lorca
lorca lorca
después de la jornada, un tiempo más para instruirse en ‘sesiones de culturización’ bajo la dirección de los líderes más informados. Era lo que ya se practicaba en Italia, el dopo lavoro. Se me ocurrió, para evitar divagaciones o exposiciones generales, nombrarles diez o doce pintores para que ellos eligieran los de mayor interés; en seguida, surgió El Greco –hoy está bastante popularizado, pero entonces no lo era tanto, pasaba más bien por raro y extravagante–. Les hablé arrebañando de aquí y de allá cosas, poniendo un cierto calor (era el pintor que venía de la amplitud del Mediterráneo, de la gracia de la vida y la pintura italiana del siglo XVI, a caer en Toledo, ciudad cejijunta de pleitos de cabildo...), pero quedaba un problema: ¿cómo explicar aquello sin los cuadros? A los pocos días me llamaron: Oye, compañero, que aquí estuvimos hablando los chicos y las chicas y ya podíamos ir contigo al Museo del Prado el domingo que viene y nos explicas..., ya sabemos que estás ocupado y que te estamos molestando..., luego nos tomamos unos chorizos y unos vinos.... Claro que fui. Podías imaginarte su avidez. Al lado, estaba un grupo de extranjeros de altos estudios españoles en Oxford que abrían los ojos asombrados frente al interés de unos obreros que al día siguiente estarían subiéndose a las ocho de la mañana a los andamios. Esta era la España de entonces, cuando la natural perspicacia y curiosidad del pueblo español estaba en vilo gracias a la política cultural de la República. Continuamente se repetían hechos de este tipo. Era una España en levitación, como si estuviéramos todos en el aire esperando no sé qué acontecimiento maravilloso. Este era el cuadro viviente de la España de preguerra» 81 . Despois desta estadía en Madrid, Eduardo emprende de novo un periplo por toda Galicia, recalando na súa Auria, onde chega o oito de outubro. Entrementes, Federico inicia a súa viaxe a Buenos Aires o 13 de outubro de 1933 para volver o 27 de marzo de 1934. Este longo período que pasará García Lorca nos países americanos, aproveitarao Eduardo para viaxar e recoller notas e impresións sobre as terras e xentes de León, Palencia, Valladolid, Segovia, Santander, Bilbao, Zaragoza, Barcelona, Baleares, Valencia, que servirán para as súas crónicas viaxeiras sobre os pobos de España. Publicará artigos en La Vanguardia, El Pueblo Gallego ou en Galicia, da Federación de Sociedades Galegas de Buenos Aires. Terminará recalando 81 Cito por Ruiz de Ojeda, 1994, pp. 64-5. 96
sempre en Madrid (25 de outubro-10 de novembro; 22 de novembro-23 de decembro) para tomarlle o pulso ó acontecer político do país e podérllelo comunicar ós seus lectores arxentinos. García Lorca, como xa vimos en apartados anteriores, estaba a triunfar en Buenos Aires e Montevideo, pero non esquecía ó seu amigo nos círculos culturais do país, algo que Eduardo lle agradecería máis tarde en carta: «... Les hablé de tus proyectos y realizaciones. Casi toda la conversación estuvo a ti dedicada. No hago más que corresponderte. Ahora veo cuánto has hecho aquí por mí, y eso apenas nos conocíamos. ¡Y hay quien dice que eres egoísta! En realidad, tu has impuesto aquí mi nombre; porque lo cierto es que la gente me quería y esperaba de mi no sé qué cosas, pero tú has atizado mucho este fuego. Gracias, Federico. Ya sabes que yo soy sobrio en las expresiones de mis sentimientos, pero que me van muy hondo...» (Buenos Aires, 29 de decembro de 1935). En marzo de 1934, Federico regresa a España, despois dunha viaxe cargada de éxitos por Buenos Aires e Montevideo, pero a dereita está no poder e a violencia na rúa é cada vez máis provocativa. Blanco-Amor que vén de Barcelona, pasando por Valencia, chega a Granada, onde estará do 19 ó 24 de abril, para dar a benvida ó amigo e poder conversar con el da súa experiencia riopratense. O escritor galego coñecía moi ben o mundiño bonaerense, pois vivía alí desde 1919 e, sen dúbida, tivera tamén participación na preparación da viaxe, pois, entre outras cousas, coñecía tamén a Lola Membrives, que foi quen propiciou este encontro teatral de Lorca co público americano. De novo, interponse o testemuño serodio de Guerra da Cal, que vería este encontro como unha imposición de Blanco-Amor. Pero a verdade é que esta relación estase vigorizando. Non esquezamos que Eduardo escolleu, ó longo da súa vida, as súas relacións non por un criterio oportunista, senón pola oportunidade que podían supor para exercer a súa actividade como escritor, sempre que tiveran un interese para a xente, para o seu público, sempre que tivesen un interese social. Necesariamente, como correspondente de La Nación, estaba ó tanto dos éxitos de García Lorca. Pero Blanco-Amor busca algo máis: quere penetrar no coñecemento da infancia do poeta, nun Federico máis íntimo, ó lado de seus pais na Vega de Granada. Cóntanos como don Fernando, o pai do poeta, percorre con el os campos da Vega, explicándolle a vida do campo andaluz, na que discorrería a infancia do poeta, mentres á volta súa nai dona Vicenta tiña preparado un gazpachuelo para o invitado. 97
- Page 45 and 46: Dedicatoria de Federico a Carlos Ma
- Page 47 and 48: Debuxo de García Lorca, nas páxin
- Page 49 and 50: Debuxo de Federico, dedicado a Carl
- Page 51 and 52: Debuxo dedicado por Federico a Carl
- Page 53: Federico séguelle a enviar libros
- Page 57: Libro de John M. Synge, agasallo de
- Page 61: Carta manuscrita de Federico a Carl
- Page 66: Carta manuscrita de Federico a Carl
- Page 69: Carta manuscrita de Federico a Carl
- Page 73 and 74: «Madrigal a la ciudad de Santiago
- Page 75 and 76: Debuxo de Luís Seoane para o recit
- Page 77 and 78: II. FEDERICO, ERNESTO E EDUARDO: TR
- Page 79 and 80: En Madrid emprende unha nova vida.
- Page 81 and 82: La Barraca, prolongando a onda bene
- Page 83 and 84: Dedicatoria a Ernesto Pérez Güerr
- Page 86 and 87: Dedicatoria de Federico García Lor
- Page 88 and 89: adolescente ‘entre italiano y fla
- Page 90 and 91: nesto, de tan só 22 anos, puido ac
- Page 92 and 93: de lo cual, pronunciaré una confer
- Page 94 and 95: coñece persoalmente en 1933, xa qu
- Page 98 and 99: Blanco-Amor pasa estes días en Gra
- Page 100 and 101: Blanco-Amor, despois de viaxar por
- Page 102 and 103: Cuando tengas algún tiempo libre,
- Page 104 and 105: das de sangre e La zapatera prodigi
- Page 106 and 107: de España». «Patios de Toledo»,
- Page 108 and 109: Tu libro lo dejé en marcha; y si n
- Page 110 and 111: Esta confesión íntima é, por ago
- Page 112 and 113: Gracias, Federico. Ya sabes que yo
- Page 114 and 115: Caricatura de Blanco-Amor, realizad
- Page 116 and 117: Eduardo Blanco-Amor, Edición do au
- Page 118 and 119: Federico fotografado por Blanco-Amo
- Page 120 and 121: Outra foto que Eduardo lle sacou a
- Page 122 and 123: Outra foto da serie de García Lorc
- Page 124 and 125: Outra foto, da serie tirada por Bla
- Page 126 and 127: Federico García Lorca cos seus sob
- Page 128 and 129: Federico García Lorca con súa nai
- Page 130 and 131: Foto de García Lorca, conservada p
- Page 132 and 133: Casa do poeta en Fuente Vaqueros, n
- Page 134 and 135: 134
- Page 136 and 137: Camelia branca do ar brila entebrec
- Page 138 and 139: ¡Ay ruada, ruada, ruada da Virxen
- Page 140 and 141: O vento deixaba camelias de soma na
- Page 142 and 143: PE: V. Canzón de cuna pra Rosalía
- Page 144 and 145: PE: AP/A: VI. Danza da lúa en Sant
después de la jornada, un tiempo más para instruirse en ‘sesiones<br />
de culturización’ bajo la dirección de los líderes más informados.<br />
Era lo que ya se practicaba en Italia, el dopo lavoro. Se me ocurrió,<br />
para evitar divagaciones o exposiciones generales, nombrarles<br />
diez o doce pintores para que ellos eligieran los de mayor interés;<br />
en seguida, surgió El Greco –hoy está bastante popularizado,<br />
pero entonces no lo era tanto, pasaba más bien por raro y<br />
extravagante–. Les hablé arrebañando de aquí y de allá cosas,<br />
poniendo un cierto calor (era el pintor que venía de la amplitud<br />
del Mediterráneo, de la gracia de la vida y la pintura italiana del<br />
siglo XVI, a caer en Toledo, ciudad cejijunta de pleitos de cabildo...),<br />
pero quedaba un problema: ¿cómo explicar aquello sin los<br />
cuadros? A los pocos días me llamaron: Oye, compañero, que aquí<br />
estuvimos hablando los chicos y las chicas y ya podíamos ir contigo<br />
al Museo del Prado el domingo que viene y nos explicas..., ya sabemos<br />
que estás ocupado y que te estamos molestando..., luego nos<br />
tomamos unos chorizos y unos vinos.... Claro que fui. Podías imaginarte<br />
su avidez. Al lado, estaba un grupo de extranjeros de altos<br />
estudios españoles en Oxford que abrían los ojos asombrados frente<br />
al interés de unos obreros que al día siguiente estarían subiéndose<br />
a las ocho de la mañana a los andamios. Esta era la España<br />
de entonces, cuando la natural perspicacia y curiosidad del pueblo<br />
español estaba en vilo gracias a la política cultural de la República.<br />
Continuamente se repetían hechos de este tipo. Era una España<br />
en levitación, como si estuviéramos todos en el aire esperando<br />
no sé qué acontecimiento maravilloso. Este era el cuadro<br />
viviente de la España de preguerra» 81 .<br />
Despois desta estadía en Madrid, Eduardo emprende de novo un periplo<br />
por toda Galicia, recalando na súa Auria, onde chega o oito de outubro.<br />
Entrementes, Federico inicia a súa viaxe a Buenos Aires o 13 de outubro<br />
de 1933 para volver o 27 de marzo de 1934. Este longo período que pasará<br />
García Lorca nos países americanos, aproveitarao Eduardo para viaxar e<br />
recoller notas e impresións sobre as terras e xentes de León, Palencia, Valladolid,<br />
Segovia, Santander, Bilbao, Zaragoza, Barcelona, Baleares, Valencia,<br />
que servirán para as súas crónicas viaxeiras sobre os pobos de España.<br />
Publicará artigos en La Vanguardia, El Pueblo Gallego ou en Galicia, da<br />
Federación de Sociedades Galegas de Buenos Aires. Terminará recalando<br />
81<br />
Cito por Ruiz de Ojeda, 1994, pp. 64-5.<br />
96