Bitácora Rumbo y Travesía - Scouts del Perú

Veamos algunos ejemplos
de lo que solemos hacer erradamente:
La contaminación del agua por aceites, ya sean
vegetales, animales o derivados del petróleo, es
una de las más graves que podemos cometer. Por
ejemplo, un litro de aceite convierte un millón
de litros de agua en no aptos para el consumo.
Impactante ¿no? Cuántas veces derramamos aceite
en arroyos y ríos al lavar nuestra vajilla. La solución
es sencilla: no debemos echar aceite al agua directa
o indirectamente.
Cuando lavamos también utilizamos detergentes. ¿Sabías
que las espumas producidas por los detergentes sintéticos
inhiben la acción de las bacterias? Al impedirle a las
bacterias hacer su trabajo, se detiene la oxigenación de los
ríos y esto contribuye a convertirlos en cloacas mugrientas
y malolientes. Todos los detergentes son contaminantes,
tanto si son biodegradables como si no lo son, pues no hay
mecanismos en la naturaleza que aseguren su asimilación.
Para la limpieza de la vajilla y de la ropa es muy recomendable la utilización
de jabón en barra. Para el aseo personal, los jabones no perfumados (por
ejemplo, de glicerina).
En cualquier caso, lo mejor es no lavar nada directamente
sobre el río y construir lavaderos suficientemente
alejados de éste o de cualquier manantial,
al menos a unos 10 metros, para que
así viertan al río después de haber pasado
por una serie de filtros naturales.
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