Kurt Vonnegut Pájaro de celda - works
Kurt Vonnegut Pájaro de celda - works
Kurt Vonnegut Pájaro de celda - works
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
dio.<br />
—Ya lo sé —dije yo.<br />
—Ni siquiera tenías que ir a trabajar.<br />
—Lo sé.<br />
—Por eso te dimos aquella oficina sin ventanas y sin nadie cerca... para que te dieses<br />
cuenta <strong>de</strong> que no tenías que ir a trabajar siquiera.<br />
—Procuré ser útil, <strong>de</strong> todos modos —dije—. Espero que tu Jesús me perdone por eso.<br />
—Si sólo quieres reírte <strong>de</strong> Jesús, quizá sea mejor que no lo menciones —dijo.<br />
—De acuerdo —dije—. Pero fuiste tú el que lo sacaste a colación.<br />
—¿Sabes cuándo empezaste a ser un geek? —dijo él.<br />
Yo sabía muy bien cuándo se había iniciado el <strong>de</strong>smoronamiento <strong>de</strong> mi vida, cuando<br />
quedaron <strong>de</strong>finitivamente rotas mis alas, cuando me di cuenta <strong>de</strong> que jamás volvería a<br />
elevarme. Ese acontecimiento era para mí la cosa más dolorosa que pueda imaginarse. No<br />
podía soportar volver a pensar en aquello, así que le dije a Larkin, mirándole a los ojos<br />
por fin:<br />
—Por favor, por piedad, <strong>de</strong>ja en paz a este pobre viejo. Esto le emocionó.<br />
—Demonios... Por fin conseguí atravesar la gruesa piel <strong>de</strong> Harvard <strong>de</strong> Walter F.<br />
Starbuck —dijo—. He tocado el nervio, ¿eh?<br />
—Tocaste el nervio —dije.<br />
—Verás cómo ahora llegamos a algún sitio —dijo.<br />
—Espero que no —dije, y volví a mirar fijamente a la pared.<br />
—Yo era sólo un muchachito <strong>de</strong> pantalón corto allá en Petoskey, Michigan, cuando oí<br />
tu voz por primera vez —dijo.<br />
—No lo dudo —dije yo.<br />
—Fue por la radio. Mi padre nos hizo sentarnos a mi hermana pequeña y a mí junto a<br />
la radio y nos dijo que escuchásemos con atención. Escuchad atentamente, dijo. «Lo que<br />
vais a oír es historia.»<br />
Era el año Milnovecientos Cuarentainueve. Yo acababa <strong>de</strong> regresar a Washington con<br />
mi pequeña familia humana. Acabábamos <strong>de</strong> instalarnos en nuestro chalecito <strong>de</strong> Chevy<br />
Chase, Maryland, con su manzano silvestre florido. Era otoño. Había manzanitas agrias<br />
en el árbol. Mi esposa Ruth iba a hacer mermelada con ellas, como haría luego todos los<br />
años. ¿De dón<strong>de</strong> llegaba mi voz, para que pudiera oírme el pequeño Emil Larkin <strong>de</strong><br />
Petoskey? De una sala <strong>de</strong> audiencias <strong>de</strong> la Cámara <strong>de</strong> Representantes. Con un ramillete<br />
brutal <strong>de</strong> micrófonos <strong>de</strong> radio ante mí, estaba siendo interrogado, sobre todo por un joven<br />
congresista <strong>de</strong> California llamado Richard M. Nixon, sobre mis relaciones anteriores con<br />
los comunistas y mi lealtad actual a los Estados Unidos.<br />
Milnovecientos Cuarentainueve: ¿Dudarían <strong>de</strong> mí los jóvenes <strong>de</strong> hoy si les dijese muy<br />
serio que entonces se convocaban los comités <strong>de</strong>l Congreso en las copas <strong>de</strong> los árboles,<br />
porque los tigres colmilludos aún dominaban el suelo? No. Winston Churchill vivía aún.<br />
Y también José Stalin. Imaginaos. Era presi<strong>de</strong>nte Harry S. Truman. Y el Ministerio <strong>de</strong><br />
Defensa me había dicho a mí, antiguo comunista, que organizase y dirigiese un equipo <strong>de</strong><br />
científicos y militares. La misión era proponer tácticas para las fuerzas <strong>de</strong> tierra cuando,<br />
según parecía inevitable, dispusiésemos <strong>de</strong> armas nucleares pequeñas en el campo <strong>de</strong><br />
batalla.<br />
El comité, y sobre todo el señor Nixon, quería saber si se podía confiar a un hombre<br />
<strong>de</strong> mi pasado político una tarea tan <strong>de</strong>licada. ¿Entregaría yo nuestros planes tácticos a la<br />
Unión Soviética? ¿Estructuraría tales planes <strong>de</strong> forma que fuesen inaplicables y que en<br />
44