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ta y, aplastándolos, haga una tortilla de las que tanta falta hacen<br />

en España».<br />

Vuelve a visitarla, con ganas más personales y más adecuadas<br />

letras, en 1932, en gira de conferencias por el Instituto de<br />

Cooperación Intelectual, o algo así. Naturalmente, en esta visita,<br />

más sopesada y mejor acompañada, tuvo que apechugar con el<br />

tenaz dominio -aunque sea por pocas horas- de aquel manso y<br />

tan incisivo, deslumbramiento que mi tierra mete por las canales<br />

del sensorio, antes que por la noticia letrada, en las almas capaces<br />

de recepción y que es su desquite de tanto dejarla ahí o del<br />

pasarla de largo, conformándose con los tópicos dulzarrones -«los<br />

mil verdes del paisaje», «la melancolía», «los iños, iñas»- del comento<br />

turístico, repetidor al dictado, o de la vacuidad, sin más, de muchos<br />

naturales. Federico, «fulminado» -es palabra suya- por Compostela<br />

(¡válgame Dios, él granadino!), en vez de los ¡ah!, ¡oh! de la bobería<br />

transeúnte o congénita, se alivió con unos versos; porque muchas<br />

veces los versos, aun siendo poeta más trabajoso y premioso<br />

de lo que se cree, eran su modo interjeccional y exclamativo.<br />

De esta visita es el primer poema, el Madrigal â cibdá de<br />

Compostela. Apareció originalmente en Yunque, de Lugo, una de<br />

aquellas revistas -parpadeos de entonces, que duraban tanto como<br />

el engaño lírico de sus empresarios- la dirigía Angel Fole -tardaba<br />

en hacerse desengaño económico, ¡y tan útiles en su apenas nacer!<br />

Volvió en 1934 con «La Barraca». La montó en la Plaza de la<br />

Quintana -la antigua Quintana dos mortos-, con su loggia<br />

renacentista, su barroco desbocado y aquel altísimo paredón de<br />

monjas encerradas, con tantas ventanas, todas mirando hacia dentro,<br />

en cuya negrura garbea una lápida recordando al Batallón de<br />

Literarios, aquellos estudiantes que en 1808 se fueron a la guerra,<br />

con guitarras y manteos, como a una tuna. Y esta plaza vino luego<br />

a ser escenario del más intenso de los poemas, la Danza da<br />

lúa en Santiago.<br />

Otras relaciones con Galicia: En su conferencia del Duende,<br />

signa al Maestro del Pórtico entre los tocados por el misterio y<br />

ventolera. También se refiere a la romería metepsicósica de San<br />

Andrés de Teijido, o San Andrés de Lonxe, de lejos. Yo se la conté,<br />

pero ya se la había contado antes Carlos Martínez Barbeito,<br />

que la sabe mejor, aunque no haya estado en ella, porque es de<br />

La Coruña. Yo estuve, pero soy de Orense.<br />

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