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09. Preludio a la Fundación

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.

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—Oh, no. Míralo de esta forma. Si los mycogenios viven <strong>la</strong>rgas vidas, que equivalen a cuatro o<br />

cinco veces <strong>la</strong>s de los seres humanos corrientes, no pueden dar a luz demasiados niños sin<br />

aumentar en exceso <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción. Recuerda que Amo del Sol dijo algo sobre <strong>la</strong> no expansión de <strong>la</strong><br />

pob<strong>la</strong>ción y, de inmediato, cortó furioso su comentario.<br />

—¿Qué ibas a decirme?<br />

—Cuando estuve con Gota de Lluvia Cuarenta y Tres, no vi ningún niño.<br />

—¿En <strong>la</strong>s microgranjas?<br />

—Sí.<br />

—¿Contabas con ver niños allí? Yo estuve con Gota de Lluvia Cuarenta y Cinco en tiendas y en<br />

niveles residenciales; te aseguro que vi infinidad de niños de todas <strong>la</strong>s edades, incluso bebés.<br />

Y bastantes por cierto.<br />

—¡Oh! —Seldon pareció alicaído—. Entonces, esto significaría que <strong>la</strong> duración de sus vidas no<br />

puede ser extensa.<br />

—Siguiendo tu forma de razonar, yo diría que no. ¿Creíste de veras que era así?<br />

—Bueno, en realidad, no. Pero tampoco puedes obsesionarte con ello sin comprobar otras<br />

alternativas.<br />

—Pero así puedes perder mucho tiempo también, si no dejas de rebuscar en lo que, a primera<br />

vista, nos parece ridículo.<br />

—Hay cosas que lo parecen y no lo son. Bueno, basta. Esto me recuerda que eres historiadora.<br />

¿Has tropezado, en tu trabajo, alguna vez con objetos o fenómenos l<strong>la</strong>mados «robots»?<br />

—¡Vaya! Ahora te pasas a otra leyenda, y muy popu<strong>la</strong>r, por cierto. Hay varios mundos que<br />

imaginan <strong>la</strong> existencia de máquinas con forma humana, en tiempos prehistóricos. Eran l<strong>la</strong>madas<br />

«robots».<br />

»Las historias sobre «robots» tienen su origen en una leyenda principal, porque el tema general es<br />

el mismo. Los robots fueron inventados, luego crecieron en número y en habilidades hasta alcanzar<br />

el status de casi sobrehumanos. Amenazaban a <strong>la</strong> Humanidad y fueron destruidos. En cada uno de<br />

los casos, <strong>la</strong> destrucción tuvo lugar antes de <strong>la</strong> existencia de los verdaderos archivos históricos<br />

de que disponemos hoy en día. La idea general que tienen de <strong>la</strong> historia es una imagen simbólica<br />

de los riesgos y peligros de explorar <strong>la</strong> Ga<strong>la</strong>xia cuando los seres humanos se extendieron fuera<br />

del mundo o mundos que fueron sus hogares originales. Siempre debió existir el miedo de<br />

encontrarse con otras, y superiores, inteligencias.<br />

—Quizás ocurrió una vez por lo menos y eso dio pie a <strong>la</strong> leyenda.<br />

—Excepto que en ningún mundo ocupado por humanos quedan datos o huel<strong>la</strong>s de cualquier<br />

inteligencia prehumana o inhumana.<br />

—Pero, ¿por qué «robots»? ¿Acaso tiene <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra algún significado?<br />

—No, que yo sepa. Aunque sé que equivale a <strong>la</strong> ya conocida de «autómatas».<br />

—¿Autómatas? ¡Vaya!, ¿por qué no lo dicen?<br />

—Porque <strong>la</strong> gente utiliza términos arcaicos para darle más color cuando se trata de una antigua<br />

leyenda. A propósito, ¿a qué vienen tantas preguntas?<br />

—Porque en este viejo libro de Mycogen hab<strong>la</strong>n de robots, y muy favorablemente, por cierto...<br />

Oye, Dors, ¿vas a salir otra vez con Gota de Lluvia Cuarenta y Cinco esta tarde?<br />

—Lo supongo..., si aparece.<br />

—Querrías hacerle unas preguntas y tratar de sonsacarle <strong>la</strong>s respuestas?<br />

—Puedo probar. ¿Qué preguntas son?<br />

—Me gustaría averiguar, con <strong>la</strong> mayor discreción posible, si hay en Mycogen alguna estructura<br />

especialmente significativa, que tenga re<strong>la</strong>ción con el pasado, o posea cierto valor mítico que<br />

pueda...<br />

Dors le interrumpió, esforzándose por no sonreír.<br />

—Pienso que lo que estás tratando de preguntar es si hay algún templo en Mycogen.<br />

E inevitablemente, Seldon pareció asombrarse.<br />

—¿Qué es un templo? —preguntó.<br />

—Otro término arcaico de origen incierto. Quiere decir todo lo que me has estado preguntando:<br />

significado, pasado, mito. De acuerdo, se lo preguntaré. Sin embargo, es el tipo de cosa que<br />

ellos pueden encontrar difícil explicarles... a los tribales, por supuesto<br />

—No obstante, inténtalo.

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