17.11.2012 Views

Kurt Vonnegut Pájaro de celda - works

Kurt Vonnegut Pájaro de celda - works

Kurt Vonnegut Pájaro de celda - works

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

grabaciones ilegales y el acoso <strong>de</strong> los enemigos políticos a través <strong>de</strong>l servicio <strong>de</strong><br />

Hacienda y <strong>de</strong>más, sino también los <strong>de</strong>sayunos <strong>de</strong> oración. Así que pregunté a Larkin qué<br />

era lo que pensaba él <strong>de</strong>l encuentro que se avecinaba.<br />

—Virgil Greathouse no es ni más ni menos hermano mío que tú o que cualquier otro<br />

hombre. Intentaré salvarle <strong>de</strong>l infierno igual que intento salvarte a ti ahora.<br />

Luego citó esa frase inquietante que Jesús, según San Mateo, había prometido <strong>de</strong>cir,<br />

en la persona <strong>de</strong> Dios, a los pecadores el Día <strong>de</strong>l Juicio.<br />

Ésta: «Apartaos <strong>de</strong> mí, malditos e id al fuego eterno preparado para el <strong>de</strong>monio y sus<br />

ángeles.»<br />

Estas palabras me asombraron entonces y me asombran ahora. Son, sin duda, la<br />

inspiración <strong>de</strong> la notoria crueldad <strong>de</strong> los cristianos.<br />

—Pue<strong>de</strong> que Jesús haya dicho eso —expliqué a Larkin—, pero es tan distinto <strong>de</strong> todo<br />

lo <strong>de</strong>más que dijo que tengo que llegar a la conclusión <strong>de</strong> que ese día estaba un poco<br />

loco.<br />

Larkin retrocedió y la<strong>de</strong>ó la cabeza con una admiración burlona.<br />

—He visto muchos niños malos en mi época —dijo—, pero tú te llevas la palma,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego. Has ido poniendo en contra tuya a todos los amigos que tenías con tus<br />

veleida<strong>de</strong>s y ahora insultas a la única Persona que todavía podría querer ayudarte, que es<br />

Jesucristo.<br />

No contesté. Quería que se largara.<br />

—Nómbrame a un amigo que te que<strong>de</strong> —dijo.<br />

Pensé para mí que el doctor Ben Shapiro, mi padrino <strong>de</strong> boda, habría seguido siendo<br />

amigo mío a pesar <strong>de</strong> todo... podría haber venido a por mí a la prisión en su coche para<br />

llevarme a su casa. Pero era pura especulación sentimental mía. Shapiro se había ido a<br />

Israel hacía mucho y había muerto durante la Guerra <strong>de</strong> los Seis Días. Le habían puesto<br />

su nombre a una escuela <strong>de</strong> enseñanza primaria en Tel Aviv, según me contaron.<br />

—Dime uno —insistió Emil Larkin.<br />

—Bob Fen<strong>de</strong>r —dije.<br />

Era el único recluso que estaba con<strong>de</strong>nado a ca<strong>de</strong>na perpetua, el único norteamericano<br />

convicto <strong>de</strong> traición durante la Guerra <strong>de</strong> Corea. Era el doctor Fen<strong>de</strong>r, puesto que era<br />

doctor veterinario. Era el encargado <strong>de</strong> la sala <strong>de</strong> suministros, don<strong>de</strong> me entregarían muy<br />

pronto mi ropa <strong>de</strong> civil. En la sala <strong>de</strong> suministros siempre había música, pues a Fen<strong>de</strong>r le<br />

permitían poner discos <strong>de</strong> la chanteuse francesa Edith Piaf todo el día. Era, a<strong>de</strong>más,<br />

escritor <strong>de</strong> ciencia ficción <strong>de</strong> cierta fama y publicaba varios relatos al año con diversos<br />

seudónimos, entre ellos «Frank X. Barlow» y «Kilgore Trout».<br />

—Bob Fen<strong>de</strong>r es amigo <strong>de</strong> todo el mundo y no es amigo <strong>de</strong> nadie —dijo Larkin.<br />

—Cly<strong>de</strong> Carter es amigo mío —dije.<br />

—Yo hablo <strong>de</strong> gente <strong>de</strong> fuera —dijo Larkin—. ¿Quién te está esperando fuera para<br />

ayudarte? Nadie. Ni siquiera tu hijo.<br />

—Eso ya lo veremos —dije yo.<br />

—¿Vas a Nueva York? —dijo él.<br />

—Sí.<br />

—¿Por qué a Nueva York?<br />

—Es una ciudad famosa por su hospitalidad con los emigrantes sin dinero ni amigos<br />

que quieren hacerse millonarios —dije.<br />

—Vas a pedir ayuda a tu hijo, aunque no te haya escrito en todo el tiempo que llevas<br />

aquí —dijo. Él era el cartero <strong>de</strong> mi edificio, así que estaba enterado <strong>de</strong> todo lo<br />

42

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!