paz, prosperidad y estabilidad del Sector. Las autoridades<br />
Imperiales se lo han permitido porque querían un Wye pacífico, próspero, estable..., y leal.<br />
—¿Y es leal? —preguntó Dors.