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06.06.2015 Views

Ya florece en el Poema de Mio Cid: Apriesa cantan los gallos/e quieren... Por préstamo también de la juglaría gallega, pasa a la más antigua lírica popular castellana, casi literalmente: -Ya cantan los gallos buen amor y vete mira que amanece -Que canten los gallos ¿Yo cómo me iría, pues tengo en los brazos la que más quería? Aparece en otros lugares de Lorca: Los piquetes de los gallos/cavan buscando... Conocía mi canción de albada: ¡-Ay amor! Tódolos galos do día/ petéiranme o corazón... Pero el clarín del gallo no es en este poema diana castrense ni símbolo erótico, sino trompeta arcangélica de resurrección: Érguete miña amiga/que xa cantan os galos do día... Federico mece el nombre de Rosalía en vaivén de canción de cuna, con dulzura y alusión epifánica y jacobea: la eterna infancia, virginidad de los mitos esenciales; Rosalía, la infancia perpétua, el perenne nacer con ojos nuevos, de Galicia... Los arados y el arado místico de la barca apostólica entre Belén y Santiago; no de piedra, sí de plata: metal votivo de la peregrinación glebaria, aldeana... El tema, desarrollado in crescendo, se desliza desde la evocación personal hasta transfundirse en el dolor de Galicia: en las simbiosis Rosalía-Galicia. Luego también la vio así el alto poeta Pimentel: Choiva de flores de estameña nos tristes pasadelos /Coa túa boca torta chamas a mortos e náufragos dende a solaina/entre a brétema, en serán infinda... 200

Galicia entre la postración y la resurrección; hierba y cabellos transidos, desolados, hasta el mar. Belleza y dolor en la dual denuncia rosaliana: Que hermosa te deu Dios, terra querida desdichada beldá. La convocatoria resuelta en incitación himnaria. Despertar para la vida múltiple... y triunfante, para el sino restaurado, para el goce y la hartura. Ni la alondra ni el gallo. El viento del día como en el ancho mugir matriarcal de la vaca...». Texto 2 252 «Señalemos el hallazgo temático. Rosalía, la amiga-amada, convocada en el sueño y desamparo de la muerte, que es ya la perenne infancia. Curros la había visto por los arenales -la estrella canción colgada de los labios- llevando esa otra niñez que no cesa, la locura: ‘Pero iba tan sola na noite sin fin/que aínda recei pola probe da tola/eu que non teño quen rece por min’. Aquí es la niña perezosa, perezosa en su muerte como en un regazo: Érguete miña amiga... El poeta la cita en el alba... Como no llega, la vela y la desvela con la gloria de una Galicia transfigurada que trae de Belén ángeles, arados y barcos de plata fina... El poeta la cita y la mece con los gallos de las viejas albadas, desde el viento totémico calentado en los mugidos... De la tumba-cuna, responde la negra fuente de los cabellos, que se extienden hasta el resplandor del mar...». Danza da lúa en Santiago «El más sorprendente y logrado de los Seis poemas gallegos. Es la ilustre plaza de la Quintana, en Santiago. En su bisel de grandeza y misterio se reparte la dualidad radical del ser. En otro tiempo, la plaza fue dos: Quintana dos vivos e dos mortos. De la alta torre primorosa que la rige, cae por igual la voz admonitoria de la campana del reloj, que cuenta cómo la vida se va haciendo muerte. 252 Blanco-Amor presenta unha segunda versión para o comentario. 201

Ya florece en el Poema de Mio Cid:<br />

Apriesa cantan los gallos/e quieren...<br />

Por préstamo también de la juglaría gallega, pasa a la más<br />

antigua lírica popular castellana, casi literalmente:<br />

-Ya cantan los gallos<br />

buen amor y vete<br />

mira que amanece<br />

-Que canten los gallos<br />

¿Yo cómo me iría,<br />

pues tengo en los brazos<br />

la que más quería?<br />

Aparece en otros lugares de Lorca:<br />

Los piquetes de los gallos/cavan buscando...<br />

Conocía mi canción de albada:<br />

¡-Ay amor! Tódolos galos do día/ petéiranme o corazón...<br />

Pero el clarín del gallo no es en este poema diana castrense<br />

ni símbolo erótico, sino trompeta arcangélica de resurrección:<br />

Érguete miña amiga/que xa cantan os galos do día...<br />

Federico mece el nombre de Rosalía en vaivén de canción<br />

de cuna, con dulzura y alusión epifánica y jacobea: la eterna infancia,<br />

virginidad de los mitos esenciales; Rosalía, la infancia<br />

perpétua, el perenne nacer con ojos nuevos, de Galicia...<br />

Los arados y el arado místico de la barca apostólica entre Belén<br />

y Santiago; no de piedra, sí de plata: metal votivo de la peregrinación<br />

glebaria, aldeana...<br />

El tema, desarrollado in crescendo, se desliza desde la evocación<br />

personal hasta transfundirse en el dolor de Galicia: en las<br />

simbiosis Rosalía-Galicia. Luego también la vio así el alto poeta<br />

Pimentel:<br />

Choiva de flores de estameña nos tristes pasadelos /Coa túa<br />

boca torta chamas a mortos e náufragos dende a solaina/entre a<br />

brétema, en serán infinda...<br />

200

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