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09. Preludio a la Fundación

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

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que algunos robots tenían forma humana.<br />

—Por supuesto. Si vas a construir un simu<strong>la</strong>cro de ser humano, harás que parezca un ser<br />

humano.<br />

—Sí, «simu<strong>la</strong>cro» significa «imitación», pero una imitación puede ser muy burda. Un artista puede<br />

dibujar un palo y darte cuenta de que trata de representar un ser humano y lo reconoces: un<br />

círculo para <strong>la</strong> cabeza, un palo para el cuerpo, y cuatro líneas torcidas para brazos y piernas, y ya<br />

lo tienes. Pero me refiero a robots, que realmente son como seres humanos en todos sus detalles.<br />

—Ridículo, Hari. Imagínate el tiempo que llevaría formar el metal del cuerpo en proporciones<br />

perfectas, con <strong>la</strong> curva suave de los músculos, palpable.<br />

—¿Quién ha hab<strong>la</strong>do de «metal», Dors? La impresión que he sacado es que dichos robots eran<br />

orgánicos, o casi orgánicos, que tenían piel. No podrías establecer distinciones entre ellos y los<br />

seres humanos, de ningún modo.<br />

—¿Dice eso el Libro?<br />

—No con <strong>la</strong>s mismas pa<strong>la</strong>bras. Pero se entiende que...<br />

—Tú entiendes, Hari. No puedes tomarlo en serio.<br />

—Deja que lo intente. Encuentro cuatro cosas que puedo deducir de lo que el Libro dice sobre los<br />

robots..., y he seguido cada referencia dada en el índice. Primero, como he dicho, ellos..., o<br />

algunos de ellos, eran exactos a los seres humanos; segundo, que su duración de vida era muy<br />

extensa, si quieres l<strong>la</strong>marlo así.<br />

—Mejor decir «efectiva», o acabarás pensando en ellos como en seres humanos.<br />

—-Tercero —siguió diciendo Seldon, ignorándo<strong>la</strong>—, que algunos, o por lo menos uno, continúan<br />

viviendo hoy en día.<br />

—Hari, ésta es una de <strong>la</strong>s leyendas más difundidas. El antiguo héroe no muere sino que permanece<br />

en animación suspendida, dispuesto a regresar para salvar a su pueblo en tiempo de gran<br />

necesidad. ¡Por favor, Hari!<br />

—Cuarto —continuó Seldon sin darse por enterado—, hay algunas líneas que parecen indicar<br />

que el templo central, o el Sacratorium (si eso es lo que es, aunque <strong>la</strong> verdad es que no he<br />

encontrado <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra en el Libro), contiene un robot. —Hizo una pausa, luego preguntó—: ¿Te<br />

das cuenta?<br />

—No. ¿De qué tengo que darme cuenta?<br />

—Si reunimos los cuatro puntos, tal vez un robot, exactamente igual a un ser humano, que todavía<br />

vive, y que, digamos, ha estado viviendo en los últimos veinte mil años, se encuentra en el<br />

Sacratorium.<br />

—Venga, Hari, no puedes creer algo así.<br />

—En realidad, no lo creo, pero tampoco dejo de creerlo. ¿Y si fuera cierto? ¿Y si es verdad,<br />

aunque sólo se trate de una posibilidad entre un millón?, lo confieso. ¿No comprendes lo útil que<br />

me resultaría? Podría recordar <strong>la</strong> Ga<strong>la</strong>xia tal como era antes de que los archivos históricos<br />

existieran. Podría ayudarme a hacer posible <strong>la</strong> psicohistoria.<br />

—Aun suponiendo que fuera verdad, ¿crees que los mycogenios te dejarían ver y entrevistar al<br />

robot?<br />

—No intento pedir permiso. Puedo ir al Sacratorium y ver, primero, si hay algo que<br />

entrevistar.<br />

—Ahora no. Mañana como muy pronto. Y si por <strong>la</strong> mañana no has cambiado de idea, iremos.<br />

—Tú mismo me has dicho que no dejan que <strong>la</strong>s mujeres...<br />

—Pero les permiten mirar desde el exterior, estoy segura que no iremos más allá.<br />

Y se mostró inflexible.<br />

51<br />

Hari Seldon estaba de acuerdo en dejar que Dors llevara <strong>la</strong> iniciativa. Había circu<strong>la</strong>do por <strong>la</strong>s<br />

avenidas de Mycogen y <strong>la</strong>s conocía mejor que él.<br />

A Dors Venabili, con <strong>la</strong> frente arrugada, <strong>la</strong> idea le gustaba muy poco.<br />

—Podemos perdernos fácilmente, ¿sabes? —objetó.<br />

—Con este folleto, no.<br />

—Piensa en Mycogen, Hari —alegó el<strong>la</strong>, impaciente—. Deberíamos tener un computomapa, algo<br />

para consultar. Esta versión mycogenia no es sino un pedazo de plástico dob<strong>la</strong>do. No puedo decirle a<br />

esta cosa dónde estoy. No puedo decírselo con pa<strong>la</strong>bras y ni siquiera puedo hacerlo apretando los<br />

botones necesarios. Y tampoco el<strong>la</strong> puede decirme nada. Es un objeto impreso.

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