09. Preludio a la Fundación
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
La historia comienza con la llegada de Hari Seldon al planeta-ciudad de Trántor desde su planeta natal, Helicón, para asistir a una Convención de Matemáticos. Allí se verá envuelto en un conflicto entre el alcalde de Wye, un Sector de Trántor, y el Emperador Galáctico Cleón I. Ambos quieren apoderarse de la psicohistoria que Seldon ha intuido que se puede desarrollar a partir de ciertas formulaciones matemáticas puramente teóricas. Así, se ve forzado a huir por varios Sectores del planeta Trántor (capital del Imperio Galáctico), en las que entra en contacto con las leyendas sobre la Tierra y los robots.
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encontráramos en condiciones formales y llevaras un traje, ni se te ocurriría dejarme levantarte<br />
<strong>la</strong> falda para apoyar mi mano en tu muslo, en el mismo lugar en que <strong>la</strong> tengo ahora.»<br />
»Me eché a reír y seguimos hab<strong>la</strong>ndo de una cosa y otra. Naturalmente, al joven, una vez me había<br />
l<strong>la</strong>mado <strong>la</strong> atención sobre <strong>la</strong> posición de su mano, dejó de parecerle apropiado mantener<strong>la</strong> allí y<br />
<strong>la</strong> retiró.<br />
«Aquel<strong>la</strong> noche, me vestí para <strong>la</strong> cena con más cuidado que en otras ocasiones y me puse un<br />
traje que parecía más formal de lo necesario en comparación con lo que otras mujeres llevaban.<br />
Me encontré con el joven en cuestión. Estaba sentado a una de <strong>la</strong>s mesas. Me acerqué y lo<br />
saludé.<br />
»—Aquí me tienes —le dije—, vestida, pero debajo del traje, mi muslo izquierdo sigue desnudo.<br />
Levanta <strong>la</strong> falda y pon tu mano sobre mi muslo izquierdo, como hiciste esta tarde.<br />
»Lo intentó. Tengo que reconocer que lo intentó, pero todo el mundo nos miraba. Yo no se lo<br />
hubiera impedido y tengo <strong>la</strong> seguridad de que nadie lo habría hecho, mas no se atrevió. El lugar<br />
no era distinto de lo que había sido antes y, en ambos casos, <strong>la</strong>s mismas personas estaban<br />
presentes. Resultaba muy c<strong>la</strong>ro que yo había tomado <strong>la</strong> iniciativa y que, por lo tanto, no tenía<br />
nada que objetar, pero no se decidió a vio<strong>la</strong>r <strong>la</strong>s buenas maneras. Las condiciones que habían sido<br />
«mano-en-el-muslo» por <strong>la</strong> tarde, no eran «mano-en-el-muslo» por <strong>la</strong> noche y esto era más<br />
significativo de lo que <strong>la</strong> lógica podía decir.<br />
—Yo sí habría puesto mi mano en tu muslo —dijo Seldon.<br />
—¿Estás seguro?<br />
—Por completo.<br />
—¿Aunque tu nivel de decencia en <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ya sea más alto que los nuestros?<br />
—Sí.<br />
Dors se sentó en su cama, luego, se echó con <strong>la</strong>s manos cruzadas detrás de <strong>la</strong> cabeza.<br />
—¿De modo que no te turba demasiado que lleve puesto un camisón con muy poco debajo?<br />
—No estoy especialmente escandalizado. En cuanto a sentirme turbado, depende de <strong>la</strong> definición<br />
de <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra. Me doy perfecta cuenta de cómo estás vestida.<br />
—Bien, pero si vamos a estar encerrados aquí durante cierto tiempo, tendremos que aprender a<br />
ignorar todo eso.<br />
—O aprovecharnos de ello —observó Seldon riendo—. Y me agrada tu cabello. Después de<br />
verte calva todo el día, me gusta tu pelo.<br />
—Bueno, pero no lo toques. Todavía no me lo he <strong>la</strong>vado. —Entrecerró los ojos—. Es<br />
interesante. Has separado el nivel informal del formal de <strong>la</strong> respetabilidad. Lo que estás<br />
insinuando es que Helicón es más respetable en su nivel informal que Cinna, y menos respetable<br />
en el nivel formal. ¿Lo he dicho bien?<br />
—En realidad, sólo hab<strong>la</strong>ba del muchacho que puso su mano en tu muslo, y de mí. No sabría<br />
decirte lo representativos que son los de Cinna y los de Helicón respectivamente. Puedo imaginar a<br />
ciertos individuos perfectamente decentes en ambos mundos..., y algunos descarados, también.<br />
—Estamos hab<strong>la</strong>ndo de presiones sociales. No es que yo sea una viajera galáctica, pero he tenido<br />
que verme mezc<strong>la</strong>da en mucha historia social. En el p<strong>la</strong>neta de Derowd, hubo un tiempo en que<br />
<strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones premaritales eran del todo libres. El sexo múltiple estaba autorizado para los<br />
solteros y sólo se censuraba el sexo en público si bloqueaban el tráfico. Sin embargo, después del<br />
matrimonio, <strong>la</strong> monogamia era absoluta, inquebrantable. Se partía de <strong>la</strong> teoría de que si se<br />
permitía uno todas <strong>la</strong>s fantasías en un principio, después, uno encajaba perfectamente en el <strong>la</strong>do<br />
serio de <strong>la</strong> vida.<br />
—¿Y funcionaba?<br />
—Hace unos trescientos años se acabó, pero algunos de mis colegas dicen que cesó por <strong>la</strong>s<br />
presiones exteriores de otros mundos que perdían beneficios turísticos en favor de Derowd.<br />
También existe <strong>la</strong> total presión social galáctica.<br />
—O presión económica, como en este caso.<br />
—Quizás. Además, estando en <strong>la</strong> Universidad, tengo <strong>la</strong> oportunidad de estudiar presiones sociales,<br />
sin ser una viajera galáctica. Conozco a gente de muchos sitios de dentro y fuera de Trantor. Una<br />
de <strong>la</strong>s diversiones preferidas del departamento de Ciencias Sociales es <strong>la</strong> comparación de <strong>la</strong>s<br />
presiones sociales.<br />
»Aquí en Mycogen, por ejemplo, tengo <strong>la</strong> impresión de que el sexo se hal<strong>la</strong> estrictamente<br />
contro<strong>la</strong>do y sólo está permitido bajo <strong>la</strong>s reg<strong>la</strong>s más rígidas, tanto más duras cuanto que no se<br />
discuten nunca. En el Sector de Streeling, el sexo tampoco se discute, pero no es condenado. En