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06.06.2015 Views

Manuel Antonio y al de Álvaro Cunqueiro, sin que ello demuestre nada. Su grafía gallega era fonética, pero el sentido interior de la modulación del verso y del espíritu de mi lengua materna eran, verdaderamente, un milagro. No hay manera -y alguna vez lo he intentado como ejercicio- de acomodar o «reacomodar» esos poemas a formas castellanas. La traducción de Alberto Muzzio, un «verdadero tapiz visto del revés», como dijo Cervantes, es la exacta prueba de esta afirmación; aunque metió en ella sus honorables calcañares el propio don Álvaro de las Casas... ¡Pues ni con esas! Esta poesía gallega de Lorca nació esencialmente gallega y todo lo demás es anecdotario gramatical y amanuense, sin valor alguno: esta es toda la verdad y no debe volverse sobre el asunto. Los poesmas gallegos de Federico son tan suyos como los romances del Romancero. Nadie puede saberlo mejor que yo, como no sea Ernesto Pérez Guerra, que firmaría conmigo estas líneas. (1) Ilustran esta página dos fotos de la colección de nueve, tomadas por el autor de esta nota en Granada, verano de 1935. Están prácticamente inéditas en su mayoría. De las tres colecciones de copias, que mandé hacer en Granada, una se la entregué a la madre del poeta, otra a Margarita Xirgu y la tercera a don Manuel Azaña, gran amigo de Federico. La entregada a la familia de Lorca, fue la que utilizó el profesor Del Río en un libro sobre el poeta, aparecido en EE.UU., en 1937, donde no cita -supongo que por mala intención- ni al autor de las fotos ni la fuente suministradora: la propia familia, que vive en Nueva York desde entonces. Las fotos tienen importancia biográfica, pues son las únicas y las últimas que se conocen, donde el poeta aparece en compañía de su madre y en su casa de la ciudad andaluza 274 . (La Hora, Chile, 05-12-1948. Blanco-Amor, 1948). 274 Blanco-Amor ilustra este artigo con dúas fotos da súa autoría: nunha o poeta está coa súa nai e noutra toca o piano, ambas as dúas na súa casa de Granada. 332

8.2.2. Los poemas gallegos de Federico García Lorca 275 Muchas veces en estos veintitantos años, se me ha pedido que publicase la historia de estos poemas, tan insólitos en el conjunto de la obra lorquiana, en vista de que fui yo quien los ha ordenado para su edición. La verdad es que no tenía ningunas ganas de añadirme al moqueo necrofílico -casi necrofágico- de tanto repentino plañidero exitista 276 , de esos que les entra, apenas, la letra y no la sangre, para ponerme a hacer de mi amigo pendón de reclamos personales. En la primera edición de las Obras Completas, (Editorial Losada, S. A., Buenos Aires, 1938), aparecieron con el prólogo explicativo que les puse cuando los publiqué; lo suprimieron en las sucesivas, no sé la razón; y como éstas fueron las más divulgadas y los poemas aparecían allí mondos 277 de origen, el asunto volvió a su misterio. Hasta 1948 no hallé ánimos para ponerme a hablar de Federico con la indispensable objetividad, para no seguir siempre siendo víctimas de su muerte. En todo este tiempo, me mantuve al margen no sólo de los fregados lacriminatorios de los snobs sino también tejemanejes utilitarios de quienes hicieron mercancía o ideología del trance amarguísimo. Incluso las fotografías que le hice en Granada y en Madrid, quedaron en su mayor parte inéditas hasta 1952, resistiendo muchos mercadeos y ofertas, y las que aparecieron, por cierto sin mención de autor, fueron suministradas por otras personas a las que yo había regalado colecciones. Desde 1948, he dictado veinte conferencias sobre diversos aspectos lorquianos, en la Argentina, Uruguay, Chile y Venezuela. En un cursillo de la Universidad de Chile (1950) sobre Poesía Española Contemporánea. le dediqué tres de las doce lecciones, y otras en la Universidad de Concepción. Publiqué luego diversos trabajos. Los últimos son: «Evocación de Federico», en La Nación, de Buenos Aires (octubre, 1956) y «Federico García Lorca, después de veinte años», en la Revista 275 O artigo vai acompañado da fotografía que Blanco-Amor lle sacou en Granada, en 1935, á beira de súa nai, dona Vicenta Lorca. 276 «Existista», no artigo de Insula. Cando considero que hai unha posible errata de imprenta, acudo a unha copia mecanografada deste artigo, que Blanco-Amor conservaba na súa bilioteca (hoxe nos arquivos na Deputación Provincial de Ourense), como é o caso este. «Exitista» é unha neoformación blancoamoriana, moi habitual nel como lector dos clásicos e, en especial, de Quevedo, fronte ó seu sinónimo exitoso. 277 Na copia mecanografada: “mondos y lirondos”. 333

Manuel Antonio y al de Álvaro Cunqueiro, sin que ello demuestre<br />

nada.<br />

Su grafía gallega era fonética, pero el sentido interior de la<br />

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verdaderamente, un milagro. No hay manera -y alguna vez lo he<br />

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a formas castellanas. La traducción de Alberto Muzzio, un<br />

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calcañares el propio don Álvaro de las Casas... ¡Pues ni con<br />

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Esta poesía gallega de Lorca nació esencialmente gallega y<br />

todo lo demás es anecdotario gramatical y amanuense, sin valor<br />

alguno: esta es toda la verdad y no debe volverse sobre el asunto.<br />

Los poesmas gallegos de Federico son tan suyos como los romances<br />

del Romancero. Nadie puede saberlo mejor que yo, como no<br />

sea Ernesto Pérez Guerra, que firmaría conmigo estas líneas.<br />

(1) Ilustran esta página dos fotos de la colección de nueve, tomadas<br />

por el autor de esta nota en Granada, verano de 1935. Están<br />

prácticamente inéditas en su mayoría. De las tres colecciones de<br />

copias, que mandé hacer en Granada, una se la entregué a la madre<br />

del poeta, otra a Margarita Xirgu y la tercera a don Manuel Azaña,<br />

gran amigo de Federico. La entregada a la familia de Lorca, fue la<br />

que utilizó el profesor Del Río en un libro sobre el poeta, aparecido<br />

en EE.UU., en 1937, donde no cita -supongo que por mala<br />

intención- ni al autor de las fotos ni la fuente suministradora: la<br />

propia familia, que vive en Nueva York desde entonces. Las fotos<br />

tienen importancia biográfica, pues son las únicas y las últimas<br />

que se conocen, donde el poeta aparece en compañía de su madre<br />

y en su casa de la ciudad andaluza 274 .<br />

(La Hora, Chile, 05-12-1948. Blanco-Amor, 1948).<br />

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Blanco-Amor ilustra este artigo con dúas fotos da súa autoría: nunha o poeta está coa<br />

súa nai e noutra toca o piano, ambas as dúas na súa casa de Granada.<br />

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