09. Preludio a la Fundación
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
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BILLIBOTTON<br />
DAHL. -— ... Curiosamente, el aspecto mejor conocido de este sector de Billibotton, un lugar casi<br />
legendario sobre el que se cuentan innumerables historias. De hecho, existe una rama de <strong>la</strong><br />
literatura en <strong>la</strong> que héroes y aventureros (y víctimas) tienen que enfrentarse al peligro cuando<br />
cruzan Billibotton. Se han estilizado de tal forma dichas historias, que una de el<strong>la</strong>s, famosa y,<br />
presumiblemente, auténtica, es <strong>la</strong> del viaje de Hari Seldon y Dors Venabili, el cual se nos aparece<br />
fantástico por simple asociación...<br />
Enciclopedia Galáctica<br />
66<br />
—¿Te propones realmente visitar a esa «Mamá»? —preguntó Dors, pensativa, cuando el<strong>la</strong> y<br />
Seldon se encontraron solos.<br />
—Lo estoy meditando, Dors.<br />
—Qué raro eres, Hari. Da <strong>la</strong> sensación de que vas de mal en peor. Subiste a Arriba, lo que<br />
parecía algo inocente, cuando estuviste en Streeling por un motivo razonable. Después, en<br />
Mycogen, penetraste en el «Nido» de los Ancianos, una tarea mucho más peligrosa, por un motivo<br />
sin sentido. Y ahora, en Dahl, quieres ir a un lugar; un viaje que ese muchacho considera como<br />
un simple suicidio, por un motivo totalmente irrazonable.<br />
—Esa referencia a <strong>la</strong> Tierra ha despertado mi curiosidad, y debo saber qué hay de cierto en<br />
el<strong>la</strong>.<br />
—Es una leyenda y ni siquiera resulta interesante. Pura rutina. Los nombres cambian de p<strong>la</strong>neta<br />
a p<strong>la</strong>neta, pero el contenido de <strong>la</strong> leyenda es idéntico. Siempre <strong>la</strong> historia del mundo original, y<br />
una edad de oro. Hay nostalgia por un pasado, simple y virtuoso en apariencia, que es casi<br />
universal entre <strong>la</strong> gente de una sociedad viciosa y compleja. De un modo u otro, esto resulta<br />
cierto en cualquier sociedad, puesto que todo el mundo imagina <strong>la</strong> suya propia demasiado<br />
compleja y viciosa, por sencil<strong>la</strong> que sea. Apunta esto para tu psicohistoria.<br />
—No importa —insistió Seldon—. Tengo que considerar <strong>la</strong> posibilidad de que una vez existió un<br />
mundo. Aurora..., Tierra..., el nombre carece de importancia. En realidad... —De pronto, guardó<br />
silencio.<br />
—¿Qué hay? —preguntó Dors.<br />
—¿Te acuerdas de <strong>la</strong> historia de <strong>la</strong>-mano-en-el-muslo que me contaste en Mycogen? Fue<br />
inmediatamente después de conseguir el Libro de Gota de Lluvia Cuarenta y Tres... Bueno, una<br />
noche, de pronto, <strong>la</strong> recordé hace muy poco, hab<strong>la</strong>ndo con los Tisalver. Dije algo que me<br />
recordó, por un instante...<br />
—Te recordó ¿qué?<br />
—No me acuerdo. Pasó por mi cabeza y volvió a salir, pero todas <strong>la</strong>s veces que pienso en <strong>la</strong> idea<br />
del mundo único, me parece tener algo en <strong>la</strong> punta de los dedos, muy cerca, y después lo<br />
pierdo.<br />
Dors miró a Seldon, sorprendida.<br />
—No sé qué podría ser. La historia de <strong>la</strong>-mano-en-el-muslo no tiene nada que ver con Aurora<br />
o Tierra.<br />
—Lo sé, pero esto..., <strong>la</strong> idea que asoma al borde de mi mente parece re<strong>la</strong>cionada con este<br />
mundo único y tengo <strong>la</strong> sensación de que debo averiguar más sobre él, a cualquier precio.<br />
Esto..., y los robots.<br />
—¿También los robots? Creí que el «Nido» de los Ancianos había terminado con ellos.<br />
—En absoluto. No dejo de pensar en ese asunto. —Se quedó mirando a Dors <strong>la</strong>rgo rato,<br />
turbado—. Pero no estoy seguro.<br />
—¿Seguro de qué, Hari?<br />
Seldon se limitó a mover <strong>la</strong> cabeza y no dijo nada más. Dors arrugó <strong>la</strong> frente.<br />
—Hari, déjame decirte algo. En <strong>la</strong> Historia desapasionada, y, créeme, sé lo que estoy hab<strong>la</strong>ndo,<br />
no se hace mención de un mundo de origen. Admito que es <strong>la</strong> creencia popu<strong>la</strong>r y no sólo entre<br />
los pocos sofisticados seguidores del folklore, como los mycogenios o los caloreros dahlistas, sino<br />
que hay biólogos que insisten en que tuvo que haber un mundo de origen por razones que<br />
escapan a mi área de conocimientos, y también están los historiadores místicos que tienden a<br />
especu<strong>la</strong>r sobre ello. Y tengo entendido que entre los intelectuales pertenecientes a <strong>la</strong> c<strong>la</strong>se más<br />
desahogada, estas especu<strong>la</strong>ciones se están poniendo de moda. Sin embargo, <strong>la</strong> Historia erudita