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ficos viajes por España que había hecho, inmóvil, leyendo mis<br />

cosas’. Ardía en ganas de hablarme aparte. Y como se trataba de<br />

una exhibición de La Traviesa Molinera en privado, en cuanto se<br />

apagó la luz, nos sentamos juntos y empezamos a hablar de ti.<br />

Está muy dolida y triste de ti. La conclusión de nuestra conversación<br />

fue ésta: Ya que no le has dado Yerma ni piensas darle Doña<br />

Rosita -con cuyo papel de criada sueña- que le destines, por lo<br />

menos, Casa de Maternidad o que le escribas cualquier otra cosa.<br />

Yo creo que debías hacerlo. Margarita está por encima de estos<br />

menudos celos teatrales y no se enfadaría, porque Margarita no<br />

es actriz más que por su gran talento y su angustiosa sensibilidad.<br />

Es actriz de escena y no de entre bastidores. Ella misma te aconsejaría<br />

que atendieses el pedido de Lola: está desolada y me dice<br />

que todo cuanto le leen, le parece de azucarillo o percalina; que<br />

sueña con hacer una de tus mujeres y que este año no tuvo interés<br />

en hacer temporada porque le faltaba el entusiasmo que sólo<br />

tú puedes devolverle. Piensa un poco en esto y contéstame. Pero<br />

contéstame...<br />

Lo de Lola ahí queda, como lo más importante de esta carta.<br />

No desmorones el prestigio que me has creado ante ella, dejando<br />

mi carta sin respuesta 46 ...<br />

Eduardo. Buenos Aires, noviembre 29-935»<br />

46<br />

O destino quixo que fora Margarita Xirgu anos despois, no seu exilio, quen dera a coñecer,<br />

á fronte da «Comedia Nacional Uruguaya», a obra lorquiana, na súa máis auténtica fibra dramática.<br />

A guerra civil española non só derrubaría edificios ben construídos, senón que tamén mudaría<br />

conciencias. Este foi o caso de Lola Membrives, como nos conta Fernando Iglesias Tacholas:<br />

«Eu mesmo a vin baixar dun automóbil, lucindo a súa camisa da Falanxe, con<br />

frecha en ouro, e entrar na ‘Tienda Las Filipinas’, que entón estaba en Carlos Pellegrini<br />

e Bme. Mitre, á que ganou moita popularidade polas obras que ela estreara e a quen<br />

fixo vir a Buenos Aires, xa entón sabedora do seus asasinato en Granada polos que<br />

ela, dona Lola Membrives, si, grande actriz, pero mala amiga de Federico García<br />

Lorca, axudaba, os asasinos». (Vid. «A guerra civil desde lonxe», en Fernando Iglesias<br />

“Tacholas”, un actor auriense na Galicia ideal , Luís Pérez, Ediciós do Castro, Sada,<br />

A Coruña, 1996).<br />

Blanco-Amor escribe tamén:<br />

«Lola era por aquel tiempo tan hazañosa -no sé si azañista- republicana que se<br />

le otorgó, si no por primera vez, una de las primeras, la Orden de la República. A<br />

mí, que era rojo perdido, me encargó la presentación en Buenos Aires del estreno<br />

de Nuestra Natacha de Casona. Luego viró la chaqueta, para el caso el mantón, y se<br />

hizo franquista batallona, consecuente con el fácil mimetismo de las gentes de espectáculo».<br />

(Vid. «Federico otra vez; la misma vez», El País, Arte y Pensamiento, 1-<br />

10-1978).<br />

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