24.06.2015 Views

09. Preludio a la Fundación

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—Ni idea. Tú nos has traído, piénsalo tú. Yo me propongo limitarme a <strong>la</strong> tarea de protección, y<br />

creo que va a ser más que necesario que no piense en otra cosa.<br />

—Supuse que sólo necesitaríamos pedir, <strong>la</strong> dirección a cualquier transeúnte, pero, no sé por qué,<br />

no me siento muy inclinado a hacerlo.<br />

—No puedo censurarte por ello. No creo que encuentres a nadie que se preste a ayudarte.<br />

—En cambio, hay bastantes jovenzuelos —dijo, seña<strong>la</strong>ndo a uno con un breve ademán. Un<br />

chiquillo, que parecía tener unos doce años (en todo caso, lo bastante joven para no llevar el<br />

universal bigote del adulto), se les había p<strong>la</strong>ntado de<strong>la</strong>nte y los miraba fijamente.<br />

—¿Imaginas que un chiquillo de esta edad no habrá desarrol<strong>la</strong>do aún <strong>la</strong> repulsión billibottiana<br />

hacia los forasteros? —observó Dors.<br />

—En todo caso, imagino que es lo bastante mayor para que se haya desarrol<strong>la</strong>do en él <strong>la</strong> afición a<br />

<strong>la</strong> violencia. Supongo que puede echar a correr y cubrirnos de insultos desde lejos si tratamos<br />

de acercarnos a él, pero dudo que nos ataque.<br />

—Joven —l<strong>la</strong>mó Seldon, levantando <strong>la</strong> voz.<br />

El muchacho dio un paso atrás y siguió mirándoles.<br />

—Acércate —le dijo Seldon.<br />

—¿Pa qué, tío? —preguntó el muchacho.<br />

—Para que nos digas unas direcciones. Acércate y no tendré que gritar.<br />

El niño dio dos pasos ade<strong>la</strong>nte. Llevaba <strong>la</strong> cara sucia, pero sus inteligentes ojos bril<strong>la</strong>ban. Sus<br />

sandalias eran desparejadas y llevaba un gran remiendo en una pernera de sus pantalones.<br />

—¿Qué direcciones? —preguntó.<br />

—Tratamos de encontrar a Mamá Rittah.<br />

Los ojos del niño parpadearon.<br />

—¿Pa qué, tío?<br />

—Soy un erudito. ¿Sabes lo que es un erudito?<br />

—¿Fuiste a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>?<br />

—Sí. ¿Y tú?<br />

El muchacho escupió, despectivo.<br />

—¡Ca!<br />

—Quiero que Mamá Rittah me aconseje..., si tú me llevas junto a el<strong>la</strong>.<br />

—¿Quieres saber el futuro? Vienes a Billibotton, tío, con tus endomingas ropas..., yo te digo<br />

el futuro. Malo.<br />

—¿Cómo te l<strong>la</strong>mas, joven?<br />

—¿Qué t'importa?<br />

—Para poder hab<strong>la</strong>r mejor contigo. Y para que puedas llevarme a donde Mamá Rittah vive.<br />

¿Sabes dónde es?<br />

—Pué que sí, pué que no. Me l<strong>la</strong>mo Raych. ¿Qué habrá para mí si te llevo?<br />

—¿Qué te gustaría, Raych?<br />

Los ojos del chico se fijaron en el cinturón de Dors.<br />

—La señora tié un par de navajas —dijo el chico—. Dame una y te llevaré a Mamá Rittah.<br />

—Estas navajas son de persona mayor, Raych. Tú eres demasiado joven para llevar<strong>la</strong>s.<br />

—Entonces, también soy demasiado joven para saber dónde vive Mamá Rittah.<br />

Y les <strong>la</strong>nzó una astuta mirada por entre <strong>la</strong> pe<strong>la</strong>mbrera que caía sobre sus ojos.<br />

Seldon se iba impacientando. Era posible que atrajeran a <strong>la</strong> gente. Varios hombres se habían<br />

detenido ya, pero habían seguido andando al ver que no parecía ocurrir nada importante. Sin<br />

embargo, si el niño se enfurecía y les atacaba de pa<strong>la</strong>bra o de hecho, <strong>la</strong> gente los rodearía.<br />

—¿Sabes leer, Rayen? —preguntó sonriendo.<br />

Raych volvió a escupir en el suelo.<br />

—¡Na! ¿Quién quié leer?<br />

—¿Sabes usar un ordenador?<br />

—¿Un ordenador par<strong>la</strong>nte? C<strong>la</strong>ro. Todos saben.<br />

—Entonces, voy a decirte algo. Llévame a <strong>la</strong> tienda de ordenadores que esté más cerca y te<br />

compraré uno pequeño para ti solo, y software para que aprendas a leer. En pocas semanas<br />

sabrás leer.<br />

A Seldon le pareció que los ojos del pequeño resp<strong>la</strong>ndecían ante <strong>la</strong> idea, pero..., no, de pronto se<br />

endurecieron.<br />

—¡Ca! Navaja, o nada.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!