Kurt Vonnegut Pájaro de celda - works
Kurt Vonnegut Pájaro de celda - works
Kurt Vonnegut Pájaro de celda - works
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que empezara a trabajar para él, en la primavera <strong>de</strong> Milnovecientos<br />
Setenta. Me convocaron para una reunión urgente con motivo <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> cuatro<br />
manifestantes antibelicistas en la Universidad Estatal <strong>de</strong> Kent por disparos <strong>de</strong> miembros<br />
<strong>de</strong> la Guardia Nacional <strong>de</strong> Ohio. Asistieron a la reunión unas cuarenta personas. El<br />
presi<strong>de</strong>nte Nixon ocupaba la cabecera <strong>de</strong> la inmensa mesa oval, y yo los pies. No le había<br />
visto en persona <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que era un simple congresista... veinte años atrás. Hasta entonces,<br />
no había manifestado el menor <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> ver a su asesor especial para asuntos <strong>de</strong> la<br />
juventud. Y, en realidad, nunca manifestó <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> volver a verme.<br />
Virgil Greathouse, ministro <strong>de</strong> Sanidad, Educación y Bienestar, y, según se <strong>de</strong>cía, uno<br />
<strong>de</strong> los amigos más íntimos <strong>de</strong>l Presi<strong>de</strong>nte, estaba allí también. Empezaría a cumplir su<br />
período <strong>de</strong> cárcel el mismo día que terminaba el mío yo. El vicepresi<strong>de</strong>nte Spiro T.<br />
Agnew también estaba en la reunión. Luego alegaría nolo conten<strong>de</strong>re, cuando le acusaron<br />
<strong>de</strong> aceptar sobornos y <strong>de</strong> <strong>de</strong>fraudar al fisco. Emil Larkin, el asesor más vengativo <strong>de</strong>l<br />
Presi<strong>de</strong>nte y ejecutor implacable <strong>de</strong> sus ór<strong>de</strong>nes, estaba allí también. Con el tiempo,<br />
<strong>de</strong>scubriría a Jesucristo como su salvador personal cuando la acusación iba a atraparle ya<br />
por obstaculizar la acción <strong>de</strong> la justicia y por perjurio. Allí estaba también Henry<br />
Kissinger. Aún no había recomendado bombar<strong>de</strong>ar Hanoi en alfombra el día <strong>de</strong> Navidad.<br />
También estaba allí Richard M. Helms, jefe <strong>de</strong> la CIA. Más tar<strong>de</strong>, recibiría una<br />
reprimenda por mentir al Congreso <strong>de</strong>clarando bajo juramento. También estaban<br />
presentes H. R. Hal<strong>de</strong>man, John D. Ehrlichman, Charles W. Colson y John N. Mitchell,<br />
el fiscal general. También ellos acabarían siendo presidiarios.<br />
Yo había pasado la noche anterior en vela, estructurando y reestructurando mis i<strong>de</strong>as<br />
<strong>de</strong> lo que podría <strong>de</strong>cir el Presi<strong>de</strong>nte ante la tragedia <strong>de</strong> la Universidad <strong>de</strong> Kent. Yo creía<br />
que había que perdonar inmediatamente a los guardias, reñirles luego y prescindir <strong>de</strong><br />
ellos <strong>de</strong>spués por el bien <strong>de</strong>l servicio. El Presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>bería or<strong>de</strong>nar luego una<br />
investigación <strong>de</strong> las unida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la Guardia Nacional en todo el país, para <strong>de</strong>scubrir si<br />
aquellos civiles con ropa <strong>de</strong> soldado merecían crédito suficiente como para confiarles<br />
armas mortíferas cuando hubiesen <strong>de</strong> controlar a multitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong>sarmadas. El Presi<strong>de</strong>nte<br />
<strong>de</strong>bía llamar tragedia a la tragedia, <strong>de</strong>bía <strong>de</strong>mostrar que estaba <strong>de</strong>solado. Debía proclamar<br />
un día, o quizás un semana, <strong>de</strong> luto nacional, con ban<strong>de</strong>ras a media asta en todo el país. Y<br />
el luto no <strong>de</strong>bía ser sólo por los muertos <strong>de</strong> la Universidad <strong>de</strong> Kent, sino por todos los<br />
norteamericanos que habían resultado muertos, o mutilados, o heridos, directa o<br />
indirectamente, por la guerra <strong>de</strong> Vietnam. Tendría que estar más resuelto que nunca, claro<br />
está, a conseguir que aquella guerra alcanzase un final honorable.<br />
Pero nadie me pidió que hablara, ni pu<strong>de</strong> interesar <strong>de</strong>spués a nadie por los papeles que<br />
llevaba en la mano.<br />
Sólo en una ocasión se reconoció mi presencia, y fue como blanco <strong>de</strong> un chiste <strong>de</strong>l<br />
Presi<strong>de</strong>nte. Yo estaba tan nervioso a medida que transcurría la reunión, que pronto tuve<br />
tres cigarrillos encendidos y me disponía ya a encen<strong>de</strong>r el cuarto.<br />
Hasta el propio Presi<strong>de</strong>nte se dio cuenta al fin <strong>de</strong> la columna <strong>de</strong> humo que salía <strong>de</strong> mi<br />
sitio, y paró la reunión para mirarme. Tuvo que preguntarle a Emil Larkin quién era yo.<br />
Esbozó luego la triste sonrisilla que indicaba invariablemente que estaba a punto <strong>de</strong><br />
entregarse a la frivolidad. A mí aquella sonrisa me pareció siempre un capullo <strong>de</strong> rosa<br />
que acabasen <strong>de</strong> aplastar <strong>de</strong> un martillazo. El chiste que hizo fue el único comentario<br />
realmente ingenioso que he oído atribuirle. Quizás sea éste el lugar que me correspon<strong>de</strong><br />
en la historia: el <strong>de</strong> blanco <strong>de</strong>l único chiste bueno <strong>de</strong> Nixon.<br />
—Haremos una pausa en el trabajo —dijo— para que nuestro asesor especial para<br />
38