lorca
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«La llorada por Boabdil, que en las puertas de Badul, derramó lágrimas mil, suspirando hacia lo azul...» a lo que seguía una maravillosa serie de consonantes en ‘ul’ y en ‘il’ que era un prodigio de sonoridad. Hizo también Capdepón un soneto salutación al poeta sevillano Juan Antonio de Cavestany, al que le decía: «Amigos fuimos en el Uruguay; Lustros pasaron desde entonces, ¡Ay!, Que en acibar trocaron nuestras mieles... Hoy... (un consonante en «ura») se juntan tu escultura y mi escultura, frente al carro triunfal de la Cibeles. Canedo publicó en La Voz de Madrid un artículo proponiendo que se nombrase a Capdepón para una vacante que había en la Academia. Yo publiqué entonces en el mismo periódico dos artículos con la Bibliografía Americana de Capdepón. Las Editoriales Cóndor, Los Andes, Bulbul, etc., competían en ediciones variadísimas. Cuando Federico fue suspendido al examinarse de Historia de la Lengua Castellana escribimos al profesor don Eloy Señán una famosa carta en que le felicitamos por haber logrado pasar a la historia por su incomprensión frente a la figura de un poeta cuya influencia en la Lengua iba a ser mucho mayor que todos los años de cátedra incompetente contados por él. Y no fue esto sólo, sino que con música de un cuplé muy en actualidad («Gitanillo, mala entraña»), le hicimos un cuplé del que me acuerdo en su totalidad: «Cuando a solas en mi cuarto me desvelo, y contemplo tu suspenso, don Eloy, tu castigo me subleva, gitanillo, con lo listo y aplicado que yo soy... don Eloy, don Eloy, 190
yo estoy muerto desde hoy... ¡Qué mala entraña tienes pa mi! ¿Cómo pues ser así? Yo he leído a Gutierre de Cetina, a Fernández y González y Berceo, y conozco los trabajos de Revilla, y el latín vulgar que hablaba Recaredo... Don Eloy... etc. Este cuplé lo cantamos a coro pocas horas después del suspenso, en la puerta de exámenes (...). Y nada más. Pero ahora, para terminar, una idea. ¿Qué te parece si hiciéramos en colaboración dos ‘biografías’, la tuya y la mía, un ser en esencia y dos en la representación. Nadie como nosotros con más derecho, información, capacidad, entusiasmo y obligación...» (carta do 28-outubro-1941) 241 . Nos anos 50, na radio oficial de Caracas, pronuncia unhas charlas sobre Federico: «El tema del amor en Federico García Lorca». Analiza o amor en García Lorca, como a pena negra andaluza, que arrinca das coplas populares e vai pasando por Bécquer, A. Machado, J. R. Jiménez ata chegar a Federico. Tamén explica para os oíntes os poemas do Diván e os Sonetos del amor oscuro, verdadeiras primicias lorquianas naquelas datas, pero que el coñecía por convivir con Federico nos anos da súa creación. Por último, como dato anecdótico, sinalar a máis que presumible autoría dunha poesía de 1938 de Blanco-Amor, co título de «¡España!», que aparece atribuída a García Lorca no volume España heroica (Homenaje en el segundo aniversario de lucha por su independencia) 242 . 241 Ibíd. 242 A poesía di así: No hagas casos de lamentos/ni de falsas emociones;/las mejores devociones/son los grandes pensamientos./Y, puesto que, por momentos,/el mal que te hirió se agrava,/ resurge, indómita y brava,/y antes de hundirte, cobarde,/estalla en pedazos y arde,/primero muerta que esclava. Vid. «Blanco-Amor e García Lorca», X. Alonso Montero, en XORNADAS EDUARDO BLANCO-AMOR, Xunta de Galicia, Santiago de Compostela, 1997, p. 39. 191
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derramó lágrimas mil,<br />
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a lo que seguía una maravillosa serie de consonantes en ‘ul’ y en<br />
‘il’ que era un prodigio de sonoridad. Hizo también Capdepón un<br />
soneto salutación al poeta sevillano Juan Antonio de Cavestany,<br />
al que le decía:<br />
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Lustros pasaron desde entonces, ¡Ay!,<br />
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Hoy... (un consonante en «ura»)<br />
se juntan tu escultura y mi escultura,<br />
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Canedo publicó en La Voz de Madrid un artículo proponiendo<br />
que se nombrase a Capdepón para una vacante que había en<br />
la Academia. Yo publiqué entonces en el mismo periódico dos<br />
artículos con la Bibliografía Americana de Capdepón. Las Editoriales<br />
Cóndor, Los Andes, Bulbul, etc., competían en ediciones<br />
variadísimas. Cuando Federico fue suspendido al examinarse de<br />
Historia de la Lengua Castellana escribimos al profesor don Eloy<br />
Señán una famosa carta en que le felicitamos por haber logrado<br />
pasar a la historia por su incomprensión frente a la figura de un<br />
poeta cuya influencia en la Lengua iba a ser mucho mayor que<br />
todos los años de cátedra incompetente contados por él. Y no fue<br />
esto sólo, sino que con música de un cuplé muy en actualidad<br />
(«Gitanillo, mala entraña»), le hicimos un cuplé del que me acuerdo<br />
en su totalidad:<br />
«Cuando a solas en mi cuarto me desvelo,<br />
y contemplo tu suspenso, don Eloy,<br />
tu castigo me subleva, gitanillo,<br />
con lo listo y aplicado que yo soy...<br />
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