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09. Preludio a la Fundación

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

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ciudadanos de Mycogen, eso significa que pertenecemos al Imperio, y son el Emperador y sus<br />

funcionarios legales quienes deben hacerse cargo de toda ofensa capital.<br />

—Puede que sea así en los estatutos, en los periódicos y en <strong>la</strong>s pantal<strong>la</strong>s de holovisión —alegó<br />

Amo del Sol Catorce—, pero ahora no hab<strong>la</strong>mos de <strong>la</strong> teoría. Desde mucho tiempo atrás, el Gran<br />

Anciano tiene poder para castigar los crímenes de sacrilegio sin interferencias por parte del<br />

trono Imperial.<br />

—Si los Criminales pertenecen a vuestro pueblo. Sería diferente al tratarse de forasteros.<br />

—En este caso concreto, lo dudo. Hummin os trajo aquí como fugitivos y no somos tan imbéciles<br />

en Mycogen que no sospechemos que sois fugitivos de <strong>la</strong>s leyes del Emperador. ¿Por qué iba a<br />

objetar si hacemos el trabajo por él?<br />

—Porque objetaría —insistió Seldon—. Aun suponiendo que fuéramos fugitivos de <strong>la</strong>s autoridades<br />

imperiales, incluso si su deseo fuera sólo el de castigarnos, seguiría queriendo tenernos.<br />

Permitirte matar, por <strong>la</strong> razón que fuera o los medios que quieras, a personas no-mycogenias sin<br />

el debido proceso imperial sería igual que desafiar su autoridad y ningún Emperador puede<br />

permitir semejante precedente. Por ansioso que estuviera de ver que el comercio de<br />

microalimentos no se interrumpiera, seguiría considerando necesario reestablecer <strong>la</strong> prerrogativa<br />

imperial. ¿Deseas, en tu ansia por matarnos, que una división del Ejército Imperial arrase tus<br />

granjas y tus viviendas, profane tu Sacratorium y se tome libertades con <strong>la</strong>s Hermanas? Piénsalo.<br />

Amo del Sol Catorce volvió a sonreír pero no se enterneció.<br />

—La verdad es que lo he pensado y existe una alternativa. Después de condenaros, podríamos<br />

retrasar vuestra ejecución para permitiros ape<strong>la</strong>r al Emperador en una petición de revisar vuestro<br />

caso. Él agradecería esta prueba de nuestra sumisión a su autoridad; también, <strong>la</strong> posibilidad de<br />

apoderarse de vosotros, por alguna razón personal, y, con ello, Mycogen se beneficiaría. ¿Es eso<br />

lo que queréis? ¿Ape<strong>la</strong>r al Emperador a su debido tiempo y que os entreguemos a él?<br />

Seldon y Dors cruzaron sus miradas y guardaron silencio.<br />

—Tengo <strong>la</strong> impresión —prosiguió Amo del Sol Catorce— de que preferiríais ser entregados al<br />

Emperador antes que morir; pero, ¿por qué creo que dicha preferencia lo es sólo por un<br />

escaso margen?<br />

—En realidad —comentó una nueva voz—, pienso que ninguna de <strong>la</strong>s dos alternativas es aceptable,<br />

y que deberíamos buscar una tercera.<br />

59<br />

Fue Dors <strong>la</strong> primera en identificar al recién llegado, quizá porque era el<strong>la</strong> quien lo había<br />

estado esperando.<br />

—¡Hummin! —exc<strong>la</strong>mó—. ¡Gracias a Dios que nos has encontrado! Me puse en contacto contigo<br />

tan pronto me di cuenta de que no iba a poder evitar que Hari... —alzó <strong>la</strong>s manos en un<br />

amplio gesto— llegara a esto.<br />

La sonrisa de Hummin era tan breve que no llegó a alterar su natural gravedad. Se notaba un<br />

sutil cansancio en él.<br />

—Querida mía, estaba ocupado en otras cosas. No siempre puedo acudir al instante. Al llegar, he<br />

tenido, como vosotros dos, que buscarme una kirtle y una banda, por no hab<strong>la</strong>r del cubrecabeza, y<br />

venir rápidamente. De haber estado antes aquí, hubiera podido evitar todo esto; a pesar de<br />

todo, creo que he llegado a tiempo.<br />

Amo del Sol Catorce se había recobrado ya de lo que pareció haber sido una dolorosa<br />

impresión.<br />

—¿Cómo has llegado hasta aquí, miembro de tribu Hummin? —preguntó en una voz que carecía de<br />

su habitual y profunda severidad.<br />

—No ha sido fácil, Gran Anciano, pero como <strong>la</strong> tribal Venabili gusta decir, soy una persona muy<br />

persuasiva. Alguno de los ciudadanos recordaron quién soy, lo que he hecho por Mycogen en el<br />

pasado y que sigo siendo un Hermano honorario. ¿Lo habías olvidado, Amo del Sol Catorce?<br />

—No lo he olvidado —respondió el Anciano—, mas incluso <strong>la</strong> mejor memoria no puede<br />

sobreponerse a ciertos actos. ¡Un hombre y una mujer tribales aquí! ¡No hay mayor crimen! Todo<br />

lo que has hecho no pesa lo bastante para equilibrar este acto. Mi gente no es desagradecida. Te lo<br />

pagaremos de algún otro modo. Pero estos dos deben morir o ser entregados al Emperador.<br />

—También yo me encuentro aquí —observó plácidamente Hummin—. ¿No es igualmente un<br />

crimen?<br />

—Por ti —concedió Amo del Sol Catorce—, por ti, personalmente, como Hermano honorario,

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