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EL CODlCO PENAL y LA JURISPRUDENCIA 307
Los jueces civiles son los encargados por la ley de resolver
las licencias matrimoniales, y si el padre no está obligado
en ciertos casos de fundar, ni dar razones de su oposición,
no quiere decir por ello, que el juez esté inhibido de
resolver la venia con los antecedentes reunidos, y cuando
no existe un impedimento legal debe triunfar la voluntad
de la menor y concederse la venia cuando se trate de celebrar
un matrimonio para reparar el daño moral causado en
un atentado contra la honestidad.
En nuestros tribunales se sentó una jurisprudencia
donde sostuve la' misma tesis. Se trataba de un delito de
estupro, y en la venia solicitada el padre, invocando la disposición
del artículo 24 de la Ley de Matrimonio Civil, se
negó a dar su consentimiento y la razón de su oposición. El
juez resolvió la venia, y no existiendo ningún impedimento,
no obstante la disposición del artículo 24 en que fundaba el
padre su oposición, la concedió. Criterio éste que fué compartido
por la Excma. Cámara de Apelaciones en 10 Civil.
(1~ Sala).
Entiendo que ésta es la verdadera doctrina; la solución
contraria, sería invadir la esfera del derecho penal, ya que
la acción pública no puede estar a merced de los caprichos
de un padre ofendido. La única sanción que se puede hacer
efectiva contra el menor, es la punitoria del artículo
13 de la L. M. C., pero ante la falta de impedimentos legales
debe triunfar siempre la voluntad de la menor.
Así también lo indica Salvagno Campos, e} al citar
a Pacheco, el cual si bien entiende que puede este procedimiento
emplearse para anular la autoridad paterna, no deja
de reconocer que la honra de la joven pesará mucho en
la resolución de la venia.
Es que debemos reconocer que se trata de un caso especial
en que el legislador penal contempla exclusivamente
la situación personal de la víctima del delito, y subordina
el interés social al de la propia menor a los efectos de la
reparación del daño causado, y en beneficio exclusivo de
(] ) Los delitos sexuales, pág. 177. Pacheco tomo 111, página
168.