Kurt Vonnegut Pájaro de celda - works
Kurt Vonnegut Pájaro de celda - works
Kurt Vonnegut Pájaro de celda - works
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
19<br />
Y por si acaso, a Vanzetti se le acusó también <strong>de</strong> una tentativa <strong>de</strong> robo <strong>de</strong> nómina en<br />
Bridgewater, Massachusetts. Fue juzgado y <strong>de</strong>clarado convicto. Y así fue como <strong>de</strong><br />
ven<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> pescado se transformó, como por encanto, en criminal conocido antes <strong>de</strong> que<br />
Sacco y él fuesen juzgados por asesinato.<br />
¿Era culpable Vanzetti <strong>de</strong> este <strong>de</strong>lito menor? Pue<strong>de</strong> que sí, pero no importaba mucho.<br />
¿Quién dijo que no importaba mucho? El juez que juzgó el caso dijo que no importaba<br />
mucho. Este juez era Webster Thayer, licenciado <strong>de</strong>l Darmouth College y <strong>de</strong>scendiente<br />
<strong>de</strong> varias familias ilustres <strong>de</strong> Nueva Inglaterra. Explicó al jurado: «Este hombre, aunque<br />
pueda no haber cometido realmente el crimen que se le imputa, es culpable sin duda<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> un punto <strong>de</strong> vista moral, porque es enemigo <strong>de</strong> las instituciones vigentes.»<br />
Palabra <strong>de</strong> honor: esto lo dijo un juez en un tribunal norteamericano. Saqué la cita <strong>de</strong><br />
un libro que tengo: Labor’s Uníold Story, <strong>de</strong> Richard O. Boyer y Herbert M. Morais<br />
(United Front, San Francisco, 1955).<br />
Y luego, este mismo juez Thayer consiguió juzgar a Sacco y al conocido <strong>de</strong>lincuente<br />
Vanzetti por asesinato. Fueron <strong>de</strong>clarados culpables aproximadamente un año <strong>de</strong>spués dé<br />
su <strong>de</strong>tención: en julio <strong>de</strong> Milnovecientos Veintiuno, cuando yo tenía ocho años.<br />
Fueron finalmente electrocutados cuando yo tenía quince años. Y si oí comentarios<br />
sobre el asunto a alguien <strong>de</strong> Cleveland, ya lo he olvidado.<br />
El otro día, hablé con un reca<strong>de</strong>ro en el ascensor <strong>de</strong>l edificio <strong>de</strong> la RAMJAC. Era más<br />
o menos <strong>de</strong> mi edad. Le pregunté si se acordaba <strong>de</strong> la ejecución, cuando él era niño. Dijo<br />
que sí, que recordaba haber oído <strong>de</strong>cir a su padre que estaba harto y cansado <strong>de</strong> que la<br />
gente se pasase el día hablando <strong>de</strong> Sacco y Vanzetti y que se alegraba <strong>de</strong> que el asunto<br />
hubiese acabado <strong>de</strong> una vez.<br />
Le pregunté qué oficio tenía su padre.<br />
—Director <strong>de</strong> banco en Montpelier, Vermont —dijo. Era un viejo que llevaba un<br />
gabán <strong>de</strong>l Ejército <strong>de</strong> los Estados Unidos, suministro <strong>de</strong> guerra.<br />
Al Capone, el famoso gángster <strong>de</strong> Chicago, opinaba que Sacco y Vanzetti merecían<br />
haber sido ejecutados. Él también creía que eran enemigos <strong>de</strong>l modo <strong>de</strong> pensar<br />
norteamericano sobre Norteamérica. Estaba ofendido <strong>de</strong> lo ingratos que eran con<br />
Norteamérica aquellos inmigrantes italianos, como él.<br />
Capone dijo, según Labor’s Untold Story: «El bolchevismo está llamando a nuestra<br />
puerta... Debemos mantener apartado al trabajador <strong>de</strong> la literatura roja y <strong>de</strong> los rusos<br />
rojos.»<br />
Esto me recuerda una historia que escribió el doctor Robert Fen<strong>de</strong>r, mi amigo <strong>de</strong> la<br />
prisión. Era un relato sobre un planeta en el que el peor crimen era la ingratitud. Había<br />
muchas ejecuciones por ingratitud. Ejecutaban a la gente como solían ejecutarla en<br />
Checoslovaquia: les <strong>de</strong>fenestraban. Les arrojaban <strong>de</strong> ventanas muy altas.<br />
Al héroe <strong>de</strong>l relato <strong>de</strong> Fen<strong>de</strong>r al final le tiraban por una ventana por ingratitud. Sus<br />
últimas palabras cuando salió volando <strong>de</strong> la ventana <strong>de</strong> un piso treinta, fueron éstas: «¡Un<br />
116