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09. Preludio a la Fundación

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

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SACRATORIUM<br />

AURORA. — ... Un mundo mítico, supuestamente habitado en tiempos primitivos, durante el<br />

amanecer de los viajes intereste<strong>la</strong>res. Para algunos, es el igualmente mítico «mundo de origen»<br />

de <strong>la</strong> Humanidad, por otro nombre, «Tierra». Los habitantes de Mycogen (q.v.), Sector del antiguo<br />

Trantor, se decían descendientes de los habitantes de Aurora y hacían de ello el credo de su<br />

sistema de creencias, sobre <strong>la</strong>s cuales no se sabe casi nada...<br />

Enciclopedia Galáctica<br />

50<br />

Las Hermanas Gotas de Lluvia llegaron a media mañana. Gota de Lluvia Cuarenta y Cinco<br />

parecía tan contenta como siempre, pero Gota de Lluvia Cuarenta y Tres se quedó en <strong>la</strong> puerta,<br />

con aspecto cansado y circunspecto. Mantuvo los ojos bajos y no dirigió ni una so<strong>la</strong> mirada a<br />

Seldon.<br />

Éste, desconcertado, hizo una señal a Dors, quien habló con un tono de voz decidido y animado.<br />

—Un momento. Hermanas —dijo—. Debo dar instrucciones a mi hombre o no sabrá qué hacer<br />

durante todo el día.<br />

Ambos pasaron al cuarto de baño.<br />

—¿Ocurre algo? —murmuró Dors.<br />

—Sí. Gota de Lluvia Cuarenta y Tres está c<strong>la</strong>ramente destrozada. Por favor, dile que le devolveré el<br />

libro tan pronto como pueda.<br />

Dors dedicó una <strong>la</strong>rga mirada sorprendida a Seldon.<br />

—Hari, eres una persona encantadora y considerada, pero no tienes ni el sentido común de una<br />

ameba. Si se me ocurre mencionar el libro a <strong>la</strong> pobre mujer, se dará cuenta de que me lo has<br />

contado todo y, entonces, sí que quedará realmente destrozada. Lo único que puedo hacer es<br />

tratar<strong>la</strong> exactamente como siempre.<br />

—Supongo que tienes razón —asintió Seldon, abrumado.<br />

Dors regresó a tiempo para <strong>la</strong> cena y se encontró con Seldon en su camastro, todavía hojeando<br />

el libro, pero con intensificada impaciencia. Cuando el<strong>la</strong> entró, <strong>la</strong> miró con enfado.<br />

—Si vamos a quedarnos aquí por más tiempo —comentó enfurruñado—, necesitaremos un sistema<br />

para comunicarnos de un modo u otro. No tenía idea de cuándo volverías y estaba un poco<br />

preocupado.<br />

—Pues, ya me tienes aquí —repuso Dors, al tiempo que se quitaba el gorro y lo miraba con<br />

asco—. Me encanta tu preocupación por mí. Pensé que estarías tan enfrascado en tu libro, que<br />

ni siquiera te darías cuenta de que yo había salido.<br />

Seldon emitió un gruñido.<br />

—En cuanto a sistemas de comunicación —continuó Dors—, dudo que no cueste trabajo<br />

conseguirlos en Mycogen. Significaría facilitar <strong>la</strong> comunicación con <strong>la</strong>s tribus exteriores y<br />

sospecho que los dirigentes de Mycogen están determinados a cortar cualquier posible acción<br />

recíproca con el gran más allá.<br />

—Sí —admitió Seldon apartando el libro—. Es de suponer, por lo que veo en el Libro. ¿Has<br />

descubierto algo sobre lo que tú l<strong>la</strong>mas... el templo?<br />

—Sí —respondió el<strong>la</strong> mientras iba arrancándose <strong>la</strong>s tiras que le cubrían <strong>la</strong>s cejas—. Existe.<br />

Hay cierto número de ellos repartidos por el Sector, y un edificio central que parece ser el<br />

principal... ¿Quieres creer que una mujer se fijó en mis pestañas y me dijo que no debería<br />

dejarme ver en público? Tengo <strong>la</strong> impresión de que se proponía denunciarme por exposición<br />

indecente.<br />

—¿Qué importa eso? —exc<strong>la</strong>mó Seldon, impaciente—. ¿Sabes dónde está situado el templo<br />

central?<br />

—Tengo <strong>la</strong> dirección, pero Gota de Lluvia Cuarenta y Cinco me advirtió que <strong>la</strong>s mujeres no<br />

están autorizadas a entrar, excepto en ocasiones especiales, ninguna de <strong>la</strong>s cuales está al caer. Se<br />

l<strong>la</strong>ma el Sacratorium<br />

—¿El qué?<br />

—El Sacratorium.<br />

—¡Qué pa<strong>la</strong>bra tan fea! ¿Qué significa?<br />

Dors movió <strong>la</strong> cabeza negativamente<br />

—Es nueva para mí. Y ninguna de <strong>la</strong>s Gotas de Lluvia conocía el significado. Para el<strong>la</strong>s,

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