24.06.2015 Views

09. Preludio a la Fundación

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—No del todo, Mamá Rittah —dijo Dors—. Hay personas que especu<strong>la</strong>n sobre <strong>la</strong> época<br />

prehistórica y que estudian algunas de <strong>la</strong>s historias de los mundos perdidos.<br />

Mamá Rittah hizo un movimiento con el brazo, como si quisiera apartar algo.<br />

—Porque lo miran con frialdad. Como eruditos. Tratan de hacerlo encajar en sus conocimientos.<br />

Podría contarles historias, durante un año entero, del gran héroe Ba-Lee, pero ustedes no<br />

dispondrían de tiempo suficiente para escucharme, y yo he perdido <strong>la</strong> fuerza de contar.<br />

—¿Ha oído hab<strong>la</strong>r de robots? —preguntó Seldon.<br />

La anciana se estremeció y su voz fue como un a<strong>la</strong>rido.<br />

—¿Por qué me pregunta estas cosas? Eran seres humanos artificiales, malos de por sí y obra de<br />

los mundos del Mal. Fueron destruidos y jamás deben ser mencionados.<br />

—Pero hubo un robot especial que los mundos del Mal odiaban, ¿no es cierto?<br />

Mamá Rittah se acercó, con dificultad, a Seldon y le miró a los ojos. Él sintió su cálido<br />

aliento en el rostro.<br />

—¿Ha venido a bur<strong>la</strong>rse de mí? ¿Sabe todas esas cosas y viene a preguntarme? ¿Por qué me<br />

pregunta?<br />

—Porque deseo saber.<br />

—Hubo un ser humano artificial que ayudó a <strong>la</strong> Tierra. Era Da-Nee, amigo de Ba-Lee. No murió<br />

jamás y vive en alguna parte, esperando su hora de regresar. Nadie sabe cuándo será eso, pero<br />

vendrá algún día, restablecerá los grandes días de antaño y erradicará toda crueldad, injusticia y<br />

miseria. Ésta es <strong>la</strong> promesa.<br />

Al terminar, cerró los ojos y sonrió, como si recordara...<br />

—Gracias, Mamá Rittah. Me ha servido de gran ayuda. ¿Cuáles son sus honorarios?<br />

—Estoy encantada de conocer a gente de otros mundos —respondió <strong>la</strong> anciana—. Serán diez<br />

créditos. ¿Puedo ofrecerles algún refresco?<br />

—No, muchas gracias —repuso Seldon—. Por favor, acepte veinte créditos. Sólo necesitamos<br />

saber cómo regresar desde aquí al expreso... Y, Mamá Rittah, si puede conseguir grabar alguna de<br />

sus historias sobre <strong>la</strong> Tierra en un disco de ordenador... Le pagaré muy bien por el<strong>la</strong>s.<br />

—Necesitaré muchas fuerzas. Muy bien, ¿cuánto?<br />

—Depende de lo <strong>la</strong>rga que sea <strong>la</strong> historia y lo bien que <strong>la</strong> cuente. Podría incluso pagarle mil<br />

créditos.<br />

Mamá Rittah se humedeció los <strong>la</strong>bios.<br />

—¿Mil créditos? ¿Y cómo podré encontrarle cuando haya grabado <strong>la</strong> historia?<br />

—Le daré el número de código del ordenador donde puede localizarme.<br />

Después de que Seldon entregara a Mamá Rittah el número de código, él y Dors salieron,<br />

agradecidos, al olor re<strong>la</strong>tivamente limpio del corredor exterior. Una vez fuera, echaron a andar<br />

rápidamente en <strong>la</strong> dirección indicada por <strong>la</strong> anciana.<br />

71<br />

—No ha sido una entrevista muy <strong>la</strong>rga, Hari —observó Dors.<br />

—Ya lo sé. Pero el ambiente era en extremo desagradable y sentí que con lo que había oído me<br />

bastaba. Es asombroso cómo estos narradores folklóricos desorbitan <strong>la</strong>s cosas.<br />

—¿Qué quieres decir con que desorbitan?<br />

—Pues que los mycogenios llenan su Aurora de seres humanos que vivieron siglos, y los dahlitas<br />

llenan su Tierra de una humanidad que vivió millones de años. Y ambos pueblos mencionan<br />

un robot eterno. En todo caso, hace que uno reflexione sobre todo ello.<br />

—En cuanto a los millones de años, hay espacio para... Oye, ¿adonde vamos?<br />

—Mamá Rittah dijo que anduviéramos en esta dirección hasta alcanzar un área de descanso;<br />

una vez allí, tenemos que seguir el cartel de AVENIDA CENTRAL, en dirección izquierda, y<br />

continuar ade<strong>la</strong>nte. ¿Pasamos por un área de descanso al venir?<br />

—A lo mejor seguimos por una vía distinta a <strong>la</strong> de llegada. No recuerdo ninguna área de<br />

descanso, aunque tampoco me preocupé por el camino. Tenía <strong>la</strong> vista puesta en <strong>la</strong> gente que se<br />

cruzaba con nosotros y...<br />

Su voz se apagó. Frente a ellos, <strong>la</strong> avenida se ramificaba a uno y otro <strong>la</strong>do. Seldon sí recordó;<br />

habían pasado por allí. Se había fijado en que había un par de viejas colchonetas tiradas en el<br />

suelo. Sin embargo, ahora no hacía falta que Dors vigi<strong>la</strong>ra a los transeúntes, como había hecho<br />

antes. No había transeúntes. Pero ante ellos, en el área de descanso, divisaron a un grupo de<br />

hombres, bastante fornidos para ser dahlitas, con los bigotes erizados y los brazos desnudos y

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!