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296 JUAN F. GONZALEZ
cho anteriormente, en este problema se aleja de la doctrina
y está reñido con la técnica.
Entre nosotros ni la voluntad de la víctima, ni la autoridad
paterna, pueden llegar a constituir el derecho lesionado,
desde que nuestro código funda sólo la responsabilidad
en la honestidad de la menor.
* * *
El requisito de la honestidad. - El rapto consensual
según la disposición del artículo que estudiamos, lo constituye
la sustracción o retención con el consentimiento de
la menor. De modo que a este enunciado cabe preguntar
si es necesario también el requisito de la honestidad de la
víctima para configurar el delito.
Creo que si bien es cierto que el artículo no lo menciona
directamente, no podemos olvidar que el rapto
figura bajo el título general de los atentados contra la honestidad
y en consecuencia debemos tener en cuenta, ante
el consentimiento de la menor, el requisito indispensable de
la honestidad como elemento constitutivo del atentado.
El sistema seguido en el rapto consensual, es el que se
sigue en el estupro, y lógicamente no podemos pensar de
otra manera.
Si el legislador como hemos visto, no funda la responsabilidad
en la incapacidad de la menor para otorgar su libre
consentimiento, si tampoco tiene en cuenta la violación de
la autoridad paterna, si ha suprimido una de las finalidades
universalmente reconocidas del delito que son los propósitos
matrimoniales, para fundar la responsabilidad sólo en
las maniobras deshonestas, debemos concluir lógicamente
que la honestidad, y sólo la honestidad, es lo que ampara
el legislador en el rapto consensual.
La falta de honestidad en la menor desvanece la responsabilidad
en el delito de estupro que es un atentado
grave: ¿porqué no podemos aceptar la misma solución en el
rapto? Son infracciones similares y con idénticas finalidades
y en consecuencia debemos aceptar la misma solución.